La culpa de todo la tiene Nicole Neumann

domingo, 11 de abril de 2010

Por Marcelo A. Moreno


El Congreso está paralizado. Al parecer, los legisladores oficialistas han descubierto los beneficios de la inacción, predicada por Buda. E incluso algunos de los así llamados opositores también han sido convencidos del poder espiritual de la inactividad rentada a través, naturalmente, de complejos intercambios de ideas.

La Justicia está inquieta. Sobre todo a partir de que el ministro del ramo, Julio Alak, ha hecho suyos los elaborados conceptos del diputado Alejandro Rossi, quien demostró su condición "aristocratizante". Ambos piensan terminar con este verdadero "Ancien Régime" que conforma el "Partido Judicial", en su hora denunciado por la propia Presidenta.

El INDEC nos informa concienzudamente que la pobreza y la indigencia han retrocedido casi como nunca -y eso que reconoce, ay, que ha aumentado el desempleo-, cosa que no hace más que confirmar nuestras más elementales percepciones cotidianas. Lo mismo que de la inexistencia de la inflación, medida con parecida pericia por el mismo organismo.

Nos enteramos de que el crecimiento de las villas -más de dos millones de bonaerenses viven en ellas, según el cálculo del ministro de Desarrollo Social de la Provincia- "no está relacionado con el aumento de la pobreza". La original afirmación corresponde al gobernador Scioli. "Uno va recorriendo el conurbano y ve familias de todo el país, inmigrantes que vienen a buscar oportunidades. Gente que no tuvo posibilidades de tener viviendas dignas", agregó. Dignidad a la que arriban, claro, inmersos en la opulencia urbanística de las villas del Gran Buenos Aires.

Pero esta es una sociedad exigente. Que no se conforma con cualquier cosa. Ni siquiera con la inundación de computadoras que lloverán sobre millones de alumnos argentinos, anuncio de la "Sarmiento del Bicentenario", según se autodefinió con natural modestia Cristina de Kirchner. Tampoco, con el notable beneficio cultural del fútbol gratis.

No obstante. esta sociedad, saciada por tanto logro, ansía aún más seguridad. Como si el delito estuviera asechando a la vuelta de la esquina y las autoridades no mostraran una deslumbrante eficacia en combatirlo.

De allí, la última gran polémica, de profundo nivel intelectual, que involucró a altos estamentos gubernamentales alrededor de si la modelo Nicole Neumann sufrió o no un intento de robo.

El jefe de Gabinete -cargo relevante si los hay- se dedicó a estudiar pormenorizadamente el caso porque "lo que tiene que ver con Quilmes siempre me importa", razón de indudable peso, ya que fue jefe comunal y es vecino de ese distrito. Según el análisis del ministro, "las declaraciones son absolutamente contradictorias entre sí, unas con otras".

De acuerdo a la exégesis ministerial del expediente, "es imposible lo que están contando". "No es que no pueda pasar -agregó Fernández-, seguramente puede pasar, lo que no puede suceder es que después alegremente se digan barbaridades, que esta mujer, con un discurso fascista, involucre a Quilmes como si fuese el infierno."

Elucubraciones de tan alto nivel nos pueden llevar a pensar que la susodicha modelo inventó que la asaltaron, aunque quizá no se entienda mucho bien por qué.

Por otra parte, testimonios de vecinos del lugar lo describen con colores semejantes a los que Dante usó para pintar en versos eternos aquel espacio o concepto teológico.

Pero ante un tema tan trascendente, y atento el pluralismo reinante, es lógico que otra alta autoridad disintiera. El gobernador de la provincia más poderosa del país, salió a defender a la blonda: "Yo siempre creo en la buena fe de que si se denuncia, pasó algo. ( ...) Y tengo que esperar que la Justicia haga lo suyo, no puedo estar evaluando en si creo o si no creo." Pero Fernández monopolizó: "El que escucha lo que dice la gente de Quilmes soy yo."

La discusión no es banal, como quizá algún distraído se atreviera a suponer, porque implica dudas casi existenciales. Por ejemplo, cuando una víctima de un delito va a hacer la denuncia, ¿debe recolectar las pruebas para demostrar que el ataque existió? Antes de llamar al 911, hablar con un vecino, un pariente o un siempre sospechado medio periodístico, ¿resulta indicado recibir el asesoramiento legal pertinente? Si uno no tiene testigos fiables para establecer la veracidad del hecho, ¿corresponde radicar la denuncia?

De tales asuntos tan preponderantes se ocupan con denuedo quienes nos gobiernan.

Tiene su lógica que Nicole Neumann se sienta intimidada. Seguramente el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, menos sospechado, la pasa bastante más tranquilo.

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