Argentina: se derrumban los pilares que sostienen al kirchnerismo

miércoles, 29 de julio de 2009

El kirchnerismo ha perdido en dos años (2007-2009) mucho del poder que fue acumulando entre 2003 y 2007. Néstor y Cristina Kirchner están heridos tras su derrota en las elecciones legisltivas del 28 de junio, tienen a la CGT dividida, a los gobernadores pidiendo más peso en las decisiones y al Partido Justicialista sin liderazgo claro.


Además, han nacido liderazgos emergentes como el de Carlos Reutemann y Mauricio Macri. Incluso, una parte de la oposición cree haber encontrado en Julio Cobos a un buen candidato para derrotar al oficialismo en 2011.




Los gobernadores con derecho de veto

Los Kirchner acrecentaron su poder apoyados en un Estado central rico del que dependían unas provincias (y unos gobernadores) pobres y endeudadas.

Las provincias siguen igual pero el Estado es ya menos boyante y la pareja presidencial es mucho más débil tras la derrota de 2008 ante las protestas del campo y la electoral del 28 de junio pasado.
Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires y número dos en la candidatura de Néstor Kirchner en las elecciones legislativas, ha pasado de ser el más importante aliado del kirchnerismo a empezar a evidenciar claros signos de alejamiento. Se ha mostrado muy receptivo a las reclamaciones del campo e incluso de opositores al kirchnerismo.
La derrota de los Kirchner ha dado más peso e influencia a los gobernadores peronistas. Casi todos ellos ganaron en sus provincias en junio y ahora han reclamado y han conseguido que el gobierno de Cristina Kirchner les reciba en la Casa Rosada y atienda sus peticiones de compartir poder.

El poder sindical resquebrajado

Néstor Kirchner encontró en la CGT un buen aliado para mantener la paz social y la unidad sindical bajo el liderazgo de Hugo Moyano. Esa unidad, más aparente que real, se ha visto muy dañada cuando los viejos caciques sindicales (conocidos como "Los Gordos") se han sublevado y han puesto límites al control sindical de Moyano.
La propia Cristina Kirchner ha intervenido para hacer la paz entre las partes y lo ha logrado. Moyano ha debido renunciar a una parte de su poder y autonomía en la CGT. Pero se presupone que será una paz corta. Ambas partes han firmado una tregua para rearmarse y reiniciar más pronto que tarde la guerra.


El peronismo desnortado (perdió en norte)
El kirchnerismo se apoyó en sus seis primeros años en un Partido Justicialista debilitado que no pudo oponerse a que los Kirchner asumieran el pleno control en 2008.
La dimisión de Néstor Kirchner tras la derrota electoral del 28 de junio y el poco consenso que tiene Daniel Scioli, su sustituto, han colocado al Partido Justicialista en un peligroso compas de espera.
Todo indica que Scioli acabará llamando al consejo nacional justicialista para que designe una mesa de conducción. La situación interna es muy delicada como aseguraba recientemente Carlos Reutemann: "el peronismo es un terremoto".
El peronismo busca un nuevo líder y deberá decidir en el futuro que papel juegan varios personajes, opuestos a los Kirchner. el primero el propio Reutemann quien tras su ajustada victoria en Santa Fe se ha convertido en un referente y posible candidato presidencial. Otras figuras a tener en cuenta son Francisco de Narváez y Felipe Solá líderes del peronismo disidente.
De Narváez y Solá tienen un importante caudal de votos pero Néstor Kirchner no desea ni verlos: "ni Mauricio Macri ni Francisco de Narváez pueden formar parte del justicialismo, porque es una fuerza progresista que no tiene nada que ver con la ultraderecha o la derecha neoliberal".
Néstor Kirchner aún mantiene cuotas de poder e influencia en el peronismo oficialista y buscará mantener ese poder durante los próximos meses, decisivos de cara a las elecciones presidenciales de 2011.

Otro de los pilares en los que se sostuvo el poder del kirchnerismo fue en la ausencia de una oposición fuerte y cohesionada. En la actualidad sigue sin estar unida pero la derrota del kirchnerismo en junio le ha insuflado esperanzas.
La oposición aún no ha encontrado un líder que la aglutine. Se están formando dos bloques claramente diferenciados. A la izquierda una coalición (Acuerdo Cívico y Social) formada por la UCR, el Partido Socialista y los seguidores de Elisa Carrió. Esta coalición tiene claro que posee en el liderazgo del vicepresidente Julio Cobos una carta ganadora para las presidenciales de 2011. Pero la figura de Cobos choca con el rechazo frontal de Elisa Carrió, que no perdona al actual vicepresidente su apoyo a los Kirchner en 2007.

