Los máximos referentes del movimiento empresario acordaron seguir negociando una acción política coordinada

viernes, 19 de marzo de 2010

Por Marcelo Bonelli

Los máximos referentes del movimiento empresario acordaron, esta semana, seguir negociando una acción política coordinada y de unidad de los hombres de negocios.


Fue el fruto de trabajosas negociaciones, que incluyeron un compromiso serio de los sectores más duros contra el Gobierno: dejar de lado la difusión de un documento muy crítico sobre la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.


La solución se alcanzó gracias a la cintura política de Jaime Campos y de propuestas concretas de Ignacio de Mendiguren. Pero también jugaron un rol fundamental las posiciones contemporizadoras de Luis Pagani y Carlos Miguens.

En el medio, quedaron con un fuerte desgaste Héctor Méndez, Hugo Biolcatti y Mario Llambías. Los tres no fueron a la cumbre que ellos mismos habían organizado para emitir el documento contra el Gobierno.

Méndez fue desautorizado en la propia Unión Industrial Argentina. A tal punto, que el martes tuvo que volver a amenazar con su renuncia para ser ratificado en el cargo. Llambías, de CRA, quedó otra vez atrapado en vetustas historias de riñas con la UIA, y Biolcatti prefirió no asistir para evitar reproches fabriles.

La intención original del encuentro era darle aval a la creación de un Frente Empresario integrado por la UIA, AEA y la Mesa de Enlace. La exteriorización de esa unidad iba a ser la firma de un documento crítico contra la gestión oficial.

Existía un borrador del texto que reclamaba cordura política al Gobierno, un pedido de diálogo y una defensa a las instituciones democráticas. El "paper" pedía, además, medidas para evitar la puja precios-salarios.

Biolcatti fue el impulsor político de la iniciativa y a la reunión llegaron con un espíritu muy fuerte contra la Casa Rosada figuras como Alejandro Delfino, Carlos Reyes Terrabusi (SRA) y Enrique Cristofani (ABA). Ese clima se reflejó en un contrapunto entre Delfino y Adrián Kaufmann Brea.

El hombre de Arcor dijo: "En la UIA hay realidades muy diferentes. A muchos sectores le van muy bien y la industria creció." Delfino respondió: "Nosotros en el campo no crecimos nada."

Héctor Méndez se comprometió a participar del encuentro y a acompañar el documento, en conversaciones directas con Jaime Campos y Biolcatti. Pero ese compromiso personal fue desautorizado por sus vicepresidentes Luis Betnaza, Federico Nicholson y De Mendiguren.

La plana mayor de la UIA argumentó que no era el momento adecuado para lanzar una ofensiva contra la Casa Rosada y también que nunca irían detrás de una iniciativa política de la Sociedad Rural. También habían recibido fuertes críticas de sus antiguos socios del Grupo de los 7, como Jorge Brito, Carlos de la Vega, Adelmo Gabbi y Carlos Wagner. Hoy mantendrán una reunión para limar diferencias.

Por eso la central industrial puso como condición para asistir al encuentro una sola cosa: que no se emita ningún documento y que únicamente se abra el diálogo para negociar la conformación en el futuro de un frente empresario.

Campos -el coordinador de la reunión- tuvo intervenciones precisas que llevaron a buen puerto la iniciativa y evitaron un fracaso en medio de un clima de indudable tensión interna. De Mendiguren fijó parámetros para seguir las reuniones: "Debemos superar nuestros disensos y apostar al diálogo".  Fue ahí cuando Pagani aportó lo suyo: "El tren del crecimiento esta pasando de nuevo y no podemos quedar otra vez en el andén".

El saldo del encuentro fue recibido con alivio en la Casa Rosada. Temían una declaración furibunda. Este balance del kircherismo malhumoró a los empresarios más intransigentes con el Gobierno. Pero hay una conclusión real: peor era terminar la reunión con una ruptura del movimiento empresario. Miguens afirmó: "Ya es un éxito habernos reunido."

Los financistas que estuvieron allí advirtieron un dato económico clave: es inminente la aprobación del canje por la SEC. Carlos Mauleon, el director del Barclays que comanda la transacción, se lo anticipó la semana pasada a varios banqueros y con esa información confidencial abrió el grifo a la especulación con los bonos.

Carmen Corrales se comunicó el miércoles con Amado Boudou y le trasmitió el último requisito que reclamó la Comisión de Valores Norteamericana a los abogados de la Argentina. Corrales es la encargada del caso argentino en el buffet Cleary Gottlieb Steen & Hamilton. La abogada le dijo que la SEC pretendía un documento oficial, en el cual el Palacio de Hacienda detallara qué comisión van a cobrar los bancos asesores y cuál es el rol de Barclays, Citi y Deutsche Bank. El pedido obedece a una cuestión: para cubrir absurdas apariencias políticas, Boudou había dicho que los bancos no le cobraban comisión a la Argentina, cuando en Wall Street se insiste que ese pago está camuflado en la transacción.

Ayer, el Palacio de Hacienda tuvo que precisar esas obligaciones. El documento admitiría dos cosas:
Que Boudou, por contrato, le delegó amplios poderes para decidir sobre el canje al banco inglés Barclays. Y que los tres bancos asesores cobrarán una elevada comisión, por encima de lo que pagó la Argentina en el canje de 2005. Ese año fue del 0,37% y ahora Boudou aceptó un 0,55%. Así, el monto mínimo sería de US$ 82 millones.

Pero podría ascender a la friolera de 110 millones, si el acuerdo se hizo sobre el monto nominal del canje.

Boudou está dispuesto a todo porque sabe una cosa: que su continuidad en el Ministerio de Economía está atada al éxito de la operación con los holdouts.

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