Por Mauricio Cantando
Si bien el presidente provisional del Senado se viene diferenciando del Gobierno, Kirchner se resignaría a que continúe en ese cargo, porque es quien contiene a un puñado de senadores propensos a alejarse de la bancada. La sombra de Eduardo Duhalde detrás de uno de los dirigentes más influyentes de la Cámara alta.
José Pampuro, de espaldas, habla con Miguel Pichetto
Pese a que se animó a calificar a Julio Cobos como presidenciable, y a diferencia de la mayoría de los legisladores oficialistas no temió en rechazar las reacciones del Gobierno que no compartía, el senador José Pampuro sería reelegido como presidente provisional del Senado, y por pedido del propio bloque kirchnerista.
Y eso ocurriría por una razón utilitaria: desde ese lugar, Pampuro mantiene en el bloque a un puñado de senadores hastiados del kirchnerismo que aún no han encontrado un refugio en otro bando. La fuga de cualquiera de ellos sería criminal para el Gobierno, ya que lo alejaría aún más de la posibilidad de alcanzar la mayoría de los votos del recinto.
Hoy el kirchnerismo tiene 32 votos propios, y cuenta con tres aliados de fierro: los dos fueguinos ligados a la gobernadora Fabiana Ríos y Horacio Lores, del gobernante Movimiento Popular Neuquino.
Le restan dos socios para llegar a la mayoría y tener poder de decisión para definir las autoridades del cuerpo y de las comisiones que se elegirán en la sesión preparatoria del 24 de este mes, y para imponerse en cualquier otra votación. Lo urgente para el gobierno es tener quórum propio para poner el vigencia el Fondo del Bicentenario.
La distancia que Pampuro toma del Gobierno ya no es tan sutil. En noviembre se animó a decir que Cobos podría ser presidente de la Nación y la semana pasada, tras jurar como presidente del parlamento del Mercosur, sorprendió al señalar que no coincida con las declaraciones de Aníbal Fernández, respecto de que existía un “partido judicial”, una chicana a los magistrados por los últimos fallos adversos a los intereses de la Casa Rosada.
Por si fuera poco, las divergencias de Pampuro con el kirchnerismo comenzaron a materializarse. En Lanús, su distrito, el concejal Omar López, procedente del PJ orgánico que siempre se opuso al intendente kirchnerista Darío Díaz Pérez, dijo abiertamente tener un acuerdo con su coterráneo senador.
¿En qué consistía el acuerdo? ¿Qué puede prometer un legislador sin peso específico en intendencias y gobernaciones? Las especulaciones sobran, más aún cuando se recuerda que “Pepe” fue primero funcionario y médico personal de Eduardo Duhalde, y hasta insistió en 2002 para que acercarlo a Kirchner, entonces un gobernador de Santa Cruz con ilusiones presidenciales.
En 2005 Pampuro optó por el patagónico y enfrentó a Chiche Duhalde en la legislativa que consagró a Cristina Kirchner como senadora por la provincia de Buenos Aires.
Los aliados de Pepe
En el Senado cuentan a cinco legisladores que podrían pegar el portazo si Kirchner decidiera desplazar a Pampuro de la presidencia provisional del Senado.
Muchas voces del Congreso aseguran que esa opción fue barajada por Kirchner ante las sucesivas declaraciones antipáticas de Pampuro, pero el jefe de la bancada oficial, el kirchnerista Miguel Pichetto, habría frenado esa movida, sabedor de sus consecuencia inmediatas. El reemplazo que habían pensado en Olivos era el santacruceño Nicolás Fernández, sin dudas, el senador más kirchnerista del oficialismo.
Algunos de los reacios a seguir siendo mayoría automática en el Senado son el entrerriano Pedro Guastavino, la formoseña Adriana Bertolozi, la santiagueña Ana Corradi de Beltrán, el jujeño Guillermo Jenefres, y la riojana Teresita Quintela.
Todos tienen pocas razones para seguir haciendo los deberes que piden en Olivos. Quintela no guarda la mejor relación con el gobernador de su provincia, Luis Beder Herera, sensible a las dádivas oficiales al igual que sus colegas, y dejó su marca de independencia con su voto negativo a la resolución 125, en aquel 17 de julio de 2008.
Corradi de Beltrán tampoco tiene que ver con el gobernador radical kirchnerista Gerardo Zamora; y Bertolozi, si bien es la esposa del vicegobernador de Formosa, Floro Bogado, en esa provincia dan fe de que suele abundar en gestos de anarquía. Jenefres ya dio muestras de discrepancias cuando debió dar su posición en la ley de medios.
Guastavino es un caso a evaluar con detalle: fue vicegobernador de Jorge Busti hasta su último día de gobernador, en diciembre de 2007. Hoy el ex mandatario se muestra cercano a Duhalde y enfrentado a los Kirchner.
“Antes no se animaba nadie en el bloque, ahora ya están cansados de que los lleven a los cachetazos”, confiesa una fuente cercana a la bancada kirchnerista, conocedora de estos movimientos. Pero cualquier díscolo, antes de partir, debe resolver una controversia no menor: adónde ir.
Y el Peronismo Federal opositor ofrece en el Senado opciones disgregadas y personalistas con figuras avasallantes como Adolfo Rodríguez Saá, Juan Carlos Romero o Carlos Reutemann. Quizá en un futuro no muy lejano haya más destinos para contener a los peronistas distanciados de la Casa Rosada.
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