Por Silvia Mercado
“Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo; no sea que te chamusques a tí mismo”.
William Shakespeare
Se sabe que Néstor Kirchner tiene pocas ideas, pero fijas. Quiere poner de rodillas a Héctor Magnetto. Y para lograrlo, no repara en gastos ni esfuerzos. Como antes lo hizo con Eduardo Duhalde y después con el campo, los ataques sobre el Grupo Clarín son permanentes y múltiples, apuntando a quitarle credibilidad, pero también aliados y socios.
El jueves pasado, en particular, debe haber festejado. El diario La Nación, dueño del 25% de las acciones de Papel Prensa, presentó ante la Comisión Nacional de Valores una comunicación donde informó que “han dejado sin efecto, rescindido y sin valor legal alguno, el Convenio entre Acciones de Papel Prensa de fecha 18 de agosto de 1977”.
Con la firma de la doctora Patricia Evison como apoderada, la nota dice que fue de común acuerdo con ARTEAR S.A. (Clarín, con 49% del paquete accionario), “teniendo en cuenta el difícil y hostil contexto que es de público y notorio”, resaltando “la absoluta libertad e independencia de las mismas en el ejercicio de (sus) derechos y acciones”.
Para una fuente vinculada a la familia de David “Dudi” Graiver, propietario del 75% de las acciones hasta su “accidente” aéreo en Acapulco, México, no hay dudas: “La Nación se manejará con independencia frente a Clarín, ahora Magnetto no tiene la mayoría automática, ahora son tres partes”, a saber, 49%, 25% y 26% que tiene el Estado argentino.
Cuando se le preguntó si el conflicto gremial con las cooperativas de camioneros que retrasó la salida del diario durante toda la semana pasada tuvo algo que ver con la comunicación de La Nación a la Bolsa, la fuente tampoco dudó: “ese frente hay que abrirlo de cualquier manera, es estratégico que los dueños de La Nación entiendan que el problema no es con ellos, sino con el talibán de Magnetto”.
En Clarín, claro, no opinan lo mismo. Están convencidos de que no se rompió el afecto societatis, y aseguran que si bien La Nación está padeciendo como ellos el acoso estatal, no tienen ningún elemento para poner en duda las intenciones de La Nación en Papel Prensa.
La información llegó el viernes, pero quisimos chequearla antes de publicarla. Ayer obtuvimos, incluso, el documento que la certifica. (Ver foto de la carta). Pero el domingo, la noticia apareció en el semanario “Miradas al Sur”, que dirige el periodista Eduardo Anguita. Bajo el título “Papel Prensa: ruptura entre Clarín y La Nación”, se da cuenta de la comunicación a la Comisión de Valores, y se afirma que “ese convenio es prueba contundente del uso y abuso de una posición dominante en la producción y venta de papel para diario en la Argentina”.
Jorge Mancinelli, de la sección política del semanario, escribió que “la ruptura del acuerdo ha necesitado ser pública para desligar a sus firmantes ante terceros y darles libertad de acción dentro de Papel Prensa; esa publicidad obligada ha permitido indagar y finalmente conocer la componenda”.
Moreno, los Gravier y Gasparini
El viernes último, dos días antes de viajar a Europa, Lidia Papaleo se reunió con Guillermo Moreno en su departamento de la Avenida Alvear para ultimar los detalles de la demanda penal contra los dos socios privados de la compañía. Fue una larguísima reunión, que demostró –por si hiciera falta- que Moreno invierte días completos como funcionario público en la búsqueda de información para demostrar que Clarín cometió un delito de lesa humanidad al comprar las acciones de Papel Prensa a la familia Graiver porque, si sólo fuera un delito económico, está más que prescripto.
En concreto, busca probar que Magnetto se hizo de las acciones en una operación realizada cuando la familia Graiver estaba secuestrada, y dio información económica del grupo bajo tortura. El hermano de Lidia, Osvaldo, quien fuera el último Secretario de Difusión de María Estela Martínez de Perón, lo repite en todos los reportajes que le hacen: “Clarín compró Papel Prensa con la familia Graiver secuestrada”, y se ocupa de que sea el título en los medios oficialistas.