A la derecha del kirchnerismo, el peronismo disidente (Francisco de Narváez y Felipe Solá) y el partido de Mauricio Macri, el PRO, están a la espera de lo que ocurra en el PJ. Si el kirchnerismo sigue controlando el partido el desembarco es imposible y la única posibilidad sería formar una alternativa al oficialismo en torno a Macri. Pero muchos peronistas ven con buenos ojos una futura alianza que entierre al kirchnerismo.

Fuente: Infolatam

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El Ing. Mauricio Macri construye su proyecto presidencial

lunes, 20 de julio de 2009

En 2002 Mauricio Macri recibió un consejo de Eduardo Duhalde que aún recuerda demasiado.

Estaba en plenos preparativos para su candidatura a jefe de gobierno porteño. Duhalde, que entonces era presidente, lo llamó y le sugirió: "Mauricio, si no arreglás con el peronismo, se te pasa la oportunidad de ganar". El entonces presidente de Boca no le hizo caso y terminó perdiendo la segunda vuelta contra Aníbal Ibarra.

Pasaron cinco años hasta que Macri logró llegar al poder.El jefe de gobierno porteño no suele lamentarse por cosas del pasado. Pero en privado admite que aquella vez se equivocó por no acordar con el sindicalista Víctor Santa María. La experiencia, sin embargo, le vuelve a la cabeza en estos tiempos: prepara en reserva pero con dedicación su proyecto político para 2011.

Macri tuvo contactos con dirigentes del PJ, muchos de ellos gobernadores. Está convencido de que para llegar al 2011 el PRO deberá sumar parte del peronismo, además del sector del PJ disidente que lidera Francisco de Narváez.

Macri siempre estuvo en el imaginario peronista como un posible candidato presidencial. Lo sabe. Le consta. El primero que empezó a hablar del empresario fue Carlos Menem, después Duhalde y ahora algunos hombres del PJ en reuniones reservadas. Con el triunfo sobre Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires, ya decidió jugar en 2011. Pero necesita ampliar su base de poder político.

Días después del triunfo del domingo 28 de junio empezó a definir los equipos que trabajarán con él y sus hombres de confianza, en los planes de gobierno. El economista Carlos Melconián podría ser el jefe de esos equipos. Hubo algunas reuniones informales con técnicos y también se acordó con De Narváez trabajar en conjunto.

De Narváez tiene ya armados sus equipos para su próximo plan: ser candidato a gobernador de Buenos Aires.

Macri sabe además que para seducir al PJ tiene que vencer el encanto que produce en el peronismo la posible candidatura de Carlos Reutemann. Pero Reutemann no quiere que le hablen de candidaturas. Después de su triunfo se encerró en su campo de Santa Fe. Sólo esta semana hizo su reaparición pública en la reunión con las entidades agropecuarias. No dijo mucho y no habla de 2011. Por eso, algunas fuentes de primer nivel del PJ vuelven a dudar sobre la convicción real del ex piloto de competir esta vez. Esperan alguna señal.

La misma noche del 28 fueron varios los gobernadores que hablaron con Macri: Mario das Neves (Chubut), Jorge Capitanich (Chaco), Juan Manuel Urtubey (Salta), y José Luis Gioja (San Juan) entre otros. Si bien fueron charlas informales y telefónicas, lo cierto es que el jefe de gobierno porteño cultiva hace más de un año la relación con varios hombres del peronismo.

Con Das Neves es con quien más relación tiene, pero el gobernador de Chubut ya se lanzó a la carrera presidencial. Por fuera del PJ oficial Macri tiene a su amigo misionero Ramón Puerta y el ex gobernador salteño, Juan Carlos Romero. Con el gobernador de Córdoba, Juan Carlos Schiaretti, también mantuvo una conversación telefónica.

Hace tres años, Macri visitó la provincia de San Juan. El gobernador Gioja lo invitó a cenar a su residencia. Compartieron una comida sin compromiso político alguno. Pero al otro día, Néstor Kirchner, que en ese momento era presidente, llamó a Gioja. "La plata del plan de viviendas que me pediste, ahora andá a pedírsela a tu amigo Macri", le habría dicho, medio en broma medio en serio. Por esa razón, Macri y sus operadores no revelan los contactos que mantienen con dirigentes del PJ y que, se reactivaron después del triunfo electoral. No quieren complicar la gestión de los gobernadores y además las conversaciones recién empiezan.

A Macri no le gusta hablar de su carrera presidencial en público. Lo da como un hecho y una consecuencia de su carrera política. Ni siquiera en privado piensa en una reelección en la Ciudad. Sólo el círculo íntimo habló en forma informal sobre que Gabriela Michetti podría ser su sucesora. La diputada electa no habla del tema y Macri en privado dice: "Ahora Gaby va tener un arduo trabajo en Diputados. No hablamos de otra cosa que no sea eso".

