Por Alexis Di Capo
La debacle del gobierno de Daniel Scioli agitó las aguas del PJ bonaerense. El consenso entre los intendentes peronistas del primer y segundo cordón era, esperar el segundo semestre del 2010 para plantarse y rechazar los planes electorales de Néstor Kirchner.
Pero ahora existe un nuevo escenario posible: de continuar la escalada de inseguridad y el desplome de Scioli, a éste se le puede hacer imposible continuar hasta diciembre del 2011. La preocupación oficial existe.
No por nada el juez federal Norberto Oyarbide aclaró públicamente que Claudio Zin no está involucrado en la mafia de los medicamentos, algo que debería ser objeto de prueba. Es que Kirchner estaría tomando conciencia de que su estrategia de debilitar a Scioli para someterlo ya no sirve.
Ahora tiene que darle oxígeno para que pueda seguir. Además, Alberto Balestrini ya demostró que, si le toca ser gobernador, trabajará para los intereses del aparato político provincial y no para Olivos. Esto lo probó pergeñando una reforma política que permitía el desenganche de la fecha de las elecciones nacionales.
Otro factor de desorden es que el renunciado Secretario General de la Gobernación, José Scioli, era el único vínculo efectivo entre su hermano y los 134 intendentes. Éstos ahora están buscando -y no encuentran- interlocutor con el gobernador.
Como Balestrini perdió la confianza política de Kirchner, también reina el desconcierto en la relación intendentes-Olivos. Es por eso que Kirchner ordenó la convocatoria urgente del Congreso del PJ bonaerense este sábado en Tres de Febrero.
Allí se tomará lista y se reelegirá a José María Díaz Bancalari como presidente del cuerpo. Una forma de controlar si pese al malestar por el veto de Kirchner a la reforma política, se mantiene la disciplina.
Para contentar a los barones del conurbano, la Ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner recibió instrucciones de no ceder a las presiones de los piqueteros no kirchneristas por los fondos del Plan Argentina Trabaja que manejan los intendentes.
Claro está que existe el riesgo de que los piqueteros, desahuciados, terminen haciéndose notar con un estallido social. Con Scioli convertido en una sombra de sí mismo y Balestrini en la lista de sospechosos, Kirchner volvió en los últimos días a tomar las riendas del peronismo bonaerense.
De la otra vereda
El tembladeral en las filas del oficialismo arrima agua para el molino de Eduardo Duhalde. Pero éste sabe de memoria que el tren necesita una locomotora, es decir, un candidato a gobernador que empiece a mostrarse. Los intendentes, en su juego pendular, ya saben que Kirchner se quedó sin candidato a gobernador. Pero cuando le preguntan a Duhalde, él tampoco les puede responder. Francisco de Narváez es el que mejor mide, pero cada vez le toma más el gusto a la idea de heredar a CFK.
Como están las cosas y cuando todavía no están del todo cerradas las heridas de la última campaña electoral, los emisarios de Duhalde empezarían a intimar a De Narváez.
Si no se decide a anunciar su candidatura a gobernador, el duhaldismo pondrá a otro en carrera para poder ordenar la tropa. El elegido es Sergio Massa, que cuenta con la simpatía de media docena de intendentes de la Primera Sección y hasta puede sumar al platense Pablo Bruera.
En las encuestas para gobernador, Massa figura apenas debajo de De Narváez. Su problema es que tiene que defender su feudo de Tigre. Si aparece como el candidato de los disidentes, es muy probable que Kirchner ordene su desestabilización.
Entonces Massa podría quedarse sin la gobernación y hasta sin la intendencia. Dos meses atrás, sacó la cabeza como posible sucesor de Scioli y hasta lo invitó a Al Gore. Pero, a los pocos días, una inédita oleada de robos y muertes convirtió a Tigre en la zona más insegura de Buenos Aires
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miércoles, 16 de diciembre de 2009
Publicado por Pulguita en 16:50
Etiquetas: buenos aires, duhalde, gobernador
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