Solá y Duhalde serán los que definan quién encabeza la pelea con Kirchner

viernes, 14 de mayo de 2010

Por Julio Blanck


Viendo cómo opera Néstor Kirchner para reconstruir su potencia electoral, poniéndole doble cerrojo a cualquier intento de autonomía de los gobernadores, los referentes del peronismo opositor eligieron volver a las fuentes. Mientras meditan acerca de cómo resolver el dilema, decidieron atender una vieja recomendación de Juan Perón: "Desensillar hasta que aclare".


Cambiaron la tentación del desafío inmediato contra Kirchner por un trabajo menos vistoso, pero quizás más efectivo, de consolidación territorial. Suponen que hacerse fuertes en sus distritos les servirá de base para armar un frente que le presente al electorado una alternativa peronista más atractiva que la que pueda ofrecer Kirchner, por sí mismo o con algún candidato substituto.

Todos apuntan al período entre finales de este año y comienzos del próximo. Nadie va a poner la cabeza para que el kirchnerismo se la rebane, antes que la proximidad electoral les sirva a todos como resguardo. El ejemplo más claro es el de Carlos Reutemann. Pero el senador por Santa Fe hace tantos gestos de desapego por una eventual candidatura, que ya ninguno de sus aliados cree que vaya a decidirse finalmente a asumir esa responsabilidad. Ni ninguna otra.

He aquí un pequeño problema: ¿Si no es Reutemann, quién? ¿Quién puede alinear a los fragmentos del peronismo no kirchnerista y al mismo tiempo seducir a sectores independientes de la sociedad? ¿Sin un liderazgo visible pueden ir a pelearle la interna del PJ a Kirchner? Demasiadas preguntas para casi ninguna respuesta.

Volviendo a Perón, y para decirlo más sencillo: el peronismo opositor desensilló, pero no sabe si algún día volverá a aclarar.

Desensillados de la fantasía de pelear ya, mano a mano, con Kirchner, la clave del nuevo plan del peronismo opositor es, como siempre, la provincia de Buenos Aires. Aunque allí se superponen el armado que intenta Eduardo Duhalde, con mucho entusiasmo pero hasta ahora con resultados visibles poco cautivantes, y el trabajo conjunto que, a regañadientes de ellos mismos y de sus enconos, empezaron a desarrollar Felipe Solá y Francisco De Narváez.

Abundan las sospechas. Algunos piensan que Duhalde terminará ofreciéndole la candidatura presidencial a Mauricio Macri. Otros dicen que Duhalde, que empezó a achicar su imagen negativa según algunas encuestas, solamente trabaja para sí mismo, y que sueña con De Narváez apoyándolo como candidato a gobernador bonaerense y a Macri como sostén en Capital, presentándose a la reelección.

Con Reutemann preservando su espacio en Santa Fe, Das Neves tratando de proyectarse desde Chubut, los Rodríguez Saá siempre patrones en San Luis, Juan Carlos Romero y Ramón Puerta consolidando enclaves en Salta y Misiones y la figura mediática de Martín Redrado jugada como alternativa en Capital, lo que completa el nudo central de este rompecabezas está en Córdoba y Entre Ríos.

Mientras discuten si finalmente irán a la interna contra Kirchner o si armarán lista por afuera, y en medio de cierta confusión generalizada, el que volvió a regar la plantita de la candidatura mayor es Felipe Solá. Ayer se reunió con un consultor que le auguró perspectivas interesantes. También habló con Adolfo Rodríguez Saá. Y esta semana hasta tuvo una entrevista con Macri.

Solá pretende una modernización del peronismo, sin que eso signifique demoler lo bueno que hayan hecho los Kirchner. Tiene varios problemas: su relación difícil con la dirigencia peronista y su falta de plata para la campaña, rubro en el que otros lo superan cómodamente. Pero también acredita alguna ventaja: conserva buena imagen y tiene alto perfil desde su jefatura del peronismo opositor en el Congreso.

Si otros se quedan por el camino, quizás terminen siendo Solá y Duhalde los que definan quién encabeza la pelea con Kirchner.

Frente a este panorama, algunos juran que Kirchner se relame y casi festeja por anticipado. Pero el porrazo fenomenal contra De Narváez/Solá, en la elección del año pasado, no debería ser considerado solamente como un dato estadístico, o como una casualidad ingrata del pasado que jamás se pueda repetir.

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