En la guerra por intentar revertir los crecientes niveles de imagen negativa que le atribuyen todas las encuestas, el Gobierno cuenta con la ayuda de distintos grupos de cibermilitantes organizados para defenderlo en Internet, otro de los terrenos esquivos para los Kirchner.
Una interesante investigación del diario Clarín revela hoy el accionar de estos cibermilitantes que se disfrazan de usuarios y desembarcan en sistios como La Política Online con comentarios prefabricados en favor del gobierno o en contra de algún opositor, que pegan masivamente en todos los artículos. También reproducen artículos de medios oficialistas.
"Según nuestras mediciones, un 70% de todos los comentarios en las redes sociales sobre Cristina Kirchner y el Gobierno son negativos", dice Jonathan Ríos, del departamento de Marketing & Research de la consultora BGL. Su tarea es analizar la presencia y la imagen de marcas y personas en el "universo social", es decir en los blogs y microblogs personales, y en las nutridas comunidades de Facebook, Twitter, Ning, Flickr o YouTube: espacios donde los usuarios se inscriben espontáneamente para opinar sobre algo o sobre alguien.
"Para medir las opiniones de la gente en estos expacios utilizamos varias herramientas", explica Ríos. "Primero corremos dos programas que nos dan un informe sobre la visibilidad de la marca o persona que estamos midiendo, y cuáles son los medios en los que más aparecen. Luego se evalúan ciertas palabras clave, tópicos del momento, historias o notas más comentadas y compartidas, la voz de los usuarios más influyentes en el medio, la repercusión sentimental generada y las tendencias de publicación. Después utilizamos plataformas profesionales en las que ingresamos todos estos datos, le indicamos al sistema cuales son las palabras negativas, positivas o neutras, y en qué medios queremos realizar la medición. A través de un procesamiento de lenguaje natural, la información es analizada y segmentada".
La explosión de estas ágoras virtuales es la principal diferencia de la llamada "Web 2.0" con la Internet tradicional. Aldo Leporati, de la consultora Porter Novelli, advierte que los políticos argentinos deberían 'cuidar' lo que se dice sobre ellos en las redes sociales, "porque ahora la gente tiene voz y voto. Los usuarios crean grupos de interés; inician y mantienen conversaciones para opinar, participar, compartir ideas, producir audios y videos y averiguar sobre distintos temas. Los consumidores se convirtieron en 'prosumidores'".
El uso de los buzz
En la jerga 2.0, los comentarios, posteos y conversaciones que circulan en las redes sociales y los blogs reciben el nombre genérico de "buzz", y refieren a las percepciones y rumores que sobre determinado tema o persona surgen de esos comentarios. Algunos especialistas en el uso de nuevas tecnologías también llaman a estas participaciones "información social", y sus análisis les asignan cada vez más importancia.
Como parte de este nuevo menú de herramientas participativas, las redes sociales ofrecen la inédita posibilidad de la militancia negativa; sin necesidad de embandearse detrás de ninguna idea o candidato, cualquier persona puede crear un grupo en contra de algo y esperar a que otras personas adhieran a él.
Mala noticia para el Gobierno: a los jóvenes usuarios de las redes sociales -una inmensa mayoría- no se los puede seducir con subsidios ni planes sociales. Ellos son los más golpeados por el desempleo (mientras que según el cuestionado Indec la tasa general es de 9,1%, entre los menores de 29 años supera el 16%), y de acuerdo a lo que la semana pasada discutieron el cardenal Casaretto y el ministro de Educación Alberto Sileoni, entre 550.000 y 900.000 chicos de 13 a 19 años no estudian ni trabajan.
Pero al parecer, estos jóvenes tampoco son tan escépticos como se los creía hasta ahora: en la web militan fuerte contra el Gobierno, y aunque para muchos dirigentes su incidencia parece invisible, las estadísticas sugieren otra cosa. Sólo Facebook, la más popular de las redes, tiene siete millones de usuarios en el país.
Allí se multiplican y crecen sin parar "clubes" como "A que encuentro a 10.000 que odian a Cristina Kirchner" (con 184.440 afiliados superó su meta con creces), "¡Vamos por más! 500.000 personas contra el gobierno de Kirchner" (44.671 seguidores) y unos 340 grupos similares que hasta ahora reunieron más de medio millón de adherentes: En sus "muros" -pizarras virtuales para escribir opiniones- no sólo se expresaron opiniones y diatribas contra el Gobierno, sino que también se definieron acciones colectivas, como un cacerolazo o una convocatoria a manifestar en Plaza de Mayo. Hace diez días, por ejemplo, se creó un nuevo grupo para tratar de unir y coordinar a todos los socios anti K.
Para no prestarse a confusiones ni manipulaciones, el creador de "¡Vamos por más!...", aclaró hace unos días que "este grupo es democrático, no somos golpistas, como nos tilda Nestor Kirchner. No queremos que caiga el gobierno, queremos que hagan las cosas como se debe! Todos tienen derecho a expresar su opinión, pero este grupo esta claramente en contra de este gobierno inepto, así que si no concuerdan con la idea, abstenganse de hacer comentarios en este grupo, van a ser eliminados".
La advertencia está dirigida a los ciberactivistas kirchneristas que ya comenzaron a organizarse para defender al Gobierno. ¿Su hipótesis? Que los medios de comunicación "distorsionan la realidad", y que es necesario crear circuitos de información y difusión más benevolentes con la pareja presidencial.
En 2007, la campaña de Cristina había ofrecido los primeros antecedentes de esta cibermilitancia K: bajo la protección de fundaciones como Generación Libre y Primero Argentina -patrocinada por el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini- florecieron grupos como Generación K, Grito Argentino y Blogs para la Victoria, manejados por militantes como el actual funcionario tucumano Javier Noguera y el santacruceño Agustín Clark. Estos equipos perdieron fuerza tras las elecciones presidenciales, y terminaron desarticulándose meses después, cuando varias investigaciones periodísticas señalaron a sus creadores como "ñoquis digitales".
Exégetas kirchneristas
Los actuales exégetas del Gobierno son más vocacionales. Los más fanáticos se congregan en "Bloggers en acción", una plataforma que reúne a 279 blogs. "Todos sabemos que lo que ellos -los medios- dicen no es lo que la gente dice, sino lo que quieren que la gente diga", se convencen. Otro "blog de blogs" muy activo es la "Peronósfera", creada y cooordinada por Mónica D'Assisi. "El objeto directo de nuestra militancia es el Gobierno nacional, al que apoyamos totalmente", explica Mónica a Clarín. "La red nos sirve para captar opiniones de todos los compañeros, oficialistas y no oficialistas, y generar debates acordes a nuestra afinidad ideológica. Habíamos llegado los 3.000 miembros, pero el 3 de enero nos hackeraron", dice. En el sitio peronautas.com también se abre la puerta a 47 blogs kirchneristas.
La batalla por el relato tiene más soldados oficialistas. Un comunicado emitido hace un mes, en sincronía con la denuncia de Néstor Kirchner sobre un supuesto mega complot para desestabilizar al Gobierno, recrea con dramatismo el estilo de los antiguos partes de guerra: "Ante la solapada y trasnochada intención de llevar adelante un golpe institucional-económico-político-judicial contra el Gobierno nacional y popular de la señora Cristina Fernández de Kirchner (...) el secretario general del Movimiento Peronista Bloguero comunica a sus adherentes y al pueblo en general que el mismo se encuentra en estado de alerta y movilización permanente en defensa del gobierno nacional & popular".
Los defensores del Gobierno obedecen un principio básico de cualquier militancia: "Si no somos masivos, seamos activos." Aunque los blogueros K que aceptaron hablar con Clarín niegan estar coordinados ni gestar acciones violentas, sus páginas reproducen convocatorias a marchas y repudios, como el que se propone hacer contra este diario en las próximas semanas. El acoso por correo electrónico a quienes se considera "opositores" es otra de las armas preferidas por algunos, tal como ya denunciaron en sus columnas dos periodistas de esta redacción, Marcelo Moreno y Miguel Wiñazki.
Anita Montanaro es una de las blogueras kirchneristas. "Los blogueros nos reunimos y discutimos política y objetivos, para tratar de fortalecer estrategias comunicacionales, que a nuestro entender es donde se encuentran algunos inconvenientes del gobierno nacional. Damos el debate en todos los lugares que podemos. En Internet dejamos comentarios en notas periodísticas, en blogs opositores y en foros de discusión. No nos agrupa ningún político, aunque tuvimos reuniones con Agustín Rossi. El nos valora como militantes y nos apoya, pero no nos paga nadie. Orgullosamente nos declaramos fundamentalistas de la Presidenta", escribe Anita.
Los frutos de la cibermilitancia
Tanta actividad tal vez empiece a dar algún fruto: según el último análisis de medios sociales realizado por la consultora Porter Novelli, la performance de la Presidenta es un poco mejor que la medida en el completo trabajo de su colega BGL. "Cristina tiene una gran presencia en grupos y páginas de Facebook, y el 50 por ciento de ellos son a favor. Es decir que por cada grupo en contra hay uno a favor de ella, o que promueve su imagen y su gestión". No es novedad; hace un mes, un informe del Equipo de Investigación de Clarín reveló que el Gobierno venía acelerando su colonización de Internet: ahora controla el 70 por ciento de las nuevas páginas que usan la denominación .gov.ar, cuando en 2006 sólo concentraba el 40 por ciento.
Unos ocho millones argentinos menores de 35 años votarán el año que viene un nuevo Presidente, y según surge de todos los estudios de mercado, tienen a la web como uno de los principales canales de información y de socialización.
Para conquistar ese territorio virtual que le es esquivo, el Gobierno aplica la misma táctica que usa en la televisión y los medios escritos: multiplicar su presencia y saturar con su discurso todos los espacios disponibles, con la convicción de que así logrará revertir su desaprobación. Tal como aconsejaban los manuales de opinión pública de los años 40.
Fuente: La Política Online
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