A estas horas, el único acuerdo político que parece haber, es el del ex presidente Carlos Menem con el oficialismo.
Menem quería participar en ciertas comisiones que el peronismo federal parece impedir y el ex presidente no ve mejor movida que la de hacer sufrir a la oposición con su dubitativa participación en las sesiones. Enrarecido será el futuro parlamentario del país si cada legislador que pretende conseguir algo, no baja a sesionar temas imprescindibles para el desempeño de la política y economía nacionales.
Como un niño encaprichado con su muñeco, Menem juega con los límites de la paciencia parlamentaria, al no presentar quórum ni para el homenaje a Raúl Alfonsín que iba a celebrarse en el recinto.
Hace meses que la sociedad espera un resultado, cualquiera a esta altura, y las maniobras políticas, cada vez que serios asuntos deben consumarse en el Parlamento, no parecen distintas a las de los últimos tiempos. No es la primera vez que se sufre el faltazo de Menem y es que nuevamente se abre el abanico de posibilidades políticas que pueden estar vinculadas con la ausencia de hoy en el Senado.
Sospechosa se presenta la decisión de Menem considerando que es mucho más fácil para el kirchnerismo no presentarse en las sesiones y que todas las acciones tomadas por la Presidenta sigan su curso, como es el puesto que mantiene Marcó del Pont. Indudablemente, el único beneficiado de este faltazo, es el kirchnerismo.
El mensaje parece ser contrario al que había dejado en claro el propio oficialismo sobre la intención de debate y diálogo que merecía la política argentina.
El senador Gerardo Morales responsabilizó expresamente a la Casa Rosada del pobre funcionamiento del Senado. “El oficialismo debe sesionar democráticamente así gane o pierda”, manifestó.
Lo único bueno de todo esto fue la disminución del efecto sorpresa en el Senado de la Nación ante otro faltazo más.
Fuente: Tribuna de Periodistas
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