Aníbal, soldado de la corona. Moreno, soldado de la causa.

lunes, 17 de mayo de 2010

Por Carlos Salvador La Rosa


"De un momento a otro nos hemos convertido en el superagente 86" Rubén Mira. Guionista de la historieta "La Nelly", publicada en el diario Clarín.

Yo espío, tú espías, todos espiamos. En la Argentina actual nos estamos acercando peligrosamente a ese estado de cosas, lo que implica una debilidad institucional monumental.

Pero sólo en lo político, porque en lo económico las fortalezas siguen siendo mucho mayores que las debilidades.

Incluso, el principal problema económico -la inflación- tiene muchísimo que ver con esa lógica del espionaje y la conspiración, propia de un sistema político paranoico, encerrado en sí mismo, aislado del mundo.


Así, la SIDE se ocupa de espiar a todos los enemigos del gobierno pero también a los amigos que se pueden volver enemigos. O sea, a todos. Y aún más: dentro de la propia SIDE los espías setentistas nombrados por la actual gestión espían y son espiados por los espías que quedaron en dicha organización desde la época del proceso militar.

Mauricio Macri, al no poseer tantos recursos económicos como los Kirchner, acaba de ser procesado por contratar part-time a unos espías que dividían su tiempo de espionaje un poco al servicio del jefe de policía de Macri, otro poco para la Policía Federal, y el resto para seguir espiando a pedido de las empresas del papi de Mauri.

Por otro lado, un par de historietistas del diario Clarín mandan -según el jefe de gabinete, Aníbal Fernández- mensajes mafiosos a la presidenta de la Nación a través de "La Nelly". Mensajes que advierten a Cristina Fernández que Héctor Magnetto conoce muy bien el nombre de sus custodias personales, ya que los mandó espiar.

Felizmente para el país, aún la trama del espionaje nacional es un tanto módica. Por ahora, los principales espías y espiados son historietistas, choferes, custodios presidenciales o cuñados de políticos. Todo más cerca de una serie televisiva humorística que de espionajes como el del Watergate, los de la guerra fría EEUU-URSS o los que solía ejecutar la bella Mata Hari.

Aníbal y Moreno, súper-espías del rey

Mientras deshoja la margarita a ver si se decide por cumplir sus funciones de secretario general de la Unasur a tiempo completo o si las alterna con su cargo -hasta ahora virtual- de diputado nacional, Néstor Kirchner recorre el país en nombre de sus otras dos actividades complementarias: presidente del Partido Justicialista nacional y pre-candidato presidencial del Frente para la Victoria.

No obstante ese cúmulo de actividades que quizá no le demanden mucho esfuerzo (para la Unasur aún no hizo nada, al Congreso no va nunca, el Partido Justicialista está de hecho cerrado y las elecciones son dentro de un año y medio), sí le requieren mucho tiempo.

Eso es lo que lo llevó a descuidar un tanto el funcionamiento de sus dos espías principales, sus dos mastines privilegiados: Aníbal Fernández y Guillermo Moreno, su mano derecha y su mano izquierda. Sus títeres más divertidos, más entrañables.

Es que cuando no tenía tantos cargos formales, Néstor daba las órdenes de espionaje a sus dos súper-espías como sigue haciendo hoy, pero también los monitoreaba personalmente en la ejecución de sus directivas, quizá un tanto prevenido por las torpezas manifiestas de ambos leales seguidores.

Pero ahora sólo tiene tiempo para dar las órdenes pero no para supervisarlas personalmente. La diferencia se nota porque los espías descontrolados no dejan macana por hacer.

Aníbal, soldado de la corona. Moreno, soldado de la causa. Nada más opuestos que Aníbal y Moreno en sus motivaciones de fondo. Aníbal siempre fue un soldado de la corona, la ocupara ésta quien la ocupara. En cambio Moreno es, y fue siempre, un soldado de la causa nacional y popular.

Uno es el pragmatismo extremo; el otro el ideologismo superlativo. Duhalde jura y rejura que mientras revestía a sus órdenes, Aníbal era de todos sus "fieles" el que más a la derecha estaba (y para quien conoce a la tropa de Duhalde, estar a la derecha de la misma es toda una proeza); en cambio ahora Aníbal es el más izquierdista de todos, a tono con su nuevo amo y señor.

