“A Néstor hay que temerle”. Son estas palabras, dichas por varios miembros del Gobierno, las que reflejan el ambiente que se irradia desde el centro del poder y que tienen un protagonista fundamental: Néstor Kirchner. Hacia él convergen las miradas tanto de sus funcionarios como de sus adversarios. Su objetivo está ahora en lograr la recuperación del poder perdido en las elecciones del 28 de junio pasado. Por ese camino va también la venganza dirigida hacia todos aquellos que entiende dañaron su capital político y el de su esposa.
En la lista aparecen el campo, Julio Cobos, el periodismo, los funcionarios de su gobierno que se fueron, los intendentes bonaerenses “traidores” y gobernadores. En este sentido hay que reconocer que, hasta aquí, la tarea llevada adelante por el ex presidente en funciones viene siendo coronada por el éxito.
Algo parecido ocurrió con la media sanción que la Cámara de Diputados le dio al proyecto de Ley de Presupuesto para el año 2010.
Al asegurarles a las provincias productoras de petróleo un buen precio del producto en boca de pozo y al flexibilizar la Ley de Responsabilidad Fiscal, el Gobierno obtuvo los votos que le permitieron la aprobación y evitaron la discusión de aspectos fundamentales que hacen al manejo discrecional de los fondos públicos.
La cláusula que flexibiliza la Ley de Responsabilidad Fiscal conlleva un peligro potencial enorme. Las provincias con esto no solucionarán sus problemas.
Muy por el contrario, el hecho de que para hacer frente a sus deudas se deban endeudar aún más, las deja expuestas a situaciones de debilidad que ya en el pasado causaron enormes traumas a sus economías. Como bien dijo el diputado y ex gobernador de Santa Fe Jorge Obeid, quien supo ser kirchnerista, esto puede ser el comienzo “del caos monetario”.
Tampoco se atendió al reclamo de las provincias por una mayor coparticipación del impuesto al cheque que seguirá con sus actuales porcentajes, es decir, 70% para la Nación y 30% para las provincias.
Una verdadera perlita es el artículo 79 por el que se modifica la Ley de Administración Financiera, lo que llevó a preguntarse al diputado Esteban Bullrich “¿para qué sirve un presupuesto con un artículo que autoriza a que los gastos del 2010 se paguen con recursos del 2011?”
Tampoco se contempló la iniciativa del diputado por el Proyecto Sur-Buenos Aires Claudio Lozano de atender a la asignación universal del salario por hijo.
Y como muestra de discrecionalidad, está el capítulo II de la ley, en donde se lee que “el jefe de Gabinete podrá disponer ampliaciones en los créditos presupuestarios de la administración central, de los organismos descentralizados e instituciones de la seguridad social, y su correspondiente distribución, financiados con incremento de los recursos con afectación específica, recursos propios, transferencias de entes del sector público nacional, donaciones y los remanentes de ejercicios anteriores. Las medidas que se dicten en uso de esta facultad deberán destinar el 35% al Tesoro Nacional.”
Pero esta aprobación del proyecto de Presupuesto de 2010 tuvo otro ingrediente. Fue el episodio de transfuguismo protagonizado por los diputados de Unión PRO Julio Ledesma y Patricia Susana Gardella quienes, sorpresivamente, votaron a favor del proyecto del oficialismo. Como consecuencia de ello, el viernes mismo el diputado Francisco de Narváez los trató de “traidores”, y anunció que ambos fueron expulsados del bloque y que presentaría una denuncia judicial contra ellos.
Junto con estas reacciones de De Narváez es interesante repasar la respuesta que dio a esto uno de los protagonistas de este hecho, el diputado Ledesma, quien supo ser parte del kirchnerismo, del que se alejó cuando fue dejado de lado y no le cumplieron la promesa de acompañarlo en su afán de convertirse en intendente de La Matanza. Dijo Ledesma: “La traición tiene que ver con no presentar proyectos de contenido social, con ni siquiera ir a las sesiones. Me saqué la mordaza y voy a poder hablar porque, hasta ahora, estuve esperando que el presidente de mi bloque hablara, pero nunca lo hizo.”
