Cristina Kirchner cree que puede amedrentar a los ingleses

lunes, 22 de febrero de 2010

Por José Brechner


Cristina Kirchner dejó de gustar hace mucho tiempo. La presidenta está entrando en la desesperación. Dos de sus secretarios renunciaron a sus puestos, el más cercano a ella, su secretario privado, por acusaciones de enriquecimiento ilícito. Ella también está siendo cuestionada junto a su marido por el mismo motivo al haber incrementado su fortuna desde que llegaron al poder en más de 500 por ciento.


La inflación y la pobreza están ensombreciendo a la Argentina anunciando el preludio de la que puede ser una gran crisis. Cuando terminen las vacaciones de verano, la gente retorne al trabajo y descubra que los precios de los productos básicos subieron tanto que no les permitirá llevar una vida decente, habrá descontento generalizado que puede devenir en eclosión social.

Cristina se apoderó de los fondos del Tesoro para pagar deudas. Advertencia de que un nuevo default también es posible.

La autoritaria mandataria considera que sus súbditos son estúpidos y hace comentarios denigrantes burlándose de su inteligencia. La K está llevando su viveza a niveles inconcebibles.

En las últimas semanas declaró que “…la carne subió debido a las lluvias”, días después agregó que deberían comer cerdo añadiendo que:”…la ingesta de cerdo mejora la actividad sexual”, y la más insólita y cristinesca respuesta de todas frente a las críticas generalizadas: “Ladran Sancho señal de que son perros”.

Insultos y menosprecio por sus compatriotas que en contraposición a su gobierno están dando un ejemplo de civilidad y contención pocas veces visto, manteniéndose consecuentes con la democracia, por más que ésta dejo de existir ya que el grupo gobernante hace literalmente lo que le da la gana.

Es la dictadura del partido, con libertad pero sin ley ni seguridad. Igual que ocurre en los demás países progresistas: Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador.

La situación argentina es mala y puede volverse peor. Para desviar la atención y estimular una forzada unidad nacional, como intentó el General Leopoldo Galtieri a comienzo de los 80 cuando las dictaduras militares llegaron a su desgaste total, la presidenta está desafiando a Inglaterra, reabriendo la llaga sobre la potestad de las Islas Malvinas (Falkland Islands).

Los últimos sondeos indican que en la plataforma marítima del lugar existe petróleo y a Cristina se le está haciendo agua la boca. Emitió un decreto presidencial que dice: "Todo buque que se proponga transitar entre puertos ubicados en la Argentina continental y las Malvinas o atravesar aguas jurisdiccionales argentinas a Malvinas, o cargar mercadería entre estos puertos, tendrá que solicitar autorización previa al Gobierno argentino".

Si la presidenta piensa intimidar a los británicos y pretende que el ejército argentino --al que los extremistas de su tanda destruyeron-- salga a defenderla, puede llevarse sorpresas desagradables.

Con su país ella sabrá hasta dónde puede jugar. Los kirchneristas han hecho lo que han querido con los argentinos izando la imagen de su extinto líder, que izquierdistas, derechistas, dictadores y demócratas usan a su conveniencia. Pero si cree que puede amedrentar a los ingleses, está cometiendo su último error.

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