Por Alfredo Leuco
Néstor Kirchner y Hugo Moyano son los dos hombres más poderosos de la Argentina y, a la vez, dos de los más desprestigiados. Es una de las paradojas argentinas.
Si uno se fija en la tabla de posiciones de la imagen positiva, tanto el jefe de la jefa del estado como el líder de la CGT están a punto de irse al descenso.
Sin embargo hay un consenso social que indica que Kirchner y Moyano son los dirigentes que mas poder de daño tienen. Y esa es la clave de la asociación por ahora lícita entre ambos. Son más que compañeros peronistas, socios o cómplices, según el cristal con que se mire.
Kirchner y Moyano, espalda contra espalda, controlan y comparten la propiedad de la calle y de la caja. Ambos son capaces de convocar a grupos de choque organizados y de disponer del efectivo suficiente como para operar en cualquier dirección.
Son los dueños del país, suele quejarse mucha gente. No es para tanto. Pero sí es cierto que de sus decisiones depende gran parte de lo que ocurra en nuestra bendita Argentina.
Aunque vienen de las antípodas del peronismo de los 70, hablo de la Juventud Peronista vinculada a Montoneros y la de la República Argentina impulsada por José López Rega, conviven en concubinato para defender los intereses comunes.
El patrón del peronismo que renunció en forma indeclinable pero que está por volver también en forma indeclinable y el mandamás de los trabajadores conducen de la misma manera: con miedo y con dinero.
Ambos disponen de infinitos fondos que no son propios pero que utilizan como propios y son mas temidos que queridos en el mundo político y sindical en el que se mueven. Si hay que apretar a los diarios que no son obsecuentes del gobierno allí está la patota de Moyano dispuesta a hacer lo que sea necesario. A bloquear empresas, a amenazar con tiros, a atemorizar cooperativistas.
Si hay que entregarle 1.000 millones de pesos de las obras sociales para que Moyano las maneje como se le cante, allí está la arbitrariedad de Néstor para designar en un santiamén nada menos que al apoderado del gremio de camionero.
Los Kirchner ponen al zorro a cuidar el gallinero y Moyano pone todo su aparato para limitar la libertad de prensa, para rogar que Néstor vuelva a la presidencia del PJ y sea presidente en el 2011 y para lo que guste mandar. A este intercambio de favores constantes y sonantes, a esta suerte de sociedad mafiosa, a esta ausencia de leyes, Graciela Ocaña la bautizó Moyanolandia.
Alerta que camina el moyano-kirchnerismo por América Latina. Es la República del Temor. La Argentina triste y peligrosa en la que mandan los que tienen el látigo más grande y la chequera más abultada.
Al revés de la creación de Walt Disney, Moyanolandia no tiene nada de divertido. Es el reino de la impunidad. Es la triste democracia patotera.
Si uno se fija en la tabla de posiciones de la imagen positiva, tanto el jefe de la jefa del estado como el líder de la CGT están a punto de irse al descenso.
Sin embargo hay un consenso social que indica que Kirchner y Moyano son los dirigentes que mas poder de daño tienen. Y esa es la clave de la asociación por ahora lícita entre ambos. Son más que compañeros peronistas, socios o cómplices, según el cristal con que se mire.
Kirchner y Moyano, espalda contra espalda, controlan y comparten la propiedad de la calle y de la caja. Ambos son capaces de convocar a grupos de choque organizados y de disponer del efectivo suficiente como para operar en cualquier dirección.
Son los dueños del país, suele quejarse mucha gente. No es para tanto. Pero sí es cierto que de sus decisiones depende gran parte de lo que ocurra en nuestra bendita Argentina.
Aunque vienen de las antípodas del peronismo de los 70, hablo de la Juventud Peronista vinculada a Montoneros y la de la República Argentina impulsada por José López Rega, conviven en concubinato para defender los intereses comunes.
El patrón del peronismo que renunció en forma indeclinable pero que está por volver también en forma indeclinable y el mandamás de los trabajadores conducen de la misma manera: con miedo y con dinero.
Ambos disponen de infinitos fondos que no son propios pero que utilizan como propios y son mas temidos que queridos en el mundo político y sindical en el que se mueven. Si hay que apretar a los diarios que no son obsecuentes del gobierno allí está la patota de Moyano dispuesta a hacer lo que sea necesario. A bloquear empresas, a amenazar con tiros, a atemorizar cooperativistas.
Si hay que entregarle 1.000 millones de pesos de las obras sociales para que Moyano las maneje como se le cante, allí está la arbitrariedad de Néstor para designar en un santiamén nada menos que al apoderado del gremio de camionero.
Los Kirchner ponen al zorro a cuidar el gallinero y Moyano pone todo su aparato para limitar la libertad de prensa, para rogar que Néstor vuelva a la presidencia del PJ y sea presidente en el 2011 y para lo que guste mandar. A este intercambio de favores constantes y sonantes, a esta suerte de sociedad mafiosa, a esta ausencia de leyes, Graciela Ocaña la bautizó Moyanolandia.
Alerta que camina el moyano-kirchnerismo por América Latina. Es la República del Temor. La Argentina triste y peligrosa en la que mandan los que tienen el látigo más grande y la chequera más abultada.
Al revés de la creación de Walt Disney, Moyanolandia no tiene nada de divertido. Es el reino de la impunidad. Es la triste democracia patotera.
Fuente: Radio Continental
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