Alfredo Leuco, un análisis profundo de la realidad Nacional

lunes, 24 de agosto de 2009

Los Kirchner siguen siendo los peores enemigos de sí mismos. Incluso en estos días, y ante los reiterados papelones opositores, aparecen casi como los únicos capaces de frenar, limitar o destruir su propia resurrección.

Néstor Kirchner es una extraña máquina de construir poder político y también de destruirlo. Por momentos se le puede atribuir todo lo bueno y todo lo malo que le pasa. Nadie más parece capaz de generar un hecho político que conmueva o marque la agenda, con excepción de la quijotada de Felipe Solá que hoy en Luján ocupará la vacante de candidato presidencial no kirchnerista para 2011.

Otra vez la historia le da una nueva oportunidad al matrimonio presidencial. Hasta ahora vienen aprovechando con astucia y audacia la recuperación de la iniciativa, aunque no dejan de jugar con el fuego de la provocación a distintos sectores.

El misil futbolístico que dejó al Grupo Clarín sin uno de sus principales negocios es un ejemplo. Lo utilizan para evitar mostrarse derrotados después de la paliza electoral, para insuflarle nuevamente mística a la tropa, como ejemplo del poder de daño que todavía tienen y como una amenaza para todo aquel que se atreva a enfrentarlos.

Simultáneamente pagan altos costos por meter al Estado en el mundo del fútbol, en el que sólo van a conseguir mancharse mutuamente. Esta resolución es bienvenida por una franja electoral casi cautiva que de todas maneras ya los votó el 28 y aparecen merodeando despropósitos varios, como elevar a la categoría de héroe a un villano de tiempo completo como Julio Grondona o agrediendo la memoria de los desaparecidos con comparaciones incomparables.

Es cierto que muchos medios empujados por sus históricos enfrentamientos con Clarín y mientras se frotan las manos por los presuntos jugosos negocios que ahora van a poder hacer con el fútbol se encolumnan detrás del Gobierno sin tener una mirada más estratégica.

Casi nadie discute que la torta del fútbol puede producir fortunas y que su comercialización debe ser licitada en forma transparente y repartida en varias porciones. Pero sólo los fanáticos kirchneristas compran que se trata de una epopeya que nos saca de la dependencia y nos lleva a la liberación nacional y social.

Si se sigue el comportamiento histórico de los Kirchner en su relación con los medios, se descubre rápidamente que su único objetivo es controlarlos obsesivamente para evitar que los controlen a ellos. Ni siquiera quieren ganar plata con los medios. Ya engordaron lo suficiente sus patrimonios y se conforman apenas con liquidar un espacio crítico. Está comprobado que les cuesta muchísimo construir un relato favorable entre el periodismo independiente. Mientras más compran o alquilan medios y periodistas, más crece la imagen negativa de Néstor Kirchner.

David Ratto, ese genio de la publicidad, decía que un producto malo con buena propaganda lo único que hace es que la gente conozca más rápido ese mal producto. A esta altura, Kirchner puede engordar, pero no crecer en el respeto de los ciudadanos que ya le dieron la espalda. Amplios sectores de las clases medias urbanas y rurales sintieron un maltrato gratuito que les abrió una herida muy difícil de suturar.

El matrimonio Kirchner respira política y suele comprender bastante bien lo que ocurre en cada etapa socioeconómica. Su problema irresuelto es la carga de veneno que acumulan y destilan ante situaciones de disidencias cotidianas y eso los lleva a cometer torpezas de principiante.

Los politólogos internacionales que estudiaron el ciclo económico del año pasado concluyeron que había un solo sector con el que Kirchner no podía enfrentarse a muerte: el campo.

Hoy la macroeconomía no es un problema grave y va a dejar de serlo todavía más. Tanto Brasil como China, uno de nuestros principales compradores, se están recuperando más rápido y mejor de lo previsto. La nación que Lula supo encarnar con su carisma y sagacidad está en el décimo puesto del mundo y sus planes estratégicos de mediano plazo lo empujan hacia el quinto lugar.

Uno de sus caballitos de batalla es fortalecer el despegue de los agronegocios y para eso aporta fortunas. El otro es el plan Beca de Familia, que ataca la pobreza profunda de 45 millones de personas y que, según el Banco Mundial, es la mayor transferencia del mundo de recursos de los más ricos a los más pobres. Los Kirchner están lejos de eso. Bombardean todo lo que huela a producción agropecuaria y siguen anunciando planes truchos mientras la fábrica de pobres produce como nunca.

Mientras tengamos estos porcentajes de inflación real y tanto trabajo en negro, por más recursos que se destinen, es muy difícil bajar los niveles de pobreza e indigencia.

El presidente de uno de los cinco bancos privados más poderosos se entrevistó con Julio Cobos esta semana y le llevó un panorama de los próximos dos años con un dato clave: la deuda exigible en dólares para 2009 y 2010 supera apenas los 5 mil millones de dólares y es menos pesada que la de este año.

El vicepresidente tomó nota y se preguntó si la Presidenta y su jefe político sabrán aprovechar este nuevo viento de cola. La economía tiene un horizonte más despejado. Pero, ya se sabe: “Es la política, estúpido”, podría escribirse en el pizarrón del poder.

¿Cuál es la magnitud de la irracionalidad que van a impulsar desde el Gobierno para seguir alimentando la brutal fuga que ronda los 45 mil millones de dólares en dos años? ¿Cuántos indigentes y pobres podrían haber abandonado ese estado de injusticia social con esos dineros que ya no están?

Kirchner aprovechó bien hasta ahora esta rara elección que lo tuvo como perdedor claro, pero que no alumbró un nuevo liderazgo en el peronismo. “¿Yo, señor? No, señor”, dijo reculando Carlos Reutemann ante el acoso de Eduardo Duhalde para que se pusiera a la cabeza de la vuelta del peronismo a sus orígenes y sepultar así la era de hielo kirchnerista. El ex gobernador de Santa Fe no sólo le sacó el cuerpo al desafío.

Quedó muy erosionado por la implosión política de Roxana “La Torre Gemela”, como la chicanearon desde la radio. La irreconocible senadora parecía otra persona en un mismo cuerpo. Su derrumbe de credibilidad y borocotización lastimó con las esquirlas a su histórico jefe político, que la expulsó de su vista.

Ninguna de sus explicaciones convenció a nadie y por eso rápidamente se acercó al discurso oficial que dice que hay ruralistas santafesinos que quieren que Cristina se vaya antes de terminar su mandato. Puede ser que haya algunos golpistas como hay en muchos sectores sociales y otros a los que la bronca los lleve a desear ese final antidemocrático que debe descartarse de plano. Pero la senadora no aportó un solo nombre y ni una sola prueba. Eso encendió rápidamente la mecha de versiones de todo tipo sobre los verdaderos motivos de su inesperado cambio de actitud.

Los más salvajes la amenazaron y tuvo que colocar una custodia en la puerta de su casa en Rosario. Los más conspirativos alentaron rumores que hablaban de “Banelco” y favores a personas muy allegadas a ella en el Estado nacional, cosa que tampoco se respaldó en ningún dato cierto. Por eso, Eduardo Buzzi repudió las amenazas, pero le pidió a Latorre que no asuma la banca el 10 de diciembre porque había malversado el contrato electoral que los santafesinos firmaron con ella.

Buzzi también tiene su calvario con Alfredo de Angeli, que le promete que se va a portar bien y actuar orgánicamente pero, a la primera de cambio, se desborda y muestra una imagen agresiva que lo enfrenta a los humores sociales, donde ya no hay espacio para más enfrentamientos ni empujones. “Los dirigentes no pueden ser agitadores”, le asestó Buzzi.

Esa muestra de debilidad y falta de cohesión sindical también se expresa en el resto de la Mesa de Enlace, que no encuentra el camino adecuado para volver al ruedo. Hugo Biolcati está con perfil bajo cero después de haber sido muy criticado por varias de sus actitudes.

El caso de Mario Llambías es más complejo. Está nervioso y ausente del escenario público porque quiere forzar su reelección al frente de Confederaciones Rurales Argentinas. Este año todas las entidades agrupadas en CRA llegaron a un acuerdo que ayudó a fortalecer su frente interno: rechazaron la posibilidad de un tercer período para los presidentes y bajaron la cantidad excesiva de representantes de Carbap, la poderosa organización bonaerense.

Ese compromiso logró el equilibrio tan buscado. Pero como todavía no cumplió con los plazos legales de inscripción, Llambías sostiene que puede aspirar a ser presidente por tercera vez. Esa actitud levantó mucha polvareda. El reclamo de calidad institucional para el país no se reflejaría en la propia CRA. La caridad no empezaría por casa.

Desde la política partidaria también le han hecho el campo orégano al oficialismo. Y no es solamente el papelón de los senadores Pimpinella de Santa Fe (“Me mentiste, me engañaste”). La intransigencia de Elisa Carrió con Margarita Stolbizer y la decisión de hacer un partido único de la Coalición Cívica empuja a la jefa del GEN a los brazos del radicalismo o del cobismo. Dicen que a Cobos no le disgustaría tenerla como compañera de fórmula, aunque muchas veces coquetea con la dinamita de dos peronistas: Felipe Solá como vice y Francisco de Narváez como candidato a gobernador. Ese posible artefacto político no resiste el primer vientito radical ni socialista.