El acuerdo más concreto que Macri tiene por ahora es con De Narváez. Son amigos hace años pero además aliados políticos. Después de los festejos del 28 de junio volvieron a hablar de los proyectos futuros. Macri no hace caso a los rumores sobre la hipótesis de que De Narváez podría buscar ser candidato presidencial, pese a que se lo impide la Constitución. "A ese círculo rojo en el que giran los típicos rumores políticos no les doy bola. Sé lo que hablamos entre nosotros. Sánchez, no te enganches", suele decir Macri en privado.

Lo sorprendió el discurso que dio De Narváez la noche del 28 de junio, en el que "El Colorado" lo destacó y le reconoció un lugar importante. Para el jefe de gobierno porteño esa noche quedó sellada esa alianza. De Narváez dice que si bien su prioridad es apoyar a Macri para 2011, el candidato debería resultar de una interna.

Con Felipe Solá la situación es distinta. Macri lo valora en público pero en sus oficinas porteñas ante uno de sus funcionarios de confianza dijo en los últimos días: "Felipe mismo reconoce en público, lo dice él no yo: él está en el segundo pelotón". Macri ni se imagina ir a una elección interna con Solá, más bien cree que con su experiencia de ex gobernador bonaerense puede llegar a un eventual gabinete.

Pero Macri detesta la futurología política. Por su formación de ingeniero y empresario, con sólo nueve años en política, no construye en términos tradicionales. Su obsesión ahora es la gestión. Dice que dedica sólo el 10 por ciento de su tiempo a la construcción para 2011.

En 2002 Macri había tenido la posibilidad de ser candidato a presidente con el apoyo del PJ. Eduardo Duhalde, que ya había fracasado en su intento por convencer a Reutemann, lo invitó a cenar en la residencia de Olivos. En esa comida le propuso ser candidato. Macri cuenta la anécdota en privado. "No Eduardo. Te agradezco", le contestó. Macri recién empezaba a pensar en política, quería primero ser jefe de gobierno porteño y tenía que convencer a su familia, sobre todo a sus tres hijos.

Hace más de dos años que Macri no se ve con Duhalde para hablar de política. La última foto pública se la sacaron durante un partido Boca-Banfield en 2004. Se volvieron a ver pero sin testigos. Macri cree que Duhalde puede ayudar y aportar. Lo elogia en público y en privado. Los allegados a Duhalde dicen que aún no definió a quien apostará para 2011: Reutemann o Macri.

El jefe de gobierno porteño igual avanza en la construcción personal. "Si esto no cambia, nos estrellamos", dijo en las ultimas horas, hablando del rumbo del Gobierno. En las próximas horas se verá cara a cara con la Presidenta.

Fuente: Clarín.com
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viernes, 10 de julio de 2009

Un año y medio atrás, Cristina Kirchner accedía a la presidencia de la Nación con el 46% de los votos de todo el país y su marido, Néstor Kirchner, se retiraba de su mandato con el 70% de imagen positiva, según algunas encuestas.


¿Qué sucedió para que el 28 de junio su poder se desplomara de un modo tan contundente? ¿Cómo fue que, resignados a concentrar todas sus fuerzas en el conurbano bonaerense, obtuvieran ahí una victoria parcial, tan módica que impidió revertir las cifras desfavorables del resto de la provincia de Buenos Aires?


¿Cómo fue, en definitiva, que el poder electoral de los Kirchner se licuó en tan poco tiempo?

La derrota del gobierno nacional el 28 de junio fue amplia y extendida, aunque luego la presidente haya intentado convencernos que en realidad, el gobierno ganó en la suma total.·



Perdieron por dos puntos y medio en la Provincia de Buenos Aires, donde en los dos últimos comicios legislativos habían triunfado por una diferencia de 28, en 2005, y 26 puntos, en 2007.·



En los tres distritos electorales que le siguen en importancia (Córdoba, Santa Fe y Capital Federal), las listas oficialistas obtuvieron alrededor del 10% de los votos.· Fueron derrotados en Mendoza, a manos del vicepresidente Julio Cobos, que dobló los votos del oficialismo.· Y además, por primera vez en muchos años, fueron derrotados en Santa Cruz.


Los tiempos de gloria



La devaluación realizada por Eduardo Duhalde y la formidable alza de los precios internacionales de los commodities agrarios, abrió las puertas para un crecimiento económico a tasas chinas, para Argentina.


Otros países del mundo también registraron importantes incrementos en su PBI, impulsados por la favorable situación internacional.El motor del crecimiento residía en el G2 (Estados Unidos y China).

