Para los Kirchner la política es sólo Victoria o Derrota, nunca Acuerdo

martes, 16 de febrero de 2010

Por Carlos Tórtora

¿Puede seguir funcionando un gobierno autoritario cuando queda en minoría en las dos cámaras del Congreso?

La pregunta, en la teoría política tiene tres alternativas: debe dejar de ser autoritario, cerrar el Congreso o irse. Pero en la práctica las cosas siempre son más complicadas. El cambio de la marea política hace que Néstor Kirchner esté al borde de tener que cogobernar con el Congreso.


Esto es, negociar una ley del Fondo del Bicentenario con importantes límites para la utilización de las reservas para el pago de la deuda y acordar también modificaciones a la reforma K del Consejo de la Magistratura, la reglamentación de los DNU y el funcionamiento del INDEC.

En este proceso, el matrimonio Kirchner podría asegurarse su estadía en Olivos hasta diciembre del 2011, cediendo una cuota de poder todos los días. Pero nada les asegura que la espiral inflacionaria y la puja distributiva más el descontrol piquetero no les den a los Kirchner un final al estilo Alfonsín, con adelantamiento de elecciones.

Pero el principal obstáculo que el kirchnerismo tiene para cogobernar con el Congreso es que no está capacitado para hacerlo. En Olivos la política es sólo victoria o derrota, nunca acuerdo. Kirchner y su núcleo duro están convencidos -y tal vez tengan razón- de que si negocian el Fondo del Bicentenario con la oposición, esta señal de debilidad marcará una escalada de rebeliones en el PJ -empezando por los bonaerenses- así como presiones gremiales y empresarias insoportables. Él sólo puede conservar el poder si lo retiene al cien por ciento.

Las señales indican que el gobierno está a punto de apelar a sus recursos clásicos: denunciar nuevamente un complot, que incluiría a radicales, duhaldistas, empresarios y Clarín, y amenazar con el caos y la movilización callejera de su aparato político si la oposición no le otorga discrecionalidad para utilizar las reservas, o bien, vetar las leyes que no le convengan.

Si aun así, el Congreso no cede, los Kirchner (que no pueden cerrar el Congreso) llegarían a la encrucijada de la tercera alternativa. O sea, irse.

La renuncia de Julio Cobos a la vicepresidencia es la pieza clave de esta opción de máxima. Un gobierno títere presidido por Juan José Pampuro, o el kirchnerista que lo suceda, le permitiría a Kirchner seguir manejando los resortes del poder, culpar a la oposición por la ingobernabilidad que seguramente sobrevendrá y lanzar su candidatura como la única solución posible.

El problema es qué pasará si Cobos no renuncia, o si lo hace, pero la ofensiva opositora en el Senado coloca a Juan Carlos Romero o a otro antikirchnerista en la Presidencia Provisional. En ese caso, abandonar el gobierno significaría perder el poder automáticamente y a la vez sacar un abono para Comodoro Py.

Excepto que logre recuperar la mayoría en el Senado, lo más probable es que a partir de la semana que viene la dialéctica oficial “Kirchner o el caos” nos lleve a una etapa de creciente incertidumbre. Hasta que el matrimonio presidencial se adapte a ir cediéndole poder al Congreso a cambio de sobrevivir como pueda o decida, en cambio, patear el tablero.

En cualquiera de las dos variables, lo más probable es que la crisis política complique día a día las variables económicas y que éstas, a su vez, retroalimenten las tensiones políticas.

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