Para frenar a Néstor Kirchner nada mejor que una alianza peronista

domingo, 9 de mayo de 2010

Por Joaquín Morales Solá
 
Una mesa para reunir a los presidenciables del peronismo no kirchnerista y que representara a los distritos electorales más importantes del país parecía ya un mito. Todos hablaban de ella, pero no estaba. Desde que Carlos Reutemann habló de esa mesa, mucho antes de las pasadas elecciones legislativas, todos la esperaban. No llegaba nunca.

Sin embargo, en los últimos días comenzó a tomar forma su creación, sus eventuales componentes y sus probables contenidos. La puesta en escena de esa mesa podría significar, en los hechos, un nuevo equilibrio de fuerzas en el peronismo, ciertamente perjudicial para Néstor Kirchner. ¿Por qué muchos dirigentes peronistas seguirían atados a un pasado que concluye, si en esa tarima podría urdirse un probable trazo del futuro poder?


Las conversaciones que ya han sucedido suponen que ese cuerpo colegiado debería apuntar a los principales dirigentes del corredor central del país, donde habita más del 70 por ciento del electorado nacional. Sería el comienzo de una construcción, aunque no excluyente de líderes de provincias menos decisivas que se sumarían luego.

Los nombres más seguros para sentarse a la mesa son Eduardo Duhalde, Felipe Solá y Francisco de Narváez por la provincia de Buenos Aires; Reutemann, por Santa Fe; Jorge Busti, por Entre Ríos, y Mauricio Macri, por la Capital. Córdoba no podría estar ausente, pero tiene un problema: sus líderes peronistas están comprometidos con otras causas. Aquellos entrevén a José Manuel de la Sota más cerca de Kirchner que de ellos, y Juan Schiaretti, en el que confían, es el gobernador de una provincia muy endeudada. Iniciarán conversaciones, no obstante, con alguno de los dos.

De Narváez y Reutemann no son una novedad en ese concilio; ellos han ganado en distritos muy grandes en las últimas elecciones. Busti perdió por poco, pero su liderazgo del peronismo entrerriano sigue intacto; ya lo está ayudando a Duhalde.

Las sorpresas las han dado las conversaciones con Duhalde, Solá y Macri. La presencia de cada uno de esos líderes tiene una explicación. Según varias encuestas se descubrió que Duhalde duplicó su intención de voto en los últimos tiempos, aunque todavía tiene una imagen negativa alta. También aumentó la imagen positiva , agregan los encuestadores. Duhalde es ahora una figura que no se puede eludir , concluyeron Solá y de Narváez.

Solá había amenazado con lanzar su candidatura presidencial por fuera del Partido Justicialista y tiene un discurso capaz de incomodar a cualquiera de sus eventuales adversarios. Todos los votos que se llevara Felipe terminarían debilitando al peronismo no kirchnerista.

La más grande de las novedades, con todo, es la de Macri. Macri no es un afiliado peronista, aunque su proyecto presidencial contó siempre con la necesidad del apoyo peronista, el ángulo de la política donde se siente más cómodo. El peronismo, ya sea kirchnerista o antikirchnerista, necesita, además, poner un pie en la inhóspita Capital.

Macri es, entre todos ellos, el que mejor está en las encuestas nacionales. Pero el jefe del gobierno capitalino debe sortear aún la investigación judicial por las escuchas telefónicas, en la que probablemente será procesado. Macri debe dar todavía explicaciones claras y profundas sobre las revelaciones de espionaje. Es una anomalía que el Estado, en cualquiera de sus niveles, esté hurgando en las conversaciones privadas.

También es cierto que la investigación de Oyarbide muestra señales tendenciosas. Investigó a Ciro James, el oyente serial de teléfonos ajenos, sólo por lo que hizo durante un año en el gobierno de Capital, pero nunca se metió con los seis años que pasó en la Policía Federal ni en los tres que trabajó para la Universidad de La Matanza. ¿Qué hacía un especialista de escuchas telefónicas en la Policía Federal? ¿Acaso no es sólo la ex SIDE la autorizada a intervenir teléfonos y sólo cuando se lo ordena un juez? ¿Es cierto entonces que lo único que abunda en el kirchnerismo es el espionaje interno?