La demanda mundial de alimentos impulsada por la incorporación anual de decenas de millones de consumidores de China e India encontraba un eco en la economía norteamericana, donde el crédito barato y a largo plazo jugaba un rol decisivo para sostener y prolongar en el tiempo un proceso de crecimiento que ya mostraba algunos problemas.


Es razonable que, ante el éxito económico que significa este crecimiento formidable, Kirchner no resignara la pretensión de atribuirlo al “modelo”, omitiendo cualquier consideración sobre la favorable situación de la economía nacional.



Vivíamos en el mejor de los mundos posibles: superávit en el comercio exterior y en las finanzas nacionales, esto último debido a que una porción creciente de las ganancias del sector agrario iba a parar a las arcas fiscales vía retenciones.



La holgura productiva y fiscal, posibilitaba la hegemonía política y, claro está, la adhesión popular. Eran los tiempos de gloria en los que se pergeñó la idea del 4×4: cuatro períodos presidenciales consecutivos, alternándose ambos cónyuges en la Casa Rosada.


Pero el “modelo” comenzó a deteriorarse. Afloró la inflación, que carcomió la ventaja exportadora obtenida con la devaluación. El llamado “tipo de cambio competitivo” fue desapareciendo con el paso de los meses y con el crecimiento de los índices inflacionarios que el Indec se empeñaba en ocultar. Comenzaron los problemas.


El conflicto con el campo

Había todavía un largo camino hacia la consolidación y ampliación de los logros económicos de esos años.
A comienzos de 2008, la marcha firme de la economía mundial vaticinaba un aumento importante de los precios agropecuarios. Se pensaba, que la tonelada de soja podía llegar a los 1.000 dólares.
Ante cada aumento de los precios internacionales, el gobierno daba una vuelta de tuerca a las retenciones, recibiendo la queja creciente del sector agropecuario. La Resolución 125, buscaba fijar un sistema automático de retenciones, que le ahorrara al gobierno el pagar costos políticos ante cada aumento.


El esquema resultó inadmisible para el campo y llegó la rebelión agraria. Y a partir de ese momento, ya nada fue igual.


La reacción del gobierno estuvo impregnada de ideología, de pura ideología rancia cuarentista. Señaló a los chacareros como a la oligarquía rediviva, los acusó de golpistas, de pretender quedarse con toda la torta de la distribución del ingreso que el gobierno proclamaba querer repartir entre los pobres.



Los tiempos de la vieja oligarquía improductiva, la de los latifundios de baja productividad se habían ido. Existe ahora una poderosa burguesía rural, altamente tecnificada que en los últimos treinta años se ha posicionado en la cúspide de la productividad agraria mundial, a fuerza de maquinaria moderna, siembra directa, agroquímicos, fertilizantes, computación, ingenieros agrónomos y conceptos empresariales propios de un capitalismo moderno, alejado de los viejos conceptos rentísticos y de baja productividad.



El conflicto, lo sabemos, terminó con la derrota oficial a través del tímido voto “no positivo” del vicepresidente de la Nación, que percibió mejor que los Kirchner las presiones que provenían de la sociedad real.



El debate parlamentario significó también el comienzo de una división en el partido oficialista: Carlos Reuteman y Felipe Solá abandonaron el barco y numerosos diputados y senadores justicialistas se negaron a sumar su voto y a alentar un conflicto que amenazaba con profundizarse con consecuencias imprevisibles.



El conflicto agrario cambió la relación de fuerzas en la política argentina y desplazó una franja de la voluntad popular hacia la oposición, aunque todavía confusamente, busca una salida que supere el concepto kirchnerista anclado en los parámetros económicos y sociológicos de la posguerra.



Derrotado en el Senado, donde contaba con mayoría propia, abandonado por elevados referentes políticos y por aliados de distintos partidos, el gobierno pensaba que las elecciones previstas para octubre de este año serían la ocasión ideal para ajustar cuentas con la oposición y para demostrar que su poder permanecía intacto al menos en el mítico conurbano bonaerense, con el cual pensaba torcer la voluntad opositora del resto del país productivo, que le era manifiestamente desfavorable.



La crisis mundial, la nueva situación



El estallido de la crisis de las hipotecas en los Estados Unidos y su propagación mundial, se agregó a los problemas que presentaba su propio y simple esquema económico.

La caída del comercio mundial y la contracción del mercado interno aumentaron la inquietud acerca de la presencia de un escenario muy desfavorable para el lejano octubre.
Era necesario adelantar las elecciones para junio. Y lo hicieron.



La campaña electoral se planteó como una cuestión de vida o muerte para el gobierno. Había que elegir, entre su “proyecto productivo” o “el regreso a los noventa”, década que se pretendía estigmatizar como de destrucción del aparato productivo nacional. Los que estaban con el gobierno, luchaban a favor de la producción, de una mejor distribución del ingreso, de la expansión económica y difusión del empleo. Los opositores, pretendía imponer el gobierno, querían volver a la economía agraria, al neoliberalismo, a la hegemonía oligárquica, a la crisis del 2001.



El panorama señalaba un retroceso electoral generalizado para el oficialismo. La única esperanza residía en el conurbano bonaerense, que le permitiera obtener un triunfo aunque sea por un voto en los cómputos totales de la Provincia de Buenos Aires. Esto permitiría, según la curiosa visión de los Kirchner, mantener la vigencia del proyecto, restablecer la lozanía del gobierno e, incluso, pensar con esperanzas en el 2011.



El gobierno, oposición y votantes sabían muy bien que el 28 de junio se votaba algo más importante que bancas en el congreso: el rumbo del país y de un modo implícito, el destino de las elecciones presidenciales de 2011.


“Está en cuestión el modelo”, decía el gobierno.Y era, efectivamente, así.

Pero algo más que eso: la posibilidad de ejercer la política de un modo más amplio e inclusivo, la chance de terminar con un estilo de gobierno fundado en el apriete, la coacción, la ignorancia del federalismo, la soberbia y niveles de corrupción nunca vistos en la historia nacional.



El estilo de gobierno kirchnerista desencadenó resistencias políticas que, a la hora de contar los votos, resultaron decisivas. Había en pugna dos modelos en lo económico. Pero también en lo político.



Lo que queda atrás



Estamos lejos de pensar que la elección del 28 de junio significó solamente la puesta al día, en las urnas, de una nueva estructura productiva.


Estuvieron en juego asimismo elementos políticos de diverso tenor que permanecían latentes y sofocados pero que también tuvieron su expresión relevante a partir de marzo de 2008.



La distribución de los recursos tributarios entre la Nación y las Provincias está en el centro del debate. Ello implica discutir el régimen de Coparticipación Federal pero también el estilo de gobierno según el cual la Nación impone condiciones a las provincias, las extorsiona y suma adhesiones a partir de su predominio financiero.



De igual modo está pendiente un debate sobre la relación de la Justicia con el ejecutivo. En los últimos años, un grupo de jueces ha sido utilizado como ariete en la lucha del gobierno nacional con la oposición.La farsa del Indec es uno de los temas que mayor irritación causa entre los argentinos y, en su situación actual, forma parte de un mecanismo de mentiras que mantiene al país desinformado sobre temas tan sensibles como la inflación, la desocupación, la pobreza, la indigencia, y muchos otros.



Los superpoderes, que implican la inexistencia del presupuesto nacional, es otro de los temas que seguramente serán modificados por la nueva relación de fuerzas existente en la sociedad argentina.



El temperamento iracundo de Néstor Kirchner no ha sido ajeno a su fracaso político. Pero, más que un rasgo azaroso de personalidad, parece más bien el perfil adecuado e inevitable que debía revestir un primer mandatario para sofocar a las fuerzas más dinámicas de la sociedad, que pugnaban por aflorar y para enderezar al país hacia otro destino histórico.



Afortunadamente, ahora todo esto ya forma parte de la historia. Pero la tarea de las nuevas fuerzas nacionales recién comienza con esta victoria histórica.


Fuente: Daniel V. González
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Tras la derrota de Kirchner, cómo se reinventa el Peronismo

jueves, 9 de julio de 2009

Menem, Rodríguez Saá, Sobisch, Perón y Puerta Caricatura: Huadi


Treinta y cinco años después, un nuevo aniversario de la muerte de Juan Perón encontró a sus seguidores envueltos en un intenso debate sobre la sucesión de los Kirchner tanto en la cúpula partidaria como en la Casa Rosada.

No se hablaba de otra cosa en los eventos organizados el miércoles para recordar la “desaparición física” de Perón, quien en su último discurso, el 12 de junio de 1974, había proclamado que su único heredero era el pueblo.

En el fondo, la cuestión es qué pirueta intentará ahora el peronismo para capturar de nuevo la voluntad de la mayoría del electorado; cómo se volverá a transformar para abarcar los intereses que se han expresado exitosamente en la contienda electoral del domingo 28, el campo en el primer lugar.
Porque una cosa parece segura: el peronismo que viene no elegirá al campo como su principal enemigo, como hicieron los Kirchner en marzo del año pasado, justo cuando estaban en la cima de su poder. Esa jugada se reveló suicida a los pocos meses, pero si alguna duda cabía, ahí están los resultados de las elecciones.

Un ejemplo: Carlos Reutemann venció en Santa Fe a otro presidenciable, el gobernador socialista Hermes Binner, gracias a los votos de los chacareros del interior de su provincia, que, por su lado, habían posibilitado el triunfo de Cristina Kirchner en las elecciones de 2007.

Era cuando los productores agrícolas respaldaban el modelo económico inaugurado por Eduardo Duhalde con la megadevaluación de 2001, que les permitió salir de la virtual quiebra colectiva y convertirse, rápidamente, en la locomotora que sacó al país de aquella crisis fantasmal.

Pero, luego los Kirchner tensaron la cuerda con el aumento de las retenciones de prepo, y, al final, se ahorcaron, políticamente con ella.

Lo dijeron bien claro los pocos gobernadores que se acercaron al despacho del todavía aturdido mandatario de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien con la renuncia de Néstor Kirchner luego de la derrota quedó como el jefe del PJ.

“El Gobierno tiene que volver a dialogar con el campo”, observó el chubutense Mario Das Neves, uno de los ganadores. Lo mismo señalaron otros gobernadores que aún no estuvieron con Scioli, como el cordobés Juan Schiaretti y el entrerriano Sergio Urribarri. Ambos saben bien de qué hablan: la política agropecuaria de la Casa Rosada no sólo perjudicó a las economías de sus provincias sino que, además, fue una de las causas principales de sus derrotas.

El caso de Entre Ríos fue el más sorpresivo: Urribarri se había unido con Jorge Busti y ambos aguardaban una victoria que parecía segura hasta para sus adversarios. Pero, el Acuerdo Cívico y Social, anclado en la Unión Cívica Radical, les ganó y logró enviar a la Cámara de Diputados a sus tres primeros candidatos a diputados, todos ellos dirigentes agropecuarios. Como ocurrió en otros distritos, la resurrección del radicalismo se debió a la influencia que tuvo el tema del campo en esta contienda electoral debido a la vinculación histórica entre los pequeños y medianos productores agropecuarios y el radicalismo.

Para el PJ, históricamente, es más difícil ese lazo. Perón se enfrentó siempre con el campo, en especial con los productores de mayor peso económico. Lo hizo en sus primeras presidencias y también cuando regresó de su largo exilio, si bien hablaba del destino que le aguardaba a la Argentina como productor global de alimentos. Por ejemplo, la propuesta de ley, nunca aprobada, que disponía la expropiación de tierras improductivas; el impuesto a la productividad “normal” de la tierra y la ampliación de las funciones regulatorias de las juntas de Granos y Carnes.

Sin embargo, el peronismo modificó eso con el giro de Carlos Menem al liberalismo, que se tradujo en la anulación de las retenciones y en la eliminación de las juntas de Granos y de Carnes. Además, en el ’90 se favoreció el despegue de la soja (autorización de las semillas transgénicas, por ejemplo), y el dólar barato, si bien fue una verdadera peste para otras actividades, permitió la tecnificación y la modernización agropecuarias.

Mal que le pese a los Kirchner, el campo es otro ahora, y eso se debe a los 90; es decir, no sólo a lo que pasó en la Argentina en aquella época sino, principalmente, a lo que ocurrió en el mundo con la extraordinaria demanda de commodities agrícolas por parte de China e India.

En 2001, un nuevo giro copernicano del peronismo, esta vez con Duhalde al timón, también favoreció al campo, con su política del dólar alto, que fue mantenida por Néstor Kirchner y que, en el marco de la estampida global de los precios de las commodities, hizo muy tolerable un cierto nivel de retenciones. Precisamente Duhalde, devenido en enemigo mortal de los Kirchner, volvió al país para, según sus voceros, participar en la reconstrucción del PJ.

Como dijo Perón, su criatura, el peronismo admite diversas formas, ya que es una doctrina y un movimiento; no es una ideología ni un partido, que son “sectarios”, en su opinión. Como le dijo a Tomás Eloy Martínez en los últimos años de su exilio madrileño, “el peronismo es lo más heterodoxo que hay: cabe de todo”.

Claro que en su cúpula no suele haber lugar para los perdedores. La magnitud de la derrota de los Kirchner es tal que ni siquiera su jugada para dejar en la cima del PJ a Scioli le está saliendo bien: los principales ganadores del domingo ya han dicho que no piensan reunirse con alguien que también perdió, junto con Néstor.

Así lo afirmaron Reutemann, Francisco de Narváez, Felipe Solá y el tucumano José Alperovich, hasta el domingo un kirchnerista muy disciplinado, al menos en público. Por eso, Scioli piensa ahora en abandonar rápidamente su lugar para dar paso a un congreso partidario o a una mesa de conducción.