El otro siempre pensó como piensa ahora. Cuentan sus cada vez más innumerables biógrafos (todos no autorizados) que en los '90 a Moreno le decían el "loco" porque se la pasaba visitando unidades básicas peronistas que se vaciaban cuando él llegaba, porque lo único que predicaba era el modelo estatista intervencionista que practica hoy hasta el hartazgo en su cargo de secretario de Comercio.

Yes bien sabido que en esas épocas menemistas, la lealtad peronista se medía según quién más privatizador era; como ahora ocurre exactamente igual pero al revés.

Por eso, en aquellos tiempos, mientras Aníbal era el más menemista de todos los peronistas, el "loco" Moreno era el más antimenemista de todos. No obstante, ahora los dos encontraron su lugar en el mundo. Porque la corona -a la que siempre defendió el Aníbal- está en la cabeza de alguien que responde a la causa que siempre defendió el "loco".

Paradojas de estos tiempos cuando los partidarios de la "patria peronista" y la "patria socialista" de los '70 ya no se matan entre sí, sino que ahora se unen contra todos los que no son parte de ninguna de ambas "patrias".

Aníbal contra los mediáticos. El problema es que sin control estricto del rey, Aníbal hace valer en grado preocupante sus deseos un tanto frívolos de ser reconocido por todos los argentinos como una figura mediática equiparable a Tinelli o Rial. Reconocimiento que bien merecido lo tiene por su capacidad para provocar escandaletes y causar risas igual o más que aquellas estrellas del espectáculo a las que busca imitar.

Pero la fortuna no lo acompaña y entonces -pese a su altísimo cargo en el gobierno nacional- aún no le ha sido dado más que polemizar con Nicole Neumann, Amalia Granata o La Nelly, todas figuras menores del espectáculo. Y para colmo pierde el debate con todas (esta semana ni siquiera le pudo ganar la discusión a la modelo Jazmín de Grazia, pese a ser ella panelista del ultraoficialista programa televisivo "Duro de Domar").

Es que el pobre Aníbal se muere por polemizar con estrellas de la talla de Mirtha Legrand, pero ésta no lo ve a su altura. Yél sufre -con toda razón- tanto desprecio.

El "loco" contra el mundo. En cambio, el "loco" Moreno no se ocupa de frivolidades como Aníbal. Él está para cosas mayores, muy mayores, como ocuparse de que el Indec diga la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, con respecto a la inflación.

No obstante, tampoco le va demasiado bien, porque mientras el Indec de Moreno afirma con datos incontrastables que la Argentina es uno de los países con menos inflación, las agencias estadísticas del imperialismo mundial aseguran -por el contrario- que junto con Venezuela somos los dos países con mayor inflación del mundo (habiendo incluso superado ya a los varios países africanos que peleaban por el mismo premio).

Moreno siempre se enoja con tamañas infamias del imperio y sus aliados oligárquicos locales, pero mientras Kirchner lo marcaba de cerca, le podía controlar sus desmanes calmándole sus justas pasiones.

Mas ahora que Néstor está tan ocupado, el "loco" quiere hacer justicia por mano propia y por eso decidió declarar la guerra a Brasil, la Unión Europea y China -todos juntos a la vez-, impidiéndoles que nos invadan el mercado local con jamones extranjeros y demás comestibles burgueses por el estilo, guerra en la que no parece irle del todo bien, a juzgar por la reacción de los países afectados.

Sin embargo -según fuentes no del todo desconfiables- parece que Kirchner está pensando en sugerir a Grecia que contrate a Moreno para solucionar su monumental crisis (así como en los '90 Menem sugirió a Cavallo para solucionar la crisis de Rusia).

Es que en opinión de don Néstor, Grecia no tendrá soluciones mientras siga las recetas de FMI que sólo le piden más ajuste. Por el contrario, Kirchner piensa que la crisis de los griegos se debe a que los descubrieron en sus mentiras estadísticas, según las cuales decían poseer superávit cuando en realidad tenían un déficit de los mil demonios.

Con Moreno eso no se habría descubierto nunca, piensa Néstor y de allí su propuesta de enviárselos. El problema es que nadie está del todo seguro acerca de si Moreno llegará a tiempo para solucionar el desmán griego. Pero de lo que sí todos están seguros es que, si se va, la Argentina tendrá un problema menos.

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