Duhalde y Reutemann se corrieron a dúo del centro del ring y dejaron un hueco por el que se metió con entusiasmo Felipe Solá. Hoy sacará pecho delante de 1.500 militantes que parirán un documento fundador del espacio que le dará para que tenga a Néstor.

También trascendió que Solá va a sorprender con una postura muy dura contra la despenalización del consumo de droga. La consultó con su asesor en el tema, Claudio Mate, y es muy similar a la que expresa la Iglesia y a la que calla Daniel Scioli. No hay democracia sin recuperar el espacio público de las plazas. Ese es el eje de la propuesta que pretende ser realista frente a un tema en donde discursivamente suele imponerse el dejar hacer.

Solá tiene ventajas y dificultades en esa carrera contra Néstor para defender los colores del peronismo. A favor: fue gobernador y su gestión es valorada más de lo que mucha gente cree en las encuestas. Nadie o muy pocos lo ven como un corrupto. Es uno de los pocos peronistas junto con Lole que la clase media, aun la más gorila, podría votar. Finalmente, Felipe quiere ser. Arranca con una imagen positiva superior a la que Kirchner tiene ahora y con una intención de votos más alta de la que Kirchner tenía cuando Duhalde lo eligió por descarte. Clarín, Techint y el campo lo miran con cariño.

En contra: no tiene una estructura poderosa, muchos intendentes le pasan facturas por falta de lealtad y no quiere ser apadrinado por Eduardo Duhalde, pese a que, al parecer, no tiene otro remedio. Duhalde al partido, Felipe al gobierno y Roberto Lavagna como posible jefe de gabinete es actualmente la mejor oferta que pueden armar los anti K tal como dijo, no tan en broma, Reutemann. Mauricio Macri le va a hacer la cruz porque pegó primero, es decir, dos veces en una carrera que él también quiere correr. Francisco de Narváez lo va a apoyar a medias, como en general son sus compromisos.

Sorprendió la mudez de De Narváez en el recinto y el par de días en que desapareció de los lugares que solía frecuentar. Dicen que se internó solo a meditar en una cabaña del sur y no le avisó ni a sus colaboradores más cercanos. ¿Estrés?

¿Es posible un trabajo más cercano entre Lavagna y Duhalde? El ex ministro no se guardó elogios y ubicó ideológicamente el tema: “Ese gobierno de Duhalde en el que yo participé fue el más justicialista en muchos años y el que mayor unidad generó en el peronismo. Ultimamente escuché mucho esa afirmación en varias reuniones partidarias, ahora que está en duda el carácter de justicialista de esta derivación a la izquierda que hizo Kirchner así como hay serias dudas sobre la identidad justicialista del menemismo de los 90. Me parece estupendo que Duhalde le dé mayor intensidad a su actividad pública”.

Al replegarse sobre sí mismo y potenciar sus virtudes y defectos, Néstor Kirchner se obliga a generar situaciones o apoyar personajes que son absolutamente piantavotos aun entre los más pobres. El regreso de Luis D’Elía a su militancia mediática le resta por todos lados. Porque la Justicia ya lo embocó; porque él, a su vez, embocó a un manifestante; porque la toma de la comisaría está cada vez más cerca de provocarle más citaciones y dolores de cabeza; y porque cada vez que aparece insulta a políticos o periodistas que nada tienen que ver con la derecha.

“Sicario de Irán”, fue el concepto con el que le salieron con los tapones de punta en el acto por el atentado terrorista contra la AMIA. ¿Qué decir de Hebe de Bonafini, quien también reparte a diestra y siniestra? “Rata”, le dijo a Graciela Fernández Meijide, y “traidorazo” a Hugo Moyano, que prepara un poderoso aparato político que puede servirle a sus ambiciones personales, a las de Néstor o a las de Duhalde. Depende del olfato que tengan los tiburones para descubrir hacia dónde van los vientos del poder.

El mismo efecto contrario al buscado le produce al kirchnerismo la pelea permanente con la Iglesia, que viene denunciando el escándalo de la pobreza desde hace mucho. O hablar de fusilamientos mediáticos tal como se lo reprochó Magdalena Ruiz Guiñazú al recibir su Martín Fierro. O comparar lo sagrado con lo profano cuando injertó los conceptos de desapariciones o secuestros para hablar del fútbol por televisión con el solo objetivo de darle un contenido épico a un negocio en estado impuro.

Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz y preso político durante la dictadura, puso las cosas en su lugar: “Es un absurdo y una barbaridad”. Es ofensivo e irracional comparar aquel infierno dictatorial con don Julio, hincha del diablo de Avellaneda.

¿Todo pasa o todo queda?

Fuente: Perfil.com

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