Presión del G-20: Argentina no puede participar de ese foro internacional si no acepta una auditoría de sus cuentas por parte del FMI

viernes, 9 de abril de 2010

Por Marcelo Bonelli

Amado Boudou hará un sondeo para intentar avanzar en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Ya tuvo contactos con emisarios de Dominique Strauss-Kahn, el economista francés titular de ese organismo financiero internacional, y ahora el ministro intentará volver hablar del tema durante la misión que comenzó ayer en los Estados Unidos para acompañar a Cristina Fernández de Kirchner.


Boudou ya estuvo unas horas en Washington el 24 de marzo para sondear el tema con el titular del FMI y ahora proyecta volver a reunirse en unos diez días, durante la Asamblea de primavera del FMI.

Los bancos asesores del canje de bonos de la deuda externa en default, encabezados por el Barclays, le aconsejaron al titular de Hacienda buscar un acuerdo. Pero todo se hace bajo el recelo de Néstor Kirchner.

El cambio de actitud está vinculado a un ultimátum que recibió el Palacio de Hacienda: hay varios miembros del Grupo de los 20 que insisten que Argentina no puede participar de ese foro internacional si no acepta una auditoría de sus cuentas por parte del Fondo. La nueva presión la ejercen Alemania, Japón y también el Tesoro de los Estados Unidos.

Volvieron sobre el tema después de que fracasó la propuesta de Amado Boudou de suplantar el habitual examen del Artículo IV del FMI, por una presentación de datos estadísticos -sin ningún control de calidad- al seno del Grupo de los 20.

El ministro Boudou elucubró esa estrategia en enero para burlar la auditoría del FMI. Y convenció de que podría tener éxito a la propia Presidenta. Pero la idea está fracasando. Así reflejó -otra vez- la impericia y el desconocimiento que tiene el equipo económico sobre las reglas de juego que manejan las finanzas internacionales.

Aquella había sido una salida a la desautorización política interna que tuvo su deseo inicial de negociar directamente con el FMI. En Turquía -en la última Asamblea del Fondo- Boudou se reunió con Strauss-Kahn y anunciaron un acuerdo para permitir el envío de una misión a la Argentina. Pero un día después se tuvo que desdecir por presión de Néstor Kirchner, en desacuerdo con ese compromiso de Boudou. Ahora los tiempos apremian después de los sucesivos pasos en falso.

El 21 de abril comienza una reunión de ministros del G-20 y existe temor de que haya serios cuestionamientos de varios países a la actitud de Argentina. El grupo que encabezan Alemania y Estados Unidos pretende dos cuestiones básicas:

*Que Argentina deje de ser la única economía del G-20 que no tiene una auditoría anual del Fondo Monetario. En otras palabras, que acepte la revisión postergada desde 2006 del FMI por el llamado Artículo IV.

*Que Argentina sincere su sistema estadístico, porque en el G-20 se tiene la convicción de que a través del INDEC se ocultan complicaciones económicas al no generar datos confiables. Temen otro caso Grecia.

La actitud díscola de la Argentina en el G-20 se refleja en la frialdad de las relaciones de la Casa Blanca con la Presidenta. Hasta ahora siempre se postergó la entrevista que el embajador Héctor Timerman prometió hace 15 meses entre Cristina Kirchner y Barack Obama. Colombia -por presión de Washington- hasta hora es el único país que no bendijo la presencia de Néstor Kirchner en el Unasur. Por eso el tema preocupa en la Casa Rosada.

La participación argentina en el G-20 -que data de 1999- es la única acción diplomática de relieve en la cual participa activamente Cristina Kirchner. Brasil ratificó que va a respaldar a la Argentina, frente a los embates de las naciones industrializadas. Pero Lula hace un doble juego, para obtener rédito propio y ser el interlocutor de América latina con Estados Unidos. Los informes de inteligencia que se reciben en la Quinta de Olivos hace tiempo que dicen que el presidente del Brasil fue una de las personas que enquistó a Barack Obama contra la Casa Rosada. Lula -en sus primeras reuniones con Obama- hizo una descarnada crítica sobre la forma de gobernar de los Kirchner.

Los tres bancos asesores del canje le recomendaron a Boudou reiniciar la negociación con el FMI. Banqueros como Jorge Brito y Eduardo Elsztain -de diálogo fluido con el ministro- le marcaron igual camino.

Por otra parte, hubo un encuentro fabril fatal para el documento "La Pobreza, un problema de todos". Los cuerpos de la Unión Industrial volvieron a desautorizar un compromiso que había asumido Héctor Méndez.

Hubo tres críticas al texto y un cuestionamiento político: en la UIA no quieren ir detrás de iniciativas de figuras de la Sociedad Rural. Pablo Challú -de excelentes vínculos con la Iglesia- dijo que el "paper" no era propiciado por la Iglesia y que era una iniciativa de un grupo de laicos del Foro de Habitantes a Ciudadanos.

Cristiano Rattazzi criticó el texto por contradictorio y dijo que es imposible que se propicie bajar la inflación sin un mínimo ajuste. Así, la central fabril vetó el texto y eso generó alivio en la Casa Rosada.

Julio De Vido también influyó para que ADEBA le baje el pulgar. La cuestión no aplacó el temor de los industriales. Todos en la intimidad hablaron de preocupación por tres cosas: las expectativas inflacionarias, los fuertes reclamos salariales y el retraso del tipo de cambio.

Ignacio de Mendiguren habló del tema en privado con Hugo Moyano. Ambos acordaron una acción conjunta: la semana próxima la CGT y la UIA tendrán reuniones conjuntas para evaluar acciones contra el proceso inflacionario.

0 comentarios: