¿Alguien puede creer seriamente que el objetivo de Néstor Kirchner es otro que perdurar en el poder? ¿Existe otra forma de comprender marchas y contramarchas, manipulaciones de leyes y legisladores, sometimiento de gobernadores y funcionarios, enriquecimientos de amigos y adeptos, compras de voluntades, creación permanente de enemigos, vulnerabilidad de los derechos adquiridos, dilapidación de recursos, voracidad fiscal, etcétera?
Muy probable resulta que gran parte -la enorme mayoría de nosotros- sintetice el objetivo en algo así como "vivir en una Argentina próspera, justa, democrática, republicana, seria, federal, respetada". Si no estamos de acuerdo en la totalidad de estas siete definiciones, seguro que lo estamos en más de la mitad. Por supuesto, entre ellas no figura la perdurabilidad de Kirchner.
¿Entonces? Entonces tenemos por un lado a Néstor, su mujer, los que hacen fortunas con ellos y quienes son sus funcionarios "sí nestorianos" y, por el otro, el conjunto que al menos está de acuerdo con más de la mitad de las definiciones de marras.
Reforma
Es a la luz de todo lo antedicho bajo la que se debe mirar la próxima jugada política de Néstor Kirchner, poseedor, a no dudarlo, de una iniciativa política envidiable.
Hace algo más de dos meses, el patagónico llamó a su asesor predilecto e integrante del más que restringido círculo áulico, Juan Carlos Mazzón, ante quien puntualizó los pasos a seguir para "profundizar el modelo" que, en buen criollo, significa perdurar en el poder.
Allí quedó delineada la táctica -estrategia no hay, porque la estrategia es poco modificable- para alcanzar el objetivo. Dura batalla contra los medios, en particular Clarín, enfriamiento -no solución- del conflicto con el campo, mayores recursos estatales sin ceder en nada su manejo discrecional y… reforma electoral que le permita continuar como líder del justicialismo, a los efectos de llegar a la candidatura presidencial en el 2011.
Mazzón, operador político de Néstor, debía -como es costumbre- supervisar todo pero se hacía cargo personalmente de la reforma electoral. Ninguna fue la sorpresa -atención antiimperialistas- cuando el asesor presidencial presentó el primer bosquejo que consiste en… una copia, con escasísimas modificaciones, del modelo de las primarias norteamericanas.
Cuando Néstor comprendió las ventajas -sus ventajas- de copiar el sistema del Tío Sam, rápidamente bendijo la iniciativa y pidió su estudio a fondo con veloz redacción del anteproyecto de Ley, incluida. Claro, todo debe hacerse antes del 10 de diciembre, fecha en que el Ejecutivo congelará la labor del Congreso.
Así, Mazzón trabajó duro y a la fecha, el proyecto está terminado y listo para ser presentado. Probablemente, en la semana que se inicia.
Pero, en aquel momento, restaban dos problema por resolver, vinculados ambos con su comunicación.
A saber: quién debía hacerlo y qué debía decir. Resultaba casi obvio que la encargada debía ser Cristina. Y si debía ser Cristina, debía ser presentado como una medida de fondo, algo así como una garantía de transparencia democrática. De allí entonces que se resolvió calificarlo como reforma política y no como mero cambio de la ley de partidos políticos.
Cuando le comunicaron a Cristina, se sintió encantada. Por fin haría un anuncio donde la fila de los dispuestos a criticarla iba a menguar. Donde el discurso de los opositores se iba a dividir sin necesidad de recurrir a la billetera. Donde los periodistas se iban a ver en figurillas para continuar con su prédica "destituyente".
Pues, entonces, adelante.
La cuestión
Pero ¿En qué consiste, por fin, la citada reforma?
La respuesta está en el estudio de la legislación estadounidense. Allá, los candidatos a la presidencia se eligen a través de un sistema de elecciones primarias -no siempre, aunque dejemos las complicaciones para más adelante- simultáneas en los distintos partidos políticos a través del voto de quienes deseen llevarlo a cabo.
El mismo día, un ciudadano está capacitado para ir a votar por un candidato republicano o por un candidato demócrata. No por ambos, claro.
