Por Daniel Fernández Canedo
Abril comienza con dos desafíos grandes para la economía argentina. Uno es la inflación. El otro es la forma que finalmente adopte el uso de reservas para cancelar deuda con acreedores privados.
EXTINTO ESCRITOR FRANZ KAFKA Y MINISTRO DEL INTERIOR FLORENCIO RANDAZZO
Respecto de la subas de precios, el Gobierno insiste en negarla, mientras que los cálculos privados ya la proyectan por encima del 20% para el año.
Dicen que la suba promedio de 5% en el bimestre febrero-marzo, ubica a abril como un mes clave: si la inflación supera 1,5%, proyectar una inflación anual de 25% no sería aventurado.
De hecho, y aunque el Gobierno lo niega, ayer debió participar activamente para destrabar el conflicto salarial de los estibadores de Rosario que impedían la salida de los barcos con soja. La solución pasó por convalidar un aumento del 27%, tres veces lo que oficialismo aceptaría como inflación anual.
La calle se mueve con índices de 17 a 20% en la cabeza y actúa en consecuencia, pero en esa carrera, la mayoría pierde.
La estrategia oficial, en la que insistió ayer el ministro del Interior Florencio Randazzo, será seguir negando que exista un alza generalizada de precios y argumentar que sólo se trata de "reacomodamientos", como si los bolsillos no sintieran los aumentos.
Mientras tanto, y cuando todo estaba preparado para esperar una lluvia de dólares sobre la Argentina, China dio una mala noticia. Dejó trascender que podría dejar de comprar aceite de soja argentino como represalia al freno de la entrada de productos de ese país.
Sólo basta considerar que el año pasado casi la mitad de las exportaciones del aceite argentino tuvieron ese destino. La alarma que encendió no es menor. El 72% de las exportaciones de soja de 2009 tuvieron como destino China. Se puede tratar de una amenaza comercial que el Gobierno podrá negociar y resolver, pero algún costo tendrá.
Hasta ayer, los funcionarios se restregaban las manos esperando los 7.500 millones de dólares que dejaría el balance comercial del trimestre que comienza. Es esa futura masa de dólares la que contribuyó a mejorar el ánimo financiero del último mes y también los pronósticos de crecimiento para el año.
Habrá que esperar a ver cómo decanta el caso chino y los efectos de un informe sobre un aumento de los stocks de granos en EE. UU., pero el abastecimiento fluido de dólares no parece correr peligro. Es sobre esa base que el Gobierno asienta una de las patas para contener la inflación: tener quieto al dólar hasta fin de año. Con el dólar tranquilo, los precios de los alimentos pierden un argumento central para encabritarse más.
La estrategia oficial sería que el dólar no pase de $ 4,10 a fin de año. Eso implicaría una suba del orden del 7%, muy por debajo de cualquier estimación inflacionaria. La otra pata será la apuesta a expandir el crédito en la intención de que las Pymes aumenten la inversión y la producción. En eso trabaja Mercedes Marcó del Pont.
La presidenta del Banco Central se apresta a crear una "ventanilla de liquidez" para ayudar a que los bancos privados financien a pequeñas y medianas empresas. La idea será una línea de crédito a 5 años a tasa fija, en la cual el Central correrá con parte del costo. Las condiciones se están definiendo y la tasa podría rondar el 14% anual.
Los banqueros esperan una convocatoria oficial para ponerse a trabajar. En el Gobierno dicen que esperan tener el sistema en funcionamiento en el transcurso de este mes.
El resto, según la visión oficial, vendrá de arrastre después de haber logrado que la Justicia destrabe el uso de reservas para pagar deuda de acreedores privados. Según el decreto 298, podrá disponer de US$ 4.382 millones de las reservas del Central para pagarle a los privados y el lunes empezaría a hacer uso del dinero.
¿Podrá la oposición política frenar por el Congreso el uso de ese dinero? El desafío no es menor, pero si no lo consigue, quedaría abierta la puerta para nuevos decretos de necesidad y urgencia que dispongan usar reservas.
La discusión ya no pasa por echar mano a los dólares del Central, sino cómo queda definido el mecanismo institucional para que el Gobierno se haga de las divisas.
Mientras tanto, los mercados y los acreedores festejan que la Argentina vaya a pagar y muestre tener los dólares para hacerlo.
Marzo dejó un cambio de humor en materia financiera. Se frenó la fuga de divisas y los depósitos minoristas en los bancos (miden la calma del ahorrista medio) empezaron a recuperarse.
Abril enfrenta desafíos fuertes en materia de inflación y de uso de reservas, y ahora China puede meter la cola en el sensible tema de la soja.
0 comentarios:
Publicar un comentario