La huída de Fernando de la Rúa en helicóptero está muy presente en la memoria de los argentinos

jueves, 1 de abril de 2010

Por Alfredo Leuco

¿Cómo va a hacer el radicalismo para gobernar si es que gana en el 2011? Esta pregunta se formula a cada rato en los ámbitos políticos y da por seguro dos conceptos contradictorios: que la UCR está otra vez en carrera después de haber tocado fondo y que aún no superó el trauma de abandonar el poder sin terminar el mandato en las dos ocasiones que hubo presidentes radicales desde la recuperación democrática de 1983.

La huída de Fernando de la Rúa en helicóptero por los techos de la Casa Rosada está muy presente en la memoria de los argentinos y el kirchnerismo se encarga de refrescarla en todos los discursos. Fue tan autodestructiva y frágil su gestión que se ganó el desprecio social y abrió heridas muy profundas en el cuerpo de su partido centenario.


Pero la figura de Raúl Alfonsín, a un año de su muerte, fue revalorizada casi como la contracara de los comportamientos del matrimonio Kirchner. Hasta sus viejos adversarios coinciden en rescatar la honradez y austeridad que evidenció a lo largo de toda su vida, su vocación de diálogo, la defensa de los derechos humanos cuando las balas picaban cerca y el combate a favor de la libertad y en contra de todo tipo de autoritarismo. Sopló tan fuerte el nuevo huracán alfonsinista que generó un fenómeno inédito al catapultar a su hijo Ricardo al primer lugar en imagen positiva entre los dirigentes políticos.

Su crecimiento en las encuestas fue vertiginoso pese a que su experiencia parlamentaria o de gestión es casi nula y que sus condiciones y reales capacidades están aún bajo la lupa de la sociedad. No hay demasiados antecedentes en la historia de alguien que haya pasado del desconocimiento casi total a la cima del aprecio. Extrañamente, el único caso que se le asemeja es el de su correligionario y competidor Julio Cleto Cobos que también, en un abrir y cerrar de ojos desde la madrugada del voto no positivo pasó a integrar el pelotón de los argentinos mas respetados. Pero hay diferencias.

Cobos fue ministro y después gobernador de Mendoza y fue expulsado del partido por acompañar como vicepresidente de la Nación a Cristina Fernández aunque luego regresó al redil, arrepentido de haber creído en las buenas intenciones de Néstor.

Otra curiosidad es que en el mundo de la política hay bastante consenso en decir que el mejor candidato a presidente del radicalismo es el menos conocido: Ernesto Sanz. Tiene buenos antecedentes al comando de la intendencia de San Rafael, su desempeño como senador y ahora en la jefatura de su partido lo muestran como un analista inteligente capaz de pensar estratégicamente las próximas jugadas. Algo premonitorio hubo ayer en estos micrófonos cuando dijo: “ Para un futuro gobierno no peronista es un enorme desafío colocar a la sociedad de su lado y no a las corporaciones.”

Y aquí aparece la madre de todas las preguntas. ¿En que están pensando para romper ese mito de que los radicales no saben gobernar y que la CGT de Moyano y los piqueteros de Kirchner les van a hacer la vida imposible si vuelven al poder?

¿ El radicalismo logrará convencer a las grandes mayorías de que está en condiciones de gobernar? O mejor dicho: ¿Se podrá demostrar que alguien que no sea peronista puede gobernar este país? Todavía no hay respuestas definitivas. Pero las preguntas son cada vez mas concretas.

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