Los negocios poco bolivarianos con Venezuela

sábado, 1 de mayo de 2010

Por Jorge Lanata


Ahora que logró ubicarme, Claudio Gurmindo debe estar durmiendo tranquilo. Estoy en China: el jefe de redacción de este periódico duerme tranquilo y yo escribo nervioso. Para colmo, Gurmindo me pide que le cuente la historia de mi vida:


—¡Se confirmó lo de Venezuela! –brama exaltado por el teléfono.

—¿Y?

En Buenos Aires son las diez y veinte de la noche, y yo desayuno en Beijing a las nueve y veinte.

—¿Y qué querés que hagamos con Venezuela? ¿Notaste que estoy en China?

—Nada, que escribas de las notas publicadas en Perfil desde hace cuatro años.

Desde que colgué el celular estoy pensando si a alguien le interesa: denunciamos hace cuatro años una red de corrupción oficial tendida entre Argentina y Venezuela; dimos nombres y cifras. Ahora –que está tan de moda la exégesis de la palabra “investigación”– dimos montos, identificamos cuentas bancarias y evitamos el empolvado recurso de los verbos en condicional. No habrían robado. Robaron.

Al publicarse la primera de las notas, el ruido fue el de una implosión: un sonido seco. En la segunda nota una de las empresas involucradas nos envió una carta documento. Luego el enojo quedó en la nada. Entretanto, ninguno de los héroes enmascarados del periodismo independiente publicaba una puta sola línea sobre el asunto. Nadie lo levantó, nadie siguió la misma línea, nadie nada. Clarín, TN, Telenoche no investiga: nadie dijo nada.

El 10 de diciembre de 2006 este diario publicó, con la firma del autor de estas líneas más las de Romina Manguel y Luciana Geuna, una nota titulada: “Los oscuros negocios con Venezuela más allá de Sancor: qué mala leche”.

El 25 de febrero de 2007 siguió avanzando en el tema: “Peajes bien chévere”, fue el título. El 12 de agosto de 2007 Perfil publicó “El inquietante currículum de Uberti, mano derecha de De Vido”, y el 9 de marzo de 2008 una nueva denuncia sobre los fideicomisos se publicó en la tapa de Crítica de la Argentina, “Ojalá que llueva fuel oil”.

En verdad, el nombre de Sadous apareció en estas páginas todavía un año antes: en el mismo panorama de Perfil en el que se anunció en exclusiva la renuncia de Lavagna, el 27 de noviembre de 2005, un apartado mencionaba el famoso fideicomiso venezolano y la desaparición de noventa millones de dólares.

“El 26 de enero –decía el artículo– llegó a la Cancillería un cable del entonces embajador argentino en Venezuela, Alberto Sadous. El título del cable era ‘Grave situación’. Sadous, embajador de carrera nombrado allí por Duhalde, informaba de un tema verdaderamente grave: la falta de noventa millones de dólares del fideicomiso entre Argentina y Venezuela. El cable en cuestión ahorraba metáforas: ‘Esto afecta seriamente la relación’, decía, mencionando la palabra ‘corrupción’ al menos en dos oportunidades.”

En una nota posterior –e, insisto, en absoluta soledad– Perfil publicó bajo el subtítulo “El Che se fue de shopping” que otro de los negocios poco bolivarianos con Venezuela se refiere al mítico fideicomiso.

Diversas fuentes coincidieron en relatar a este diario el mecanismo utilizado: los 89 millones salieron del fideicomiso en Nueva York, volvieron a Venezuela, se vendieron en el mercado negro del dólar, se recompraron en el oficial y alguien se quedó con 13 millones de dólares de diferencia.

Según manifestó el canciller Bielsa a este diario, el general Freddy Balzán (medalla al combatiente internacionalista entregada por Fidel, ex corresponsal de Prensa Latina en Managua) envió a las 18.19 horas del 1º de febrero un curioso cable donde expresaba: “Como no tenemos experiencia en fideicomisos, retiramos todo ese dinero sin saber que podíamos hacerlo”.

La investigación publicada por Perfil desde 2005 abunda en datos de las empresas vinculadas, nombres de los funcionarios involucrados y repercusiones políticas posibles: el rol de Nilda Garré y Alicia Castro, los insólitos favores recibidos por ascensores Servas, etc.

El escándalo de Venezuela tiene tres “patas” judiciales: la desaparición de dinero del fideicomiso, el pago de coimas por parte de las empresas para entrar en los tratados bilaterales y el caso de ascensores Servas en particular. Esto es, todo lo publicado por Perfil hace cinco años.

Sadous declaró en una causa, que Kirchner ignoró durante el primer año y medio, al punto de no nombrar abogado que lo representara, la denuncia de asociación ilícita hecha por Carrió. De Vido y Uberti fueron mas juiciosos: el primero contrató al Estudio Virgolini, y el hombre de la valija a Diego Pirota, del estudio de Darío Richarte.

—Es una infamia, una calumnia que embarra a mucha gente. Después de siete años no entiendo qué pueden estar buscando –dijo el ministro De Vido, enredándose en un extenso relato sobre el comienzo de las relaciones bolivarianas, con una curiosidad: “El acta la redactó Martín Redrado, que hizo un trabajo brillante”. ¿De Vido elogiando a uno de sus enemigos, o un mensaje a Redrado pidiéndole buena memoria?

Tarde pero seguro, el tema parece haber ganado los titulares.“El caso de Venezuela va a ser para K como el de las armas para Menem”, así comenzaba una de las notas citadas. Ahora que por fortuna todos hablan, quizá el tema llegue a preocuparle a la gente.

Iba a terminar diciendo: “Me encantaría creerlo. De acá a la China”. Pero creo que debería cambiar la frase

0 comentarios: