Por Manuel Mora y Araujo *
Esta es una descripción de lo que hoy registran las encuestas, pero no es un pronóstico. Lo que suceda dependerá de otros factores.
La inflación fue el principal factor que desencadenó la declinación de la popularidad de Kirchner a mediados de 2007, cuando aún el viento soplaba a favor. Tal vez el Gobierno tiene otra versión y atribuye su declive a la sucesión de distintos incidentes y procesos desafortunados que le tocó vivir, en gran parte provocados por propia decisión.
La apuesta del Gobierno parece ser que el consumo tapa la inflación; ahora, cuánto consumo y cuánta inflación son compatibles con ese equilibrio está todavía por verse. La apuesta es riesgosa.
Las oposiciones todavía no han inventado una estrategia para tomar la iniciativa. Hoy es el Gobierno el que marca la cancha. Para los ciudadanos, el discurso prevaleciente es una sucesión de más ruidos que señales claras; para peor, lo que se entiende –cuando algo se entiende– no es muy creíble.
Los dirigentes opositores transmiten a diario que todo está muy mal; la mayoría de la gente no cree que todo está tan mal. Hablan del aislamiento creciente de la Argentina en el mundo; la gente registra que los presidentes del continente unánimemente designaron a Néstor Kirchner al frente de la Unasur.
El problema de las oposiciones es que no se diferencian. Los medios –a los que muchos ciudadanos han pasado a ver como actores de la oposición, tal como lo instala el Gobierno– muestran todo lo que sucede de un color monótonamente sombrío; la mayoría de la gente ve más matices.
Eso explica que un gobierno que tiene a dos tercios de la población en contra, o indiferente a su suerte, todavía pueda aspirar a ganar una elección presidencial. Los votantes no terminan de vislumbrar qué destino podría estar ligado al triunfo de algún candidato opositor. Si la economía está dejando a los argentinos dormir tranquilos, no tiene mucho sentido procurar convencerlos cada día de que están peor de lo que quieren creer. Tendría más sentido transmitirles qué pueden esperar de mejor si eligen una opción política distinta.
El mensaje de que cualquier cosa que venga será mejor que este gobierno es precisamente el mensaje que fortalece al Gobierno, porque para una gran parte de esos dos tercios de votantes potencialmente hostiles al oficialismo es un mensaje no atractivo, insustancial; es un no-mensaje.
*Rector de la Universidad Torcuato Di Tella
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