La Oposición forzó al Oficialismo a reconocer su debilidad

viernes, 4 de diciembre de 2009

La oposición impuso ayer el peso de los votos logrados en las elecciones del 28 de junio y se quedó en la Cámara de Diputados con la mayoría de todas las comisiones, el lugar donde se cocinan los proyectos legislativos. El oficialismo, de todas formas, preservó la presidencia y la vicepresidencia segunda de la Cámara.



Toda la jornada estuvo atravesada por negociaciones rabiosas. Cuando por la noche la votación favoreció la jugada opositora, el jefe de la bancada oficialista aseguró que “nunca en la historia del Parlamento argentino” se había visto “una cosa así” y acusó a sus adversarios de “rejuntado”. “La oposición es mayoría y la vamos a ejercer”, le contestó su par del bloque radical, Oscar Aguad.

En resumen, la UCR, la Coalición Cívica, el Peronismo Federal, el macrismo, el Proyecto Sur, el SI y otros opositores deberán repartirse la mayoría de las comisiones. El jujeño Eduardo Fellner mantendrá la presidencia de la Cámara. El radical Ricardo Alfonsín será vicepresidente primero. La kirchnerista Patricia Fadel, vicepresidenta segunda. La tercera vicepresidencia quedó vacante, a la espera de un acuerdo en la oposición.

La primera postal de la nueva Cámara fue significativa: a media tarde la oposición tenía quórum aunque las bancas oficialistas estaban vacías y, por lo tanto, podían votar en soledad. Un signo de los nuevos tiempos.

Para entonces, un principio de acuerdo había volado por los aires con una patada de la presidenta Cristina Fernández, según confesaban en el Gobierno. La jefa de Estado no aceptaba que las mayorías de las comisiones estratégicas (Presupuesto y Hacienda; Juicio Político; Peticiones, Poderes y Reglamento, y Asuntos Constitucionales) quedaran en manos de la oposición. La frustración llevó al principal negociador oficialista, Agustín Rossi, a amenazar con su renuncia a la jefatura del bloque del Frente para la Victoria. Fellner también mascullaba su enojo.

En el interior de la oposición había estallado otro conflicto paralelo. Los peronistas encabezados por Felipe Solá se negaban a aceptar la oferta de los radicales y la Coalición Cívica, que les ofrecían la vicepresidencia tercera. “Vamos a denunciar otro pacto de Olivos”, intimaba un legislador del bloque de Solá.

La justicialista Graciela Camaño, quien tenía la facultad de asumir la presidencia por encabezar la comisión de Asuntos Constitucionales y darle el puntapié inicial a la sesión, fue y vino para acercar posiciones. Su protagonismo expresó el papel que en el futuro cumplirán los seis legisladores de su bloque “Peronismo sin patrones”: serán el fiel de la balanza que podría inclinar una votación para un lado o el otro.

También fueron componedores los representantes de la centroizquierda. Finalmente, con el espacio oficialista todavía vacío, Camaño ocupó la presidencia con el aplauso de la tribuna opositora que veía en su gesto la decisión de ir a fondo con la pulseada contra el kirchnerismo. La justicialista cumplió con la formalidad reglamentaria de dejar la presidencia en manos del legislador con más años: Lidia “Pinky” Satragno. Y la sesión comenzó.

El aire del recinto se cubrió de nerviosismo. La nueva Cámara amenazaba con comenzar hemipléjica. Eduardo Macaluse (SI) buscó frenar antes del choque y propuso un cuarto intermedio. Fue silbado por los opositores que querían forzar al oficialismo a reconocer su debilidad. Entonces entraron al recinto los representantes del kirchnerismo. Eran las 18.34.

Luego llegó el momento de las juras, por Dios, por la Patria, o por la Constitución, según la fórmula elegida.

En forma paralela, los principales referentes de la oposición se reunían en el hemiciclo ubicado detrás del recinto. Patricia Bullrich, de la Coalición Cívica, aseguró que el oficialismo rechazaba el acuerdo y, por lo tanto, propuso votar sin tenerlos en cuenta. “¿Qué jefe de bloque recibió el rechazo de Rossi?”, preguntó Macaluse. Nadie respondió. El silencio demostró que, en ambos bandos, había quienes jugaban a romper. Una delegación conciliadora retomó las negociaciones.

Finalmente, todos bajaron al recinto y a mano alzada se aprobó la designación de las nuevas autoridades y la mayoría opositora en las comisiones. Kirchner, tras tomar agua sin cesar, aplaudir a Rossi, se fue del recinto.

Ayer fue la jornada en que el oficialismo vivió por primera vez en la Cámara baja la sensación de ser minoría. Pero la oposición golpeó contra sus propios límites cada vez que emergía un cortocircuito entre sus filas. Así, en las horas que cruzaron una tarde y una noche, el nuevo Congreso quedó pintado con sus claros y oscuros.

Fuente: Crítica de la Argentina

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