Macri podría salir del proceso manchado por el escándalo, pero también podría llevarse el pergamino de los perseguidos políticos por el kirchnerismo. Desde ese punto de vista, le conviene que la causa siga en manos de Oyarbide, un juez poco creíble por su cercanía objetiva con los Kirchner. La presencia de Macri en aquella mesa peronista significa, para él, el comienzo de una oportuna aproximación al justicialismo disidente.

Quedará claro, por lo demás, que de ese grupo saldrá el candidato presidencial del peronismo antikirchnerista. Solá ha pedido una apertura hacia los sectores no peronistas. Pidió un programa común mínimo sobre política económica, política social y política exterior. Duhalde es el que tiene más experiencia en eso y ya acordó un documento con el radicalismo y con el propio Macri.

La idea que más se extiende para la selección del candidato peronista es la de presionarlo a Kirchner con meticulosas exigencias para asegurar la imparcialidad de las elecciones que definirán al candidato. Sólo si el ex presidente, titular actual del Partido Justicialista, se negara a poner en marcha todas o algunas de esas exigencias, ellos podrían optar por presentarse por fuera de la organización política del peronismo.

Kirchner podría encontrarse con la novedad que menos le gusta: la unidad de sus adversarios. El gobierno atraviesa, al mismo tiempo, el período más intenso de denuncias de corrupción desde que los Kirchner accedieron al poder. Los negocios con Venezuela son el centro del escándalo.

La oposición, en ese sentido, debería ser más prudente. Una comisión investigadora parlamentaria en estos momentos podría abrirle al kirchnerismo las puertas para fugarse ampliando aún más la sombra del escándalo. De hecho, ya han trascendido supuestos vínculos de Julio Cobos y de Jorge Obeid, ex gobernadores de Mendoza y de Santa Fe, respectivamente, con algunos personajes del escándalo.

Elisa Carrió nunca puso un dedo en el fuego por Cobos y su entorno se regodea con posibles pecados del vicepresidente. Sin embargo, la prioridad de ella son los Kirchner. Pongamos las cosas en claro: hay una diferencia abismal entre las conexiones de Cobos y Obeid, y las que tienen y tuvieron Kirchner y De Vido con Venezuela.

Nos estamos prestando a prácticas funcionales al kirchnerismo , tronó Carrió, que aceptó firmar ese proyecto sobre la comisión investigadora al borde del documento, a regañadientes y en el último minuto. Carrió y no pocos dirigentes opositores confían en la gestión del juez Julián Ercolini.

La oposición podría ocuparse, por ejemplo, de Guillermo Moreno, que cambió la política de comercio exterior de la Argentina sólo con unos cuantos llamados telefónicos. Prohibir la importación de alimentos, a golpes de orilleras presiones, podría significar un serio problema para la industria alimenticia argentina, que exporta gran parte de su producción. El mundo toma represalias en estos casos. El peor mensaje de Moreno es que la Argentina no tiene reglas, ni claras ni oscuras. No las tiene, directamente.

Moreno expresa el miedo como última herramienta política de la diarquía gobernante. Otros también. Aníbal Fernández, De Vido y su operador Roberto Baratta están llamando a cada uno de los empresarios de la poderosa AEA para obligarlos a desafiliarse. ¿Qué hizo AEA? Desacató al kirchnerismo cuando lo visitó al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti. Quizás se terminen yendo de AEA tres o cuatro grandes empresarios; no son muchos, pero lo que le interesa al kirchnerismo es golpear sobre su imagen.

Es también una presión indirecta sobre la Corte Suprema, que se ha convertido en el último refugio institucional para garantizar la libertad, la única conquista en condiciones de exorcizar el miedo.

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