Por Damián Nabot
Con el estrépito de una borrasca de verano, la discusión se apoderó del kirchnerismo. Sus protagonistas se debaten sobre la mejor forma de despedirse del poder en los dos años que quedan de gobierno.
Pero el debate que los agita en el presente gira en torno a la impronta que debe marcar su despedida.
La designación en el Banco Central de Mercedes Marcó del Pont, una economista que reconocen como propia y con la cual muchos oficialistas compartieron bancada en la Cámara de Diputados, envalentonó a quienes claman por echar toda la carne al asador y tirar por la ventana a quienes juzgan ajenos.
Cuando la presidenta, Cristina Fernández, develó el misterio de Marcó del Pont, los kirchneristas reunidos en el Salón Sur celebraron con un murmullo de aprobación. Gracias a sus torpezas jurídicas, enero había sido digerido por el oficialismo como un plato de sardinas en el desierto. Y la perspectiva de reunir fuerzas para defender a Mario Blejer sólo sumaba desánimo. Presentían que terminaría enfrentado con el Gobierno en peores términos que Martín Redrado.
Para marcar contrastes entre la elegida y Blejer, en el Congreso recordaron el discurso de Marcó del Pont en el debate por la cancelación de la deuda con el FMI, especialmente una frase en la que denostaba a los economistas ortodoxos que exigen paridad entre base monetaria y cantidad de reservas como antídoto financiero para la economía.
El nuevo himno kirchnerista tiene como estribillo “profundizar el modelo”. Y aseguran que Marcó del Pont es una señal en ese sentido. Aunque nadie logra explicar a ciencia cierta el significado del eslogan.
Por ahora, sólo aparece como un breve respiro que devolvió a la Casa Rosada la iniciativa después de un mes contra las cuerdas.
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