Pero en el libro “David Graiver, el banquero de los montoneros”, que Juan Gasparini publicó por primera vez en 1990, para hacer una segunda edición corregida y aumentada en 2007, se asegura otra cosa. El periodista que vive en Suiza dice que fue José Alfredo Martínez De Hoz el “cerebro” de la operación, quien alentó efusivamente a los tres principales diarios de la Argentina (La Razón era el tercero, sus acciones ahora las tiene Clarín), a concretar la compra aunque no estaban del todo convencidos, porque “hacían falta periódicos y revistas dóciles” para consolidar el modelo económico.
Clarín también venía intentando tener su propia fábrica, y empezó a diseñar Fapel.
La obsesión de todos los medios era tener papel producido en la Argentina, para desacoplar el principal insumo de los diarios y revistas de las permanentes oscilaciones del tipo de cambio, en una economía inestable como la nacional. Y, además, para evitar la dependencia del Estado que con decisiones de comercio exterior –apertura y cierre de la economía-, tenga capacidad de estrangulamiento sobre las empresas periodísticas.
Gasparini afirma que hubo un contrato escrito entre la familia Graiver y los apoderados de los tres diarios, el 2 de noviembre de 1976. Y que la operación se concretó en diciembre de 1976 por “la bagatella de 8.300.000 dólares, a pesar de que la empresa valía varias veces esa suma”.
El secuestro y posterior detención de la familia Graiver y varios miembros de ese grupo económico es de abril de 1977. Lidia Papaleo, en particular, estuvo detenida 5 años en el Pozo de Banfield y en el Puesto Vasco de Bernal, tiempo más que suficiente para apropiarse de modo fraudulento de todos los demás activos del imperio construído por “Dudi”.
En una nota que escribió hace pocas semanas para Perfil, Gasparini, no sólo recordó que en 1986 -gobierno de Raúl Alfonsín- la familia Graiver recibió 84 millones de dólares como indemnización de parte del Estado argentino por daños y perjuicios (algo que detalló en su libro), sino que “aceptaron callar desde entonces”. Además, tampoco cumplieron con el compromiso de invertir la indemnización en el país.
Papeles apócrifos
Sin embargo, Gasparini no descarta que lo que esté en los papeles, sea distinto a lo que haya sucedido. Para él, la transferencia de acciones se hizo en un marco “que debía parecer limpio y transparente”, pensando en demandas futuras. Pero la Secretaría de Comercio Interior kirchnerista dice que en 1980 las acciones todavía seguían en posesión de la sucesión y no existen en los libros de Papel Prensa constancia de la transferencia de acciones de Gravier. “Cualquier cosa es posible (de creer), con abogados que vienen de protagonizar el ridículo salteando las exigencias de los códigos” en los reclamos por el ADN de los jóvenes Herrera Noble.
El rol de Papaleo es curioso. En enero de 1976, cuando era funcionario de Isabelita, clausuró el diario La Opinión, que dirigía Jacobo Timerman y que era propiedad de Dudi, su cuñado. Y el 24 de marzo a la noche fue detenido y enviado al barco adonde compartió reclusión con decenas de dirigentes y funcionarios peronistas.
Gasparini no deja de asombrarse por la aparición del hermano de Lidia, “un extraño absoluto en esta causa”, según escribió en Perfil. Así y todo, alguna cuenta pendiente tendrá Papaleo, porque mediando el año 1977 la revista Somos publicó una nota afirmando que él oficiaba de intermediario entre Graiver y los Montoneros, y cuando estaba en su casa con el amigo y abogado Carlos Campolongo, luego de redactar y enviar telegramas contra Constancio Vigil -dueño de esa desaparecida revista- por calumnias e injurias, fuerzas de seguridad secuestran a Papaleo, que fue llevado también a Pozo de Banfield. Papaleo le dijo a LPO que cuando llegó al lugar de su secuestro, los militares tenían los telegramas en sus manos.
Drama argentino de tono shakesperiano, el pasado de Papel Prensa es traído a este presente con la fuerza de una urgencia digna de mejores causas.
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