Un histórico del PJ, el ex gobernador y ex senador Antonio Cafiero, recordó en la quinta de San Vicente que “el único heredero de Perón es el pueblo y nadie más”, y reclamó el llamado a elecciones internas “porque ya nadie puede designar a dedo a nadie” en el oficialismo.

Ayer, Cafiero visitaba a Scioli, luego de un llamado teléfonico del gobernador, para explicarle con claridad su posición. Cafiero es muy respetado en su partido porque hace 15 años abrió las puertas a una renovación que le cambió la cara al peronismo.

Este debate sobre quién y cómo debe conducir al PJ se mezcla con las candidaturas para las elecciones presidenciales de 2011. Quienes aparecen como presidenciables luego del domingo son más bien moderados, tienden a ubicarse en el centro.

Reutemann es uno de ellos. Luego de su ajustada victoria, cuando le preguntaron sobre los temas más urgentes, contestó: “Uno es el tema de la producción. No está resuelto el tema de la carne, el tema lechero. El Gobierno podría tomar medidas para incentivar la producción”. El jura que no está pensando en las próximas elecciones: “Si alguien me habla de 2011, no lo voy a escuchar”. Sin embargo, las principales avenidas porteñas aparecieron con afiches gigantes con su sobrenombre, Lole.

Luego de su triunfo frente a Néstor Kirchner, De Narváez ya está dedicado a sentar las bases para su campaña a gobernador de Buenos Aires en 2011 y piensa en una alianza con un presidenciable de fuste que, en su opinión, no debería provenir de una provincia chica. Primero en su lista aparece el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, pero en los últimos días algunos de sus asesores han apuntado también en dirección de Reutemann “en el marco de un acuerdo con PRO y con otras fuerzas”.

El empresario De Narváez parece aprender rápido: también levanta la posible candidatura de Felipe Solá, ya que entiende que el juego es largo y que “no hay que poner todos los huevos en una sola canasta”. En un almuerzo ante 70 dirigentes en el Centro de la Gendarmería, Solá hizo una exposición que todos interpretaron como la de un precandidato a la Casa Rosada.

Macri es el otro presidenciable de fuste dentro del “panperonismo”. El no es peronista pero tiene sus simpatías en ese nicho y, de hecho, algunos dirigentes del PJ porteño forman parte de su equipo de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires.
“Con Michetti como candidata a jefa de Gobierno y con Francisco en la Provincia, Mauricio tiene con qué encabezar una fórmula junto al Lole y ganar las elecciones de 2011 con la fusta bajo el brazo”, contó uno de los peronistas en los que Macri más confía.
“Pero, ¿el peronismo aceptará sólo el segundo lugar en la fórmula presidencial?”, fue la pregunta casi obligada. “Si el PJ no acepta, en ese caso a Mauricio le conviene apostar a la reelección en la Ciudad.”

Claro que todavía faltan dos años para las elecciones de 2011; en lo inmediato, los Kirchner parecen volver al sueño de una fuerza transversal, de centroizquierda, pero antes tienen que armar un nuevo esquema para seguir gobernando en una situación de debilidad política, que es inédita tanto para ellos como para los numerosos adversarios que han sabido cosechar dentro y fuera del peronismo.

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miércoles, 8 de julio de 2009

A esta altura del partido, no hace falta ser un lince para discernir ganadores y perdedores entre los protagonistas del comicio del 28 de junio.

Todos los observadores coinciden en que Néstor Kirchner y su señora, la presidenta de la Nación, salieron dañados del episodio. También dicen que Hermes Binner no consiguió su objetivo (posicionarse como presidenciable) y algunos reconocen que la Señora Elisa Carrió, a pesar de todos los pesares, logró su objetivo de fondo, constituyéndose en jefa de la primera minoría del país.

Gabriela Michetti, la encantadora candidata del Pro, obtuvo menos votos de los que podían esperarse. Sacó un 7, no un 10. Tampoco se lució Juan Schiaretti.

Hay unanimidad en la nónima de los ganadores: Francisco de Narváez, joven vencedor del distrito más difícil (la Provincia) enfrentando al núcleo duro del kirchnerismo, con Néstor y Scioli a la cabeza.

Pero también el propio Mauricio Macri, Felipe Solá, Eduardo Costa, Julio Cobos, Luis Juez, Mario Das Neves, Carlos Reutemann, Fernando "Pino" Solanas.

Sin entrar en honduras propias de avezados analistas, quisiéramos observar por un momento la figura de Francisco de Narváez.

Hace sólo 5 años era un desconocido político, el heredero de la legendaria Casa Tía, un muchacho de buena familia, casado con una modelo exquisita: Agustina Ayllón. A Francisco le picó el bichito de la política y se lanzó de cabeza a un espacio ubicado entre el peronismo y Mauricio Macri, es decir al centro.

