Néstor Kirchner ha iniciado el recorrido de un camino largo y sinuoso

miércoles, 5 de mayo de 2010

Por Eduardo van der Kooy

Néstor Kirchner ha iniciado el recorrido de un camino largo y sinuoso con la esperanza de que pueda acercarlo, en algún momento, al complicado objetivo del regreso a la pelea presidencial para el 2011. Esa puede ser la lectura más realista del empeño político y diplomático que depositó el matrimonio presidencial para encumbrar al ex presidente hasta la Secretaría General de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Algo que consiguió ayer por la unanimidad de sus doce miembros.



El sillón obtenido es, todavía, un lugar repleto de virtualidad. El bloque regional no existe como tal, porque más de media docena de naciones no lograron su ratificación parlamentaria. Entre ellas, las propias Argentina y Uruguay. Los vaivenes políticos en esos países suelen actuar como un freno.

La Unasur vio sus primeras luces en el 2005 pero su conformación ha sido enredada. Promueve una integración económica, política y cultural que cuesta cristalizar. Un caso: el primer proyecto lanzado por el bloque fue la construcción de la Carretera Interoceánica entre Brasil y Perú, que atravesará Bolivia.

Brasil llegaría así al Pacífico y Perú al Atlántico. El financiamiento corre un 60% por parte de los brasileños y un 40% por parte de los peruanos. La estimación de la finalización de la obra se había fijado para el 2009. Pero debió correrse, ahora, al primer trimestre del 2011.

Las relaciones internacionales nunca constituyeron un tema de desvelo para Kirchner. Poco y nada le importó, por ejemplo, que la relación bilateral con Washington boyara en las aguas de la nada tras la discusión que tuvo con George Bush, en la Cumbre continental que en el 2005 se celebró en Mar del Plata.

También dejó fluir, sin inmutarse, el conflicto con Uruguay por la pastera Botnia. La concurrencia a la Corte de La Haya respondió, sin dudas, a la necesidad de ganar tiempo y descomprimir la política interna, azuzada por los asambleístas de Gualeguaychú.

El vínculo con la España de José Luis Rodríguez Zapatero se mantuvo sólo por la tenacidad y paciencia del líder socialista: pero ahora ese gobierno está en un tobogán, acechado por la crisis económica y social.

Tanto valor le asigna ahora Kirchner, en cambio, a su llegada a la escena internacional que ordenó hacer un fino trabajo político y diplomático para despejar un sendero que se exhibía lleno de malezas. Esos obstáculos fueron desapareciendo.

Kirchner tuvo la colaboración inestimable del presidente de Ecuador, Rafael Correa. El ecuatoriano ejerció hasta ayer la titularidad temporal del bloque. Su canciller, Ricardo Patiño, hizo la semana pasada una gira por cuatro países de la región que todavía resistían la nominación de Kirchner. Perú parecía, en ese aspecto, el más firme.

La presencia de Cristina Fernández en Lima durante el mes de marzo y su pedido público de disculpas por la venta clandestina de armas a Ecuador, en la década de Carlos Menem, sirvieron para suavizar algunas de aquellas resistencias de parte de Alan Garcia.

Pero no todas. Perú hizo trascender el mismo presentimiento que otros vecinos de la región prefieren mantener en silencio: la posibilidad de que Kirchner utilice sólo el Unasur como plataforma para suceder en el poder a su esposa, Cristina. Sería un duro golpe de confianza para un bloque que todavía no se empezó a consolidar.

Perú aflojó al tiempo que otros países dieron señales de bendición para el ex presidente argentino. Uno de ellos fue Colombia: Alvaro Uribe no tiene buen diálogo con los Kirchner y le fastidia, sobre todo, la proximidad del matrimonio a Hugo Chávez.

Un gesto importante para el ascenso de Kirchner al timón del Unasur lo terminó haciendo, aunque suene paradójico, el nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera. Aunque para ese gesto del mandatario derechista fue necesaria una discreta negociación.

¿Cuál? Que el gobierno kirchnerista no objetara la designación del veterano abogado, Miguel Otero, como embajador en Buenos Aires. Otero tuvo lazos públicos con la dictadura de Augusto Pinochet. Pero los Kirchner optaron por no levantar la voz y el embajador trasandino tuvo su plácet.

Cristina se encargó de hacer el resto. Fuentes diplomáticas marcaron la "extrema buena disposición" de la Presidenta en el par de entrevistas que ya tuvo con Piñera.

El apoyo más complicado fue, sin dudas, el de Uruguay. La nominación de Kirchner en la Unasur estaba paralizada por el veto impuesto por el ex presidente Tabaré Vázquez. Ocurrió en medio del desacuerdo profundo sobre Botnia. José Mujica dio una vuelta de campana a esa decisión. No sólo levantó la interdicción al argentino: ayer acompañó el consenso para su nominación, aunque dejó en claro que tanta generosidad podía acarrearle problemas de política interna si los Kirchner no tienen alguna correspondencia con él.

"Teniendo contradicciones muy fuertes en mi país, a este presidente la cuesta el paso que da", afirmó Mujica al avalar la designación del ex presidente argentino. Sabía de qué estaba hablando: la oposición Colorada y Blanca criticó enseguida, duramente, el cambio de postura de Mujica.

Pero el mandatario se guardó una sorpresa para atenuar el posible efecto negativo en la opinión pública: regresó acompañado a Montevideo por Lula da Silva. El presidente brasileño anunció un paquete de inversiones en la otra orilla del Río de la Plata.

Mujica le ha dado en pocas semanas a los Kirchner el oxígeno político que siempre les negó Tabaré. No sólo por el respaldo al ex presidente en el bloque regional. También por el margen de tiempo concedido para que el matrimonio presidencial desbarate el bloqueo del paso fronterizo que desde el 2006 realizan los asambleístas de Gualeguaychú. Los Kirchner cumplieron su primera parte: la policía impidió ayer en Zárate el paso de unos 60 manifestantes que querían repudiar a Mujica.

Queda por delante la tarea más ardua. No hay plan de corto o largo plazo de los Kirchner para afrontar el desafío de los asambleístas. El tiempo de Mujica no es infinito y podría estar condicionado, en buena medida, por los resultados de las elecciones a alcaldes que se celebrarán el próximo fin de semana en Uruguay. Un éxito del Frente Amplio en las intendencias importantes -las de Montevideo y Maldonado, se descuentan- le robustecería el crédito político a Mujica. Los Kirchner, han encendido algunas velas.

El interrogante para el matrimonio sería descubrir si la maniobra internacional por la cual apostaron como nunca podrá tener alguna influencia en una opinión pública inquieta por otros motivos. Veamos algunos: la inseguridad, el galope inflacionario, las denuncias sobre corrupción -en especial en la relación con Venezuela- que se derraman como una mancha enorme sobre el Gobierno de Cristina.

Ese problema indujo definitivamente a Kirchner a no abandonar su banca en Diputados. Los fueros son, en estas circunstancias, imprescindibles ante una ofensiva judicial.

Pero no sería la única razón. Kirchner no quiere desentenderse de un bloque que tiene visibles problemas internos. La permanencia de Agustín Rossi, al frente del bloque oficial, significa para el ex presidente una garantía.

La llegada a la Unasur sería, entonces, el primero y más sencillo paso de Kirchner en su ambición por volver. Falta ver si el PJ se despierta, cómo se aglutina la oposición y qué sucede con un humor popular en caída libre.

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