No se vota en todos los estados -equivalente de las provincias- en la misma jornada, sino en fechas sucesivas.
El esquema consiste en elegir delegados que, luego, en las respectivas convenciones de ambos partidos, nominarán a los dos candidatos presidenciales, el republicano y el demócrata.
La particularidad del esquema es que si el candidato A del partido republicano vence, aunque más no sea por un voto, a sus contrincantes dentro del mismo partido, automáticamente se lleva todos los delegados de dicho estado, quienes no pueden, en la convención, votar por otro aspirante. La única alternativa a dicha cláusula cerrojo es que el aspirante a quienes están atados resigne su candidatura, en cuyo caso quedan en libertad de acción.
Asimismo, el método de selección implica que la cantidad de delegados por estado -provincia- es proporcional a la población de dicho estado. Es decir que California, Nueva York o Texas eligen muchos más delegados que New Hampshire, Vermont o Dakota del Norte.
Los aparatos partidarios se reservan sólo una parte de la decisión final a través de lo que se conoce como "grandes delegados". Son aquellos nominados para tal desempeño por la directiva partidaria e incluye a ex presidentes, legisladores y ex legisladores, gobernadores y personas con importante trayectoria política.
Por lo general, los grandes delegados no deciden su voto hasta la finalización de las primarias. Es decir que la gran mayoría sólo acompañará, finalmente, a aquel candidato que reúna más delegados simples tras el proceso electoral en todo el país.
Diferencias
El proyecto Mazzón no contempla varios aspectos que sí contempla la legislación estadounidense. En el próximo párrafo explicaremos las razones.
No contempla el federalismo. Si bien las primarias son importantes y atraen la atención del periodismo, no en todos los estados se llevan a cabo. En realidad cada estado decide su método de selección, al igual que la fecha en que se lleva a cabo el procedimiento.
Ocurre que en diversos estados -poco menos de la mitad- el mecanismo electoral no es la primaria sino el "caucus" que consiste en asambleas por distrito, Junín o Marcos Paz por ejemplo, que eligen una especie de predelegados quienes finalmente eligen los delegados estaduales, siguiendo con el ejemplo, provincia de Buenos Aires.
Eso sí, tal como en el caso de la primaria, los votos en la convención partidaria nacional de los delegados del "caucus" quedan atados al precandidato que ganó las asambleas en el estado en cuestión.
El proyecto Mazzón no contempla variantes de decisión federal. En él, todas las provincias quedarán obligadas a elegir sus delegados a través del sistema de primarias. Y el calendario electoral tampoco será de resorte provincial sino que será dispuesto por el Ejecutivo Nacional.
Otra diferencia sensible es que en Estados Unidos el voto no es obligatorio y que quienes deciden votar, tanto en primarias como en generales, deben previamente inscribirse en los correspondientes registros.
No será así en el proyecto Mazzón. En las futuras primarias argentinas, el voto no será obligatorio pero cualquier ciudadano podrá ejercerlo sin necesidad de inscribirse.
No incluye "grandes delegados".
Razones K
Quién piense que la reforma electoral descripta persigue una mejoría en la calidad institucional Argentina, caerá otra vez en la ingenuidad de no entender que el objetivo es la perdurabilidad K.
Néstor tiene un objetivo de máxima: ser presidente en el 2011. Y uno de mínima: ser candidato a presidente por el Partido Justicialista en el 2011 aunque no gane y quedar así dueño del PJ al menos hasta la elección.
Veamos: si es candidato y gana -algo muy difícil dado su actual bajísimo índice de intención de voto y de imagen positiva- la cuestión queda saldada.
Si no gana, pues entonces es necesario ser candidato -es decir mantener la expectativa hasta la elección- y tratar de salir por delante de quién finalmente sea el candidato del peronismo disidente
En otras palabras si la elección es ganada por el acuerdo pan radical-socialista, pero Kirchner termina segundo por sobre el peronismo disidente quedaría legitimado como jefe opositor. En ese caso, su carrera política no habrá terminado y cualquier proceso judicial a que sea sometido podrá ser tildado de "persecución política".
