Por Ricardo Roa
Pocas fechas están tan grabadas en nuestra memoria como el 24 de marzo del 76. Llegó precedido de una espiral de violencia, con atentados y muertes cotidianas y unos mil desaparecidos borrados del mapa por la banda parapolicial de la triple A.
Ayer debió haber habido en plaza de Mayo una única marcha para decirle nunca más a aquellos años.
Sin embargo, hubo varias y una fuerte pulseada entre la de color oficial y la antikirchnerista (Masiva manifestación de repudio al golpe de 1976).
Las diferencias políticas son propias de la democracia. Pero esta recordación merecía una convocatoria sin sectarismos ni intentos oficiales por apropiarse de la memoria.
El kirchnerismo siempre encuentra nuevas formas de decepción. Como si no hubiesen pasado 27 años desde la recuperación de la democracia, la Presidenta convocó a la "construcción de esta sociedad democrática, donde debatamos y tengamos puntos de vista diferentes".
Es exactamente lo que su Gobierno no hace: desprecia a la oposición, mantiene bloqueado el Senado, abre las sesiones ordinarias con un DNU, va a la Justicia para frenar a la oposición o para frenar a los jueces cuando fallan en contra. Sólo admite la prensa genuflexa y ve intentos desestabilizadores y golpistas por todas partes.
Y en el día de la memoria, Cristina se olvidó del histórico juicio a las Juntas Militares, que se llevó adelante en las peores condiciones. Debe ser por esa mezquina costumbre K de que todo empieza cuando llegaron ellos.
Aunque hayan sido militantes inverificables de los derechos humanos: no pueden acreditar un solo antecedente en la materia durante los años de la dictadura.
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