Por Roberto Cachanosky
Un año atrás, el diagnóstico económico era el de falta de demanda y en consecuencia se buscaba incentivarla con planes de compra subsidiados. Hoy, el análisis es el inverso: sobra demanda y hay que estimular la oferta.
Apenas un año atrás, Cristina Fernández de Kirchner anunciaba planes para la compra de autos, canje de calefones, heladeras, lavarropas, bicicletas y no recuerdo cuántas cosas más. Apenas un año atrás, el diagnóstico económico del Gobierno era que la demanda resultaba insuficiente para mover la economía.
Un razonamiento muy particular porque pretendía rebatir la ley de Say, que dice que la oferta crea su propia demanda. Primero tengo que producir algo y que alguien me lo compre para luego poder demandar. No puede haber demanda si previamente no hay oferta. De manera que el problema no era que había oferta pero no demanda, sino que no había suficiente oferta para generar más demanda.
Lo cierto que es, como decía antes, apenas un año atrás, el diagnóstico económico de Cristina Fernández era el de falta de demanda.
Ante la espiral inflacionaria que estamos viviendo, en el que particularmente el problema de los alimentos tiene muy preocupado al gobierno, ahora Cristina Fernández (¿o será Néstor que le escribe el libreto?) sostiene que tenemos un problema de oferta. Cristina Fernández, Boudou y Marcó del Pont dicen que no hay inflación, que lo que tenemos es un problema de tensión de precios porque hay más demanda y se necesitan más inversiones para ampliar la oferta.
La nueva presidenta del Banco Central está buscando la manera de estimular el crédito (en rigor quiere inventarlo imprimiendo billetes) para la inversión y así incrementar la oferta de bienes y servicios, mientras Cristina Fernández de Kirchner va a hacer otra reunión con empresarios para pedirles que inviertan. Con más inversión se produce más, aumenta la oferta y disminuyen los precios. Este sería el razonamiento de los funcionarios del gobierno y del gran Néstor que todos los días descubre una nueva teoría económica.
Dejemos de lado la afirmación de Aníbal Fernández que sostuvo que la inflación se produce porque la gente tiene mayor capacidad de demanda, porque el argumento da más para el estudio de la psiquiatría que de la economía, dado que es muy difícil abordar semejante afirmación desde la economía cuando estamos frente a una aceleración de la inflación y el Jefe de Gabinete dice que la gente, con inflación y el salario derritiéndose, aumenta su capacidad de demanda.
Lo concreto es que, según el Gobierno, la fenomenal expansión monetaria no tiene nada que ver con la inflación y el problema, a menos de un año de, según ellos un problema de demanda, ha pasado, mágicamente, a ser un problema de oferta.
Ahora bien, si como dicen ellos, con más inversiones se soluciona el problema de la inflación, quiere decir que, inevitablemente hacen falta más inversiones porque la capacidad de producción está al máximo. Las empresas no pueden producir más porque están al tope de su capacidad de producción. Por eso, por un lado, vuelve Moreno con sus fracasados controles de precios y consabidos aprietes y, al mismo tiempo, Cristina Fernández, Marcó del Pont y Boudou utilizan todos sus conocimientos “científicos” de economía para afirmar que tenemos un problema de oferta.
¿Cuál es el sector que más complica a la gente en este momento en materia de inflación? Indudablemente los alimentos. De acuerdo al IPC del INDEC, en enero los precios que más subieron respecto a diciembre fueron, primero esparcimiento, con un 2,3% y luego alimentos y bebidas con una suba del 1,6%. Es decir, pareciera ser que para ellos hay un cuello de botella en la producción de alimentos.
Recurramos nuevamente al INDEC y veamos la utilización de la capacidad instalada del sector alimentos y bebidas. El gráfico muestra que en diciembre de este año (último dato disponible del INDEC), cuando ya la inflación se estaba acelerando, la utilización de la capacidad instalada del sector alimentos y bebidas estaba en el 78,2%.
Este dato se contrapone contra, por ejemplo, el 80,9% de noviembre del 2007 cuando, para el INDEC, la inflación no existía y los alimentos y bebidas crecían solo el 0,07%. O contra el 87,4% de uso de la capacidad instalada de diciembre del 2008 cuando tampoco había inflación y los alimentos subían el 0,33%.
Tampoco había un problema de oferta en la economía en agosto, septiembre y octubre del año pasado cuando la utilización de la capacidad instalada del sector alimentos y bebidas estaba entre el 81 y 82 por ciento, bien por encima del 78,2% de diciembre pasado y los alimentos subían entre el 0,9 y el 1,2%.
(Clickear en la imagen para agrandar el gráfico)
En otras palabras, el argumento de Cristina Fernández de Kirchner tiene un problema de consistencia con los datos del INDEC que ella misma defiende y maneja su incondicional Moreno. Porque el INDEC de Moreno dice que el sector alimentos y bebidas no está trabajando al tope de su capacidad de producción y que hubo momentos no muy lejanos en los que utilizó un mayor porcentaje de la capacidad instalada que en diciembre 2009 y, sin embargo, sostenían que no había inflación. De todo esto se deduce que, según los datos del INDEC, todavía hay capacidad de producción en el sector alimentos que permitiría aumentar la oferta sin necesidad de inversiones.
Insisto, mientras Cristina Fernández de Kirchner sostiene que el problema de los precios es que hay que hacer más inversiones para aumentar la oferta, el INDEC de Moreno dice que el sector alimenticio todavía tiene capacidad para aumentar la oferta sin hacer inversiones. Al mismo tiempo, Moreno convoca a los productores de alimentos para que no suban los precios. ¿Quién los entiende?
De más está decir que si el problema fuera una cuestión de falta de inversiones, Cristina Fernández debería formularse la siguiente pregunta: ¿por qué si la demanda crece las empresas no aprovechan el negocio y hacen más inversiones? La respuesta sería más que obvia. Porque como no somos creíbles como gobierno, nadie quiere poner un peso en Argentina. Mientras tanto, Marcó del Pont pretende inventar el crédito mediante el simple trámite de imprimir billetes para que haya inversiones, las cuales, según el INDEC no son necesarias.
Para aquellos que se marearon con los datos anteriores, transcribo el informe del INDEC de diciembre pasado sobre la utilización de la capacidad instalada. Dice el informe de Moreno: “Con relación a la utilización de la capacidad instalada para el trimestre en curso (enero-marzo), respecto al trimestre anterior, el 74,2% de las firmas la considera adecuada, el 21,5% opina que es excesiva y para el 4,3% es insuficiente”. Palabra del INDEC de Moreno.
Es decir que, de acuerdo al relevamiento del INDEC, para el 95,7% de todo el sector industrial, en el trimestre en curso la capacidad instalada están entre bien y excesiva. Sólo el 4,3% la considera insuficiente.
En definitiva, la conclusión es más que obvia. O Cristina Fernández de Kirchner cambia su argumentación para no seguir haciendo papelones o que lo llame a Moreno y le diga que no la haga hacer más el ridículo porque está dibujando mal los números del INDEC en el rubro utilización de la capacidad instalada.
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