Si algo no es discutible, tanto en la hipótesis de máxima como en la de mínima, es la necesidad de alcanzar nuevamente una candidatura presidencial. Y si pretende tener chance de no llegar tercero, deberá ser candidato del Partido Justicialista, no de un conglomerado social-progresista.
De allí que el sistema de las primarias es un anillo al dedo. Néstor encuentra enormes dificultades dentro del peronismo de Santa Fe, de Córdoba, de Entre Ríos y, en menor medida, de la Capital Federal y de Mendoza. No cuenta, además, con Chubut, San Luis, ni Salta. Debe pelear Misiones, y Corrientes y Catamarca le son inciertas. Con semejante panorama debe buscar un sistema que le permita potenciar a la provincia de Buenos Aires, donde si logra mantener, billetera mediante, la alianza con los intendentes justicialistas del GBA, es muy probable que se imponga.
Entonces, la primaria bonaerense le asegurará poco más de un tercio del total de delegados a la convención partidaria electoral que creará la ley. Con ellos y con los votos de algunas provincias chicas y medianas asegura su candidatura.
Es más, la simple posibilidad legal de las primarias puede convertir automáticamente a Néstor en el candidato oficial del Partido Justicialista.
Disidencia
Para los seguidores de Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Carlos Reutemann, Mario Das Neves, Juan Schiaretti y hasta Francisco De Narváez y Mauricio Macri,las primarias plantean todo un dilema. ¿Deben o no competir contra Néstor Kirchner por la nominación justicialista?
Probablemente, la decisión sabia será no hacerlo. Es que en la ley, habrá un artículo que prohibirá a quién pierde la nominación en un partido, presentarse luego por otro. Es decir si Reutemann pierde, por ejemplo, frente a Kirchner, quedará inhabilitado para ser candidato.
Por ende, es factible pensar en una primaria distinta a la del PJ. Es más, cobijados por un sello diferente, la primaria puede resolver, sin muchos traumas, la nominación final del candidato justicialista disidente.
La única duda radica en la pérdida del emblema oficial del peronismo. No tanto por una cuestión nostálgica, sino práctica. Aunque ya no son tantos, por razones de edad básicamente, todavía existe un remanente de voto cerrado que siempre introduce en la urna la boleta del PJ, cualquiera sea el candidato.
Obvio es que, como dice Duhalde, para ellos, con tal de que no gane Kirchner, no resulta malo un triunfo pan radical. Claro que también vale al revés.
En ese caso, el problema de los disidentes será alcanzar el segundo puesto, para acabar con Néstor y para que Néstor no acabe con ellos.
Párrafo para Macri. Con este esquema su chance se resiente. O se une a la disidencia peronista y compite allí en primaria, si lo dejan. O sale cuarto en la presidencial. En este último caso, seguramente decidirá disputar su reelección en la ciudad de Buenos Aires.
Oposición
Por último, para el acuerdo pan radical-socialista, el esquema permitirá superar las disidencias y favorece, a primera vista, a Julio Cobos, si logra conservar de aquí al momento de la primaria su actual imagen positiva.
Por su lado, si el oficialismo radical, la "resistencia" como se autodenominan, decide impulsar un candidato propio, podrá hacerlo sin que queden quebrados los puentes para la unidad final. Vale por igual para el socialismo.
Ello es así, porque la ley determinará que los precandidatos que compitan en la primaria, no serán de los partidos políticos, sino de las alianzas finales. En otras palabras, no se permitirán alianzas después de las primarias, sino antes. De mantenerse, el Acuerdo Cívico y Social opositor elegirá, en las primarias, un único candidato entre radicales, socialistas y demás fuerzas aliadas.
El dilema quedará entonces planteado para Elisa Carrió. O compite con Cobos y otros postulantes y resigna su posibilidad de ir por afuera. O se separa antes del Acuerdo y reduce sus posibilidades sólo al voto de sus seguidores.
Conclusión
Las primarias sólo conforman una nueva ingeniería política para asegurar la vigencia de Néstor Kirchner. Y, en tal sentido, son rechazables por cuanto no persiguen una mejoría de la calidad institucional y, por el contrario, profundizan el esquema de clientelismo político.
