El análisis político y económico de los doctores Vicente Massot y Agustín Monteverde
A veces conviene, para trazar un cuadro de situación, enumerar, siquiera sea a mano alzada, las certezas, distinguiéndolas, al propio tiempo, de las incertidumbres que presenta la política argentina. Claro que resultaría imposible, aun contando con más espacio que el habitual en este tipo de crónicas, hacer que la mencionada enumeración fuese exhaustiva a punto de detalle.
Pero ello nada quita a la posibilidad de pasar revistas a las principales constancias —a aquello que damos por sentado— y también a las incógnitas más significativas. Todo, por supuesto, con la mira puesta en el presente y en el 2011, a la vez.
Comencemos por lo que, a esta altura del partido, parece poco discutible, a saber:
1) el proyecto hegemónico kirchnerista hace rato que está muerto, y ello malgrado el derroche de optimismo y de propaganda con los cuales el gobierno pretende hacernos creer que, mas allá del próximo año, el santacruceño seguirá siendo un actor decisivo e inclusive que podría triunfar, sobre su eventual contendiente, en una segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
Lo más parecido al plan kirchnerista actual es el menemista gestado a fines del año 1998. El resultado final, siendo el riojano infinitamente más popular que el patagónico, fue su deserción en el 2003 cuando tomó conciencia —la misma que, tarde o temprano, tomará Kirchner— que el 70 % de los argentinos con capacidad para votar lo recusaba.
2) El principal poder de los Kirchner radica en el manejo que tendrán asegurados del aparato estatal-gubernamental hasta la finalización del mandato. Su dominio no alcanza a compensar la quiebra definitiva de a hegemonía perdida entre mediados del 2008 y del 2009 —derrota de la 125 en el Senado y revés electoral en los comicios legislativos— pero les permite mantener la iniciativa y la caja.
3) El Congreso ya no es más la escribanía mayor de la Casa Rosada. El fenómeno de subordinación automática que caracterizó, sin excepción, al Parlamento respecto del presidente entre 2003 y mediados del 2008, es cosa del pasado.
4) Dicho lo cual es conveniente no caer en la tentación de creer que, desaparecida la mayoría oficialista, ahora ha sentado sus reales en el Legislativo una nueva mayoría opositora. No hay ni habrá tal relación de fuerzas, necesariamente adversa al oficialismo, mientras exista un arco opositor tan distinto en su composición y la caja —menguada y todo— siga en manos de Néstor Kirchner.
5) Por muchas que sean las verónicas que Boudou y sus mandantes ensayen respecto de la inflación, con negarla nada ganarán. Ha llegado para quedarse y si no se vertebra un plan serio de carácter antiinflacionario —algo, de momento, por completo ausente en la mentalidad gubernamental— la escalada de los precios puede convertirse en el principal factor de riesgo para la estabilidad de los Kirchner.
6) Nada indica que sea probable que, de aquí a las elecciones, aun si se substanciasen en octubre del 2011, como están programadas, la actual administración pueda mejorar en términos reales y no sólo nominales, un dato al que anteriormente hemos hecho referencia y habla por sí solo: el 70 % de los trabajadores en blanco de la Republica Argentina ganan menos de $ 2000.
7) Clarín no está muerto. Herido, sin duda; pero con un poder de fuego que el kirchnerismo no imaginó cuando celebró alborozado la votación de la ley de Medios. Esto significa que lo más seguro es que, antes de abandonar el poder, el matrimonio gobernante no pueda disfrutar de la ingeniería que inventó para reducir al citado matutino a su mínima expresión. Mientras tanto tiene más capacidad de daño Clarín que los Kirchner si los medimos en una contienda de uno contra el otro.
8) El Poder Judicial ha dejado de hacer las veces de un apéndice del Ejecutivo y si bien el gobierno todavía maneja a los jueces federales, no hay más que analizar los fallos que se han conocido en cuanto a la ley de medios, los DNU y el Banco Central para darse cuenta de que el frente de los jueces se agrieta a medida que pasan los días. La destitución de Faggionato Márquez es prueba suficiente de lo dicho.