Tenía muchos inconvenientes. Primero: no lo conocía la gente, como sí se conoce a Hugo Moyano o a Ricardo Alfonsín o a la Sra. Carrió. Era un recién llegado. Y para colmo nacido en el exterior (Colombia) lo que desde ya lo excluía de cualquier aspiración presidencial. Su techo es la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

Francisco arremetió, decidido a ganarse un lugar. Lo hizo con recursos actuales: Internet, una imagen sonriente, frases cortas de efecto seguro y afiches de todos los colores y formatos. Se instaló. Naturalmente, invirtió en esta misión una millonada de dólares.

Cabe decir que muchos otros políticos han realizado campañas carísimas en la Provincia: sin ir más lejos, el propio Néstor Kirchner. Quien debe ser contabilizado también a la hora de enumerar a los políticos ricos, ya que tienen una holgada posición económica es el propio Néstor y otros hombres como Fernando de la Rúa, Carlos Menem o los hermanos Rodríguez Saa.

En fin: la verdad es que no es ningún mérito ser pobre, ni tampoco una vergüenza ser rico. Hay hombres que tienen capacidad para los negocios (como si dijéramos Eduardo Constantini o Marcelo Tinelli) sin que nadie los trate como a perdularios.

Pero Francisco de Narváez se pasó de la raya. En lugar de usar plata del pueblo para su costosa campaña, dilapidando dinero que podría servir para hospitales, patrulleros y escuelas, usó la suya propia y metió la mano en (su personal) bolsillo. Esto ya cayó gordo en muchos ambientes autorizados.

El político -según los que saben- debe guardar la platita en sitio seguro (Suiza, Emiratos o Islas Caimán) proclamar su amor a los pobres y llorar cada vez que menciona a las villas o los niños sub-alimentados, pero gastar siempre la plata de los demás. Donantes que no tienen domicilio cierto. Benefactores voluntarios o involuntarios, jubilados que juntan su cuotita sin saber a donde van los fondos, en fin. Lo que sea, pero que sea de otros.

Un pecado de Francisco consiste en su aspecto físico: un Pierce Brosnan, joven. El político debe ser barrigudo y escupir al hablar, pronunciando las palabras con errores groseros: "odvio" o "colacsar" son dos buenos ejemplos. Las camisas de Francisco van demasiado ceñidas al cuerpo; se nota que hace fierros y bicicleta fija. Eso no es bueno. Para colmo, su señora (esperando el sexto hijo) es preciosa y no chilla como una cotorra.

Comprenderán los lectores que este es un cuadro grave.

Ya han comenzado los punzantes hombres de prensa a lanzar sus dardos contra Francisco: ¿Cómo es esto de que un tipo, con sólo ser rico, logre ganar la provincia de Buenos Aires? ¿Así nomás, con plata en la mano? Y se lo dicen a Felipe Solá para provocarle envidia y un poquito de odio, ya que Felipe -descendiente de una familia tradicional- no tiene fortuna, del mismo modo que no la tiene Patricia Bullrich, Luro Pueyrredón ni "Pino" Solanas Pacheco, que está emparentado con los Pacheco Alvear pero vendría a ser el pariente pobre.

Los astutos periodistas omiten mencionar a otros millonarios de fortuna (en este caso, sí) turbia: sindicalistas con estancia y avión privado, ministros con helicóptero y casa de piedra en el country, ex secretarios de estado que viven en Puerto Madero (donde todo vale 1 millón de dólares) y son viajeros VIP a Miami, sin que nadie sepa sus nombres o méritos.

¡Eso no importa! ¡Hay que caerle con todo a Francisco porque es rico, es flaco, es atlético, tiene una mujer mona y para colmo habla en buen castellano! ¿Qué se habrá creído? ¡Ricachón del diablo! ¿Y encima quiere ser peronista? ¿No sabe que los peronistas somos pobres? Bueno, con algunas excepciones...

El señorito Francisco de Narváez no ha comprendido que la política es una manera de redistribuir la riqueza. El hombre entra a la política pobre como una rata. Luego del "cursus honorum" se hace rico, pero rico en serio, merced a sus muchas obras: rico de jet privado y estancia en el Sur. Y después hace rica también a su señora esposa, a los hijos, los cuñados, los amigos, los simpatizantes. De ese modo, paulatinamente, los pobres se convierten en ricos.

¡Pero qué le importará todo esto al Sr. De Narváez! Es predicar en el desierto...
Si la envidia fuera tiña, Francisco ¡Cuantos tiñosos habría!

Fuente: La Nación
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