Pero, con todo, y dado su incierto resultado, aseguran, en principio -resta conocer el texto exacto del proyecto- al voto popular un protagonismo decisorio. Al menos, no contradicen la esencia de la democracia.
Otras Notas:
Muy probable resulta que gran parte -la enorme mayoría de nosotros- sintetice el objetivo en algo así como "vivir en una Argentina próspera, justa, democrática, republicana, seria, federal, respetada". Si no estamos de acuerdo en la totalidad de estas siete definiciones, seguro que lo estamos en más de la mitad. Por supuesto, entre ellas no figura la perdurabilidad de Kirchner.
¿Entonces? Entonces tenemos por un lado a Néstor, su mujer, los que hacen fortunas con ellos y quienes son sus funcionarios "sí nestorianos" y, por el otro, el conjunto que al menos está de acuerdo con más de la mitad de las definiciones de marras.
Reforma
Es a la luz de todo lo antedicho bajo la que se debe mirar la próxima jugada política de Néstor Kirchner, poseedor, a no dudarlo, de una iniciativa política envidiable.
Hace algo más de dos meses, el patagónico llamó a su asesor predilecto e integrante del más que restringido círculo áulico, Juan Carlos Mazzón, ante quien puntualizó los pasos a seguir para "profundizar el modelo" que, en buen criollo, significa perdurar en el poder.
Allí quedó delineada la táctica -estrategia no hay, porque la estrategia es poco modificable- para alcanzar el objetivo. Dura batalla contra los medios, en particular Clarín, enfriamiento -no solución- del conflicto con el campo, mayores recursos estatales sin ceder en nada su manejo discrecional y… reforma electoral que le permita continuar como líder del justicialismo, a los efectos de llegar a la candidatura presidencial en el 2011.
Mazzón, operador político de Néstor, debía -como es costumbre- supervisar todo pero se hacía cargo personalmente de la reforma electoral. Ninguna fue la sorpresa -atención antiimperialistas- cuando el asesor presidencial presentó el primer bosquejo que consiste en… una copia, con escasísimas modificaciones, del modelo de las primarias norteamericanas.
Cuando Néstor comprendió las ventajas -sus ventajas- de copiar el sistema del Tío Sam, rápidamente bendijo la iniciativa y pidió su estudio a fondo con veloz redacción del anteproyecto de Ley, incluida. Claro, todo debe hacerse antes del 10 de diciembre, fecha en que el Ejecutivo congelará la labor del Congreso.
Así, Mazzón trabajó duro y a la fecha, el proyecto está terminado y listo para ser presentado. Probablemente, en la semana que se inicia.
Pero, en aquel momento, restaban dos problema por resolver, vinculados ambos con su comunicación.
A saber: quién debía hacerlo y qué debía decir. Resultaba casi obvio que la encargada debía ser Cristina. Y si debía ser Cristina, debía ser presentado como una medida de fondo, algo así como una garantía de transparencia democrática. De allí entonces que se resolvió calificarlo como reforma política y no como mero cambio de la ley de partidos políticos.
Cuando le comunicaron a Cristina, se sintió encantada. Por fin haría un anuncio donde la fila de los dispuestos a criticarla iba a menguar. Donde el discurso de los opositores se iba a dividir sin necesidad de recurrir a la billetera. Donde los periodistas se iban a ver en figurillas para continuar con su prédica "destituyente".
Pues, entonces, adelante.
La cuestión
Pero ¿En qué consiste, por fin, la citada reforma?
La respuesta está en el estudio de la legislación estadounidense. Allá, los candidatos a la presidencia se eligen a través de un sistema de elecciones primarias -no siempre, aunque dejemos las complicaciones para más adelante- simultáneas en los distintos partidos políticos a través del voto de quienes deseen llevarlo a cabo.
El mismo día, un ciudadano está capacitado para ir a votar por un candidato republicano o por un candidato demócrata. No por ambos, claro.
No se vota en todos los estados -equivalente de las provincias- en la misma jornada, sino en fechas sucesivas.
El esquema consiste en elegir delegados que, luego, en las respectivas convenciones de ambos partidos, nominarán a los dos candidatos presidenciales, el republicano y el demócrata.