9) El peronismo seguirá sin un jefe indiscutido y es probable que, aun si Carlos Reutemann se decidiese a competir por la presidencia, el escenario al que debe prestársele atención será similar al que se dio entre el 2001 y el 2003, sólo que esta vez no dirimirán supremacías Eduardo Duhalde y Carlos Menem, sino Néstor Kirchner, con el poder residual que le quede, contra un contendiente que todavía no es visible. En este orden, Carlos Reutemann y Francisco de Narváez emergen como los mejor posicionados.
10) En la puja, por momentos destemplada, que vienen manteniendo el kirchnerismo y eso que denominamos, por una razón de economía de términos, oposición —en realidad es un arco opositor, algo bien distinto, dicho sea de paso— el volumen que desplazan ambas fuerzas tiende a ser parejo. La consecuencia de ello es que no podrán sacarse ventajas significativas en su disputa.
Triunfos y derrotas tácticas habrá de uno y otro lado, pero ninguna tendrá carácter estratégico. Hasta aquí las certezas. En cuanto a las incertidumbres, parece que cuatro se destacan del resto sin que lo expresado suponga, ni mucho menos, agotar el repertorio.
1) Nadie sabe, ni siquiera de manera aproximada, qué decisión tomará finalmente el ex–gobernador de Santa Fe y ex–corredor de Fórmula I que resulta algo así como la esperanza blanca del peronismo disidente.
Así como Carlos Menem en sus tiempos de esplendor era un provocador, Elisa Carrió una Casandra criolla, Néstor Kirchner un belicista nato, así también cabría decir de Reutemann que es, después de Hipólito Yrigoyen, el único hombre publico críptico, por naturaleza, que ha dado la política argentina.
Siendo así, las definiciones que necesariamente habrán de producirse en el peronismo, se acompasarán con los tiempos del santafecino y condicionarán, en no poca medida, las estrategias no sólo de la Casa Rosada sino también del resto de los justicialistas con aspiraciones presidenciales.
2) Es una incógnita qué puede llegar a decidir y cuándo la Corte Suprema de Justicia de la Nación al momento de tener en sus manos el caso acerca de la constitucionalidad o no del planteo que, oportunamente, hará Francisco de Narváez. Su trascendencia radica, como no podría ser menos, en que hoy es el político mejor posicionado, fuera de Julio Cobos, si se mide su imagen e intención de voto. No hay otro, actualmente al menos, que en las encuestas figure a la par de Kirchner en la interna del PJ y segundo del radical mendocino en una hipotética segunda vuelta.
3) Es un misterio cuándo votaremos para elegir al sucesor de Cristina Fernández. Formalmente, claro, todo indica que la fecha será octubre del 2011, con internas partidarias abiertas y obligatorias dos meses antes. Sin embargo, cualquiera sabe que la válvula de escape, si se complicase de manera irreversible la situación del país, sería el adelantamiento de los comicios, tal como sucedió el pasado año.
4) Si misteriosa es la fecha de las elecciones, qué decir de la ley que las reglamenta. Representa, para los analistas, un verdadero acertijo, cuya importancia no cabe desestimar. La reforma que acaba de votarse, en caso de llevarse a la práctica, beneficiaría claramente a los principales partidos del país a expensas de las agrupaciones menores.
Además, las consecuencias que podrían tener las internas abiertas, son difíciles de establecer en la medida que tanto pueden resultar beneficiosas para el matrimonio gobernante como un salvavidas de plomo.
Precisamente en función de tamaña certezas y de las incertidumbres señaladas es que deben analizarse, entre otras cuestiones, el cruce de declaraciones respecto de la inflación entre Hugo Moyano y Amado Boudou; la reunión de la presidente en Olivos con los gobernadores afines; la predisposición de tres senadores kirchneristas a votar junto al arco opositor la coparticipación de la ley del Cheque; el plan B del santacruceño para los comicios presidenciales, consistente en nominar a Daniel Scioli como candidato del oficialismo; el nuevo cortocircuito que se anuncia con la Iglesia en razón de las leyes que planea votar el kirchnerismo sobre temas tan ríspidos como el aborto y el casamiento de homosexuales y la relación bilateral con el Uruguay cuando próximamente se conozca el fallo de la Corte de la Haya. Felices Pascuas.
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