Por Alcadio Oña
Una curiosa construcción institucional hizo, el martes, el jefe del bloque de diputados K. Y otra decididamente insostenible, sobre el reparto de los recursos entre la Nación y las provincias, armó el titular de la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado, la noche del miércoles.
"La oposición no podía haber elegido un día más desafortunado para rechazar el uso de las reservas, justo en el momento en que la Argentina le está diciendo al mundo que reabre el canje", dijo Agustín Rossi. Según sus palabras, la oposición sólo podría actuar justo cuando el oficialismo lo crea conveniente o lo juzgue afortunado. Y, bajo esas condiciones, también ejercer un derecho constitucional: demasiadas pretenciones para un bloque en minoría.
"No puede haber provincias prósperas en una Nación desfinanciada", afirmó el kirchnerista Eric Calcagno durante el debate sobre la coparticipación del impuesto al cheque. Cualquiera podría preguntarle ¿dónde están las provincias prósperas? O recordarle que en la era K el gobierno central se quedó, casi todos los años, con más del 70 % de la recaudación impositiva nacional.
Por lo que le toca a Rossi, hubo un intento deliberado por encubrir la sonora derrota del oficialismo y la propia. Más la aspiración de imputarle, a quienes no votaron como él y cuando él quería, que embarraban la salida del default.
Olvidó, en cambio, que el controvertido DNU de las reservas fue sancionado por la Presidenta el día en que ella misma abría las sesiones ordinarias del Congreso. En vez de mandar un proyecto de ley, pasó de largo al Parlamento. Pero para Rossi eso no fue desafortunado.
Ostensiblemente, el Gobierno está en problemas. Ahora, el decreto quedó agarrado con piolines: cualquier traspié en el Senado terminará por tumbarlo.
En el caso del cheque, se probaron improductivas las reuniones de Cristina Kirchner con gobernadores adictos y opositores. Igual que la amenaza de derogarlo y otras presiones.
Perseguía dos objetivos. Uno naufragó en el Senado y puede correr una suerte semejante en Diputados: evitar la ley que coparticipa plenamente el impuesto. El otro es parte de lo mismo: no verse obligada a vetarla. El kirchnerismo buscará trabar el proyecto en Diputados o judicializarlo, alegando que es inconstitucional. Pero nada lo salvará de los costos políticos.
Está visto, además, que el golpe al DNU no cambió los planes del Gobierno aunque tal vez los aceleró. Lanzó de apuro el canje de la deuda, con una oferta enorme para los bancos y los avisados que compraron barato los bonos en default: fue como apostar a ganador conociendo las cartas.
Los peligros y las sombras que rondan al decreto explican los movimientos del kirchnerismo alrededor de un par de proyectos de ley. Uno del senador peronista Carlos Verna y el otro del diputado devenido oficialista Martín Sabbatella.
Si no representan una salida de emergencia o una maniobra, tienen la ventaja de ser un calco del DNU. Claro que esa semejanza y la posibilidad de que se acepte debatirlos, revela una contradicción manifiesta: ¿por qué no se trató una ley desde el principio?
Aún así, la movida entraña el riesgo de abrir una caja de pandora. En el debate parlamentario, además de ruido, la oposición puede introducirle correcciones al proyecto que sea: muchos legisladores hacen cola para hacerlas y ninguna sería del gusto del Gobierno. Hay un detalle en el decreto y en los sucedáneos de Verna y Sabbatella. Si se quiere técnico, aunque nada inocuo.
Los tres dicen que el bono que el Tesoro Nacional le entregará al Banco Central por las reservas, deberá respetar el artículo 33 de la Carta Orgánica de la entidad. Allí se establece que el BCRA podrá colocar parte de sus activos externos en "papeles de reconocida solvencia y liquidez".
El punto es que el bono no cumple con la condición de ser un activo líquido, o sea negociable en los mercados. Sino todo lo contrario: es una "letra intransferible" a 10 años de plazo.
En el Banco Central tienen bien clara la gaffe. Tanto que si hubiese una oprtunidad, Mercedes Marcó del Pont aconsejaría borrar la referencia al artículo 33: por ese y por otros requisitos que también impone.
Sin detenerse en las tribulaciones del oficialismo, bancos, fondos de inversión y operadores festejan los beneficios que les dejará el canje. Son los que, con buena información, se adelantaron a comprar bonos muy baratos.
La primera vez que el grupo de bancos que lidera la operación se acercó al Gobierno, en setiembre de 2008, los títulos en default cotizaban a 29 dólares por cada 100. En la segunda, de agosto de 2009 y ya más en firme, estaban a 20 dólares.
Ahora, el Gobierno les ofrece 51. Así, la ganancia para quienes compraron en 2008 llega al 76 % y escala al 155 % respecto de 2009. Y fueron muchos: los bancos líderes siempre dijeron tener asegurada una cartera de bonos de US$ 10.000 millones.
Para ellos no habrá quita, sino una utilidad altísima en dólares. Aquí están los grandes ganadores del canje que mentó Agustín Rossi.
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