La particularidad del esquema es que si el candidato A del partido republicano vence, aunque más no sea por un voto, a sus contrincantes dentro del mismo partido, automáticamente se lleva todos los delegados de dicho estado, quienes no pueden, en la convención, votar por otro aspirante. La única alternativa a dicha cláusula cerrojo es que el aspirante a quienes están atados resigne su candidatura, en cuyo caso quedan en libertad de acción.
Asimismo, el método de selección implica que la cantidad de delegados por estado -provincia- es proporcional a la población de dicho estado. Es decir que California, Nueva York o Texas eligen muchos más delegados que New Hampshire, Vermont o Dakota del Norte.
Los aparatos partidarios se reservan sólo una parte de la decisión final a través de lo que se conoce como "grandes delegados". Son aquellos nominados para tal desempeño por la directiva partidaria e incluye a ex presidentes, legisladores y ex legisladores, gobernadores y personas con importante trayectoria política.
Por lo general, los grandes delegados no deciden su voto hasta la finalización de las primarias. Es decir que la gran mayoría sólo acompañará, finalmente, a aquel candidato que reúna más delegados simples tras el proceso electoral en todo el país.
Diferencias
El proyecto Mazzón no contempla varios aspectos que sí contempla la legislación estadounidense. En el próximo párrafo explicaremos las razones.
No contempla el federalismo. Si bien las primarias son importantes y atraen la atención del periodismo, no en todos los estados se llevan a cabo. En realidad cada estado decide su método de selección, al igual que la fecha en que se lleva a cabo el procedimiento.
Ocurre que en diversos estados -poco menos de la mitad- el mecanismo electoral no es la primaria sino el "caucus" que consiste en asambleas por distrito, Junín o Marcos Paz por ejemplo, que eligen una especie de predelegados quienes finalmente eligen los delegados estaduales, siguiendo con el ejemplo, provincia de Buenos Aires.
Eso sí, tal como en el caso de la primaria, los votos en la convención partidaria nacional de los delegados del "caucus" quedan atados al precandidato que ganó las asambleas en el estado en cuestión.
El proyecto Mazzón no contempla variantes de decisión federal. En él, todas las provincias quedarán obligadas a elegir sus delegados a través del sistema de primarias. Y el calendario electoral tampoco será de resorte provincial sino que será dispuesto por el Ejecutivo Nacional.
Otra diferencia sensible es que en Estados Unidos el voto no es obligatorio y que quienes deciden votar, tanto en primarias como en generales, deben previamente inscribirse en los correspondientes registros.
No será así en el proyecto Mazzón. En las futuras primarias argentinas, el voto no será obligatorio pero cualquier ciudadano podrá ejercerlo sin necesidad de inscribirse.
No incluye "grandes delegados".
Razones K
Quién piense que la reforma electoral descripta persigue una mejoría en la calidad institucional Argentina, caerá otra vez en la ingenuidad de no entender que el objetivo es la perdurabilidad K.
Néstor tiene un objetivo de máxima: ser presidente en el 2011. Y uno de mínima: ser candidato a presidente por el Partido Justicialista en el 2011 aunque no gane y quedar así dueño del PJ al menos hasta la elección.
Veamos: si es candidato y gana -algo muy difícil dado su actual bajísimo índice de intención de voto y de imagen positiva- la cuestión queda saldada.
Si no gana, pues entonces es necesario ser candidato -es decir mantener la expectativa hasta la elección- y tratar de salir por delante de quién finalmente sea el candidato del peronismo disidente
En otras palabras si la elección es ganada por el acuerdo pan radical-socialista, pero Kirchner termina segundo por sobre el peronismo disidente quedaría legitimado como jefe opositor. En ese caso, su carrera política no habrá terminado y cualquier proceso judicial a que sea sometido podrá ser tildado de "persecución política".
Si algo no es discutible, tanto en la hipótesis de máxima como en la de mínima, es la necesidad de alcanzar nuevamente una candidatura presidencial. Y si pretende tener chance de no llegar tercero, deberá ser candidato del Partido Justicialista, no de un conglomerado social-progresista.
