Por Marcelo Bonelli
Cristina Fernandez de Kirchner le dio un espaldarazo a Guillermo Moreno, precisamente frente a un auditorio crítico hacia el polémico secretario de Comercio. El miércoles calificó la gestión del funcionario como "virtuosa" y dijo que su tarea fue clave para minimizar los efectos de la crisis financiera internacional.
Ocurrió en la Quinta de Olivos, frente a un centenar de hombres de negocios que -en su mayoría- opina exactamente lo contrario: que los métodos de Moreno están perimidos, que fracasó su estrategia antiinflacionaria y que su intervención en el INDEC puede causar daños de credibilidad irreparables para la Argentina.
Ese aval a Moreno cayó como un balde de agua helada e influyó en la evaluación final: la invitación y presentación de Cristina Kirchner no conformó al conjunto del movimiento empresario que concurrió a la quinta de Olivos.
Sostienen que fue un retroceso, en relación al encuentro de diciembre. Carentes de liderazgo, nadie objetó su exposición y tampoco ningún dirigente lo expresará en publico. Pero la verdadera sensación fue la siguiente: que la Presidenta buscó justificar lo realizado, pero defraudó porque no hizo una convocatoria para encarar en forma conjunta los problemas económicos que atraviesa ahora la economía. Entre ellos, la incipiente remarcación de precios y la ausencia de un horizonte claro que evite que los próximos dos años sean un bienio perdido para la economía argentina.
Esta es la opinión que se escuchó ayer en la intimidad de la Unión Industrial Argentina. Idéntica evaluación hubo en la Asociación Empresaria Argentina; voces similares se escuchan en ADEBA y la Cámara de Comercio.
Antes de ese encuentro, los jefes de las entidades del establishment habían almorzado en secreto con Julio de Vido. El ministro fue de la mano de Jorge Britos a la sede de ADEBA y habló mano a mano con Héctor Méndez, Carlos de la Vega y Adelmo Gabbi.
De Vido pidió apoyo a la convocatoria y sugirió que la reunión de Olivos sería el puntapié para comenzar a trabajar soluciones para los problemas futuros. Ahí, tímidamente, los hombres de negocios esbozaron su pensamiento íntimo: pidieron un plan para encarrilar los desajustes macroeconómicos. También hubo un parcial apoyo al Fondo del Bicentenario.
Los banqueros que comanda Britos temen que si fracasa la iniciativa, el Gobierno se financie con un bono compulsivo sobre los bancos.
Amado Boudou -en cambio- fue muy crudo, cuando mantuvo contactos preparatorios a la cumbre. Hace una semana estuvo con dos emisarios de la UIA y el lunes desayunó con la cúpula de la entidad, incluido Héctor Méndez.
La UIA volvió a exigir un plan antiinflacionario y Boudou acompañó la idea. Pero aclaro: "Yo estoy de acuerdo en hacer un plan. Pero es imposible porque Néstor no quiere saber nada con anunciar planes económicos." Fue unas horas antes de la tensa reunión que mantuvo con el propio ex presidente.
Boudou se quejó de las operaciones contra su estabilidad, que -según el ministro- lleva adelante el entorno de Kirchner. El encuentro Kirchner-Boudou fue el lunes a la noche y al otro día la salida del ministro era una versión popular en el mercado bursátil.
Boudou tuvo un fuerte desgaste político, pero por ahora se quedará en el gabinete: su futuro depende de la suerte final que tenga el proyecto que impulsó del Fondo del Bicentenario. Así, en estos momentos su situación política es similar a la de Martín Lousteau después de impulsar la resolución 125 y antes de presentar la renuncia. Lousteau se fue porque fracaso esa iniciativa y Boudou se tendrá que ir si el Fondo del Bicentenario no se aprueba.
Ahora se aferra al lanzamiento del canje de la deuda. Su pésimo manejo político generó un desgaste político que pagó Cristina Kirchner. En enero, Carlos Zannini le exigió que diera un paso al costado.
Este fin de semana se evaluará en la Quinta de Olivos una salida política para enfrentar la presión parlamentaria. Habrá reuniones para decidir si el lunes la Presidenta anuncia el envío de una ley en reemplazo del DNU. Kirchner se opone, pero la Presidenta está más dispuesta.
El tema es muy delicado y por eso volvió la incertidumbre a los mercados. Boudou dijo, cuando anunció la iniciativa, que el Fondo era para eliminar la incertidumbre sobre la posibilidad de otro default de Argentina. Ahora, intencionalmente, en Wall Street interpretan lo siguiente: que si el proyecto no se aprueba, la Argentina podría entrar otra vez en zona de default. Así lo dicen los informes secretos de los bancos de inversión de Manhattan. Sólo la impericia del equipo financiero de Boudou pudo recrear estas expectativas negativas.
La Argentina ya vivió un error similar y garrafal. Fue cuando el ex ministro Domingo Cavallo anunció con bombos y platillos el Megacanje, y en el exterior se interpretó que esa medida se hacia porque Argentina no iba a pagar. Ahora la situación económica es muy distinta y nadie piensa que el matrimonio presidencial dejará de cumplir los vencimientos.
Además, la economía crece. Pero los errores e impericias de Cavallo y Boudou parecen similares a la hora de sembrar suspicacias e incertidumbres internacionales. Los informes privados de los bancos de Manhattan también se preguntan sobre la fortaleza física de Kirchner. Es un dato clave, porque en Argentina, Kirchner concentra el poder. Todo esto es lo que genera incertidumbre.
La cúpula de la UIA, se lo señaló a Boudou. El ministro respondió con simplicidad: "Este año van a entrar muchos dólares, y eso sólo garantizará la estabilidad."
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