Fuentes del gobierno señalan que Ledesma habló con Néstor Kirchner. Pero, más allá de eso, lo de Ledesma es una muestra del mar de idas y venidas, dudas, falta de estrategia, ausencia de cohesión y abundancia de apetitos personales de la desvaída oposición tanto dentro como fuera del peronismo.
En la semana que comienza, el Gobierno estaría en condiciones de anunciar una propuesta de arreglo para los bonistas que no entraron en el canje de deuda de 2005 (los famosos hold outs).
Es una buena señal que les abre las puertas a la Argentina a los mercados voluntarios, con tasas de interés sensiblemente más bajas que las que se supieron pagar últimamente. Esto le dará oxígeno a la necesidad de financiarse que tiene nuestro país.
La realidad ha ofrecido una muestra de lo que es la intolerancia y otra de lo que son el apriete y las operaciones de inteligencia de la peor calaña. En cuanto a la intolerancia, la crónica nos lleva a los hechos de violencia que sucedieron en San Salvador de Jujuy en la sede del Consejo Profesional de Ciencias Económicas en el que iba a disertar el senador Gerardo Morales, titular de la Unión Cívica Radical.
El hecho es repudiable e hizo bien el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y ex gobernador de la provincia, Eduardo Fellner, en condenarlo. Ahora, lo que debe hacerse, es investigarlo.
El otro hecho inquietante fue el episodio que tuvo como víctima a Carlos Pagni del diario La Nación. El video anónimo, de profusa circulación en YouTube y que increíblemente Canal 7 puso al aire, tiene las huellas digitales de los servicios de inteligencia. La manipulación y las ediciones, hechas con el afán de hacerlo aparecer a nuestro colega como prestándose a una operación de prensa con el objetivo de perjudicar a Repsol YPF, son tan burdas y evidentes, que no resisten el menor análisis.
El hecho es grave y debe inscribirse en el contexto de lo que son las denuncias que se vienen haciendo referidas a violaciones de los correos electrónicos de los que han sido víctimas dirigentes políticos y periodistas.
Es la metodología del apriete que tiene el sello K. Alguien que supo ser ministro de Cristina Fernández de Kirchner suele recordar que, tiempo después de haber renunciado a su cargo, se hallaba en un estudio de televisión para participar de un programa en el que se había anunciado su presencia.
Fue entonces que se encontró con un actual ministro, quien le confesó que le habían dado carpetas con información supuestamente comprometedoras para su ex colega. La historia terminó con el aún funcionario expresando su rechazo a todo eso y tirando las carpetas a la basura.
Hay quienes dentro del Gobierno son críticos de esta metodología del apriete.
Lo imperdonable es que lo callen. No se dan cuenta de que mañana las víctimas de estas acciones pueden llegar a ser ellos. De esto puede dar fe el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. ¿Estará tranquilo Sergio Massa, quien fuera sucesor de Alberto Fernández, y al que Néstor Kirchner, que nunca lo quiso, le endilga responsabilidad en la derrota electoral de junio pasado?
Alguna vez Joaquín Morales Solá fue víctima de los ataques de Néstor Kirchner a través de invectivas e información falsa desgranada desde el atril presidencial, sobre lo cual el ex presidente en funciones nunca le pidió disculpas públicas.
“No sé por qué Duhalde salió ahora con esa acusación de que lo espían, porque la verdad es que todos sabemos que esto es así desde hace mucho tiempo”, reconoce con increíble naturalidad un diputado del peronismo disidente.
A todas estas cosas tiene poco tiempo de prestarle atención la mayoría de la población agobiada por la dura realidad de la inseguridad con la que debe convivir todos los días. Es una realidad compleja y dolorosa, de difícil resolución, y que cuesta vidas.
La marginalidad y el delito van de la mano. Y la marginalidad en la Argentina sigue siendo alta. A eso no se lo soluciona distorsionando los índices del INDEK. Pero de eso, en el poder, no se habla. ¿Será porque, para el matrimonio presidencial, ese es otro “invento” de los medios?
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