De allí que el sistema de las primarias es un anillo al dedo. Néstor encuentra enormes dificultades dentro del peronismo de Santa Fe, de Córdoba, de Entre Ríos y, en menor medida, de la Capital Federal y de Mendoza. No cuenta, además, con Chubut, San Luis, ni Salta. Debe pelear Misiones, y Corrientes y Catamarca le son inciertas. Con semejante panorama debe buscar un sistema que le permita potenciar a la provincia de Buenos Aires, donde si logra mantener, billetera mediante, la alianza con los intendentes justicialistas del GBA, es muy probable que se imponga.
Entonces, la primaria bonaerense le asegurará poco más de un tercio del total de delegados a la convención partidaria electoral que creará la ley. Con ellos y con los votos de algunas provincias chicas y medianas asegura su candidatura.
Es más, la simple posibilidad legal de las primarias puede convertir automáticamente a Néstor en el candidato oficial del Partido Justicialista.
Disidencia
Para los seguidores de Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Carlos Reutemann, Mario Das Neves, Juan Schiaretti y hasta Francisco De Narváez y Mauricio Macri,las primarias plantean todo un dilema. ¿Deben o no competir contra Néstor Kirchner por la nominación justicialista?
Probablemente, la decisión sabia será no hacerlo. Es que en la ley, habrá un artículo que prohibirá a quién pierde la nominación en un partido, presentarse luego por otro. Es decir si Reutemann pierde, por ejemplo, frente a Kirchner, quedará inhabilitado para ser candidato.
Por ende, es factible pensar en una primaria distinta a la del PJ. Es más, cobijados por un sello diferente, la primaria puede resolver, sin muchos traumas, la nominación final del candidato justicialista disidente.
La única duda radica en la pérdida del emblema oficial del peronismo. No tanto por una cuestión nostálgica, sino práctica. Aunque ya no son tantos, por razones de edad básicamente, todavía existe un remanente de voto cerrado que siempre introduce en la urna la boleta del PJ, cualquiera sea el candidato.
Obvio es que, como dice Duhalde, para ellos, con tal de que no gane Kirchner, no resulta malo un triunfo pan radical. Claro que también vale al revés.
En ese caso, el problema de los disidentes será alcanzar el segundo puesto, para acabar con Néstor y para que Néstor no acabe con ellos.
Párrafo para Macri. Con este esquema su chance se resiente. O se une a la disidencia peronista y compite allí en primaria, si lo dejan. O sale cuarto en la presidencial. En este último caso, seguramente decidirá disputar su reelección en la ciudad de Buenos Aires.
Oposición
Por último, para el acuerdo pan radical-socialista, el esquema permitirá superar las disidencias y favorece, a primera vista, a Julio Cobos, si logra conservar de aquí al momento de la primaria su actual imagen positiva.
Por su lado, si el oficialismo radical, la "resistencia" como se autodenominan, decide impulsar un candidato propio, podrá hacerlo sin que queden quebrados los puentes para la unidad final. Vale por igual para el socialismo.
Ello es así, porque la ley determinará que los precandidatos que compitan en la primaria, no serán de los partidos políticos, sino de las alianzas finales. En otras palabras, no se permitirán alianzas después de las primarias, sino antes. De mantenerse, el Acuerdo Cívico y Social opositor elegirá, en las primarias, un único candidato entre radicales, socialistas y demás fuerzas aliadas.
El dilema quedará entonces planteado para Elisa Carrió. O compite con Cobos y otros postulantes y resigna su posibilidad de ir por afuera. O se separa antes del Acuerdo y reduce sus posibilidades sólo al voto de sus seguidores.
Conclusión
Las primarias sólo conforman una nueva ingeniería política para asegurar la vigencia de Néstor Kirchner. Y, en tal sentido, son rechazables por cuanto no persiguen una mejoría de la calidad institucional y, por el contrario, profundizan el esquema de clientelismo político.
Pero, con todo, y dado su incierto resultado, aseguran, en principio -resta conocer el texto exacto del proyecto- al voto popular un protagonismo decisorio. Al menos, no contradicen la esencia de la democracia.
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