Por Ignacio Fidanza
Si las elecciones fueran hoy muy probablemente Julio Cobos será electo presidente. Incluso las encuestas más oficialistas, como la que hizo hace 15 días Analía del Franco, señalan que en un eventual ballotage Cobos gana contra Kirchner, pero también contra Macri.
Se comenta mucho en el mundo político sobre el presunto “desgaste” que sufre el vicepresidente, sobre como con el correr de los meses atenúa el brillo de su estrella. Pero se trata de un fenómeno que se extiende a toda la clase política de manera que en términos relativos, Cobos continúa liderando la consideración popular.
Como sea, en el radicalismo reconocen que Ricardo Alfonsín está creciendo y que eventualmente podría haber una interna para definir la postulación radical. “La gente nos mira y piensa que estamos locos, que tenemos al mejor candidato y nos dedicamos a complicarlo, y tienen razón, pero así somos los radicales, seguro que vamos a ir a una interna”, afirmó divertido un importante operador del centenario partido que apoya al vicepresidente.
De cualquier manera, las preocupaciones entre los radicales que deciden, exceden largamente el marco de la interna. “Nosotros somos un partido de gobierno, no como esas fuerzas testimoniales como los socialistas o la Coalición Cívica”, agregó despectiva la fuente consultada, para desarrollar el tenor de los temas que hoy ocupan a la cúpula de la UCR.
De hecho, ya se descarta que Lilita Carrió los enfrentará y hasta no dudan que Néstor Kirchner aprovechará esa contradicción para golpear a Cobos, generando escenarios y aportando por vía indirecta “elementos” a la diputada, que ceben su odio contra el vicepresidente. “No hay acuerdo Kirchner-Carrió, pero igual el gobierno puede utilizarla, la política tiene maneras más sutiles de conseguir sus objetivos”, agregó.
En ese marco, la idea que crece en la usina que rodea a Cobos es aguardar que se presente otra oportunidad como la 125, algún escenario de empate en el Senado de fuerte impacto social que exija su voto. “Le metería así una última piña a Kirchner y después renuncia a la vicepresidencia para hacer campaña”, se entusiasman los radicales imaginando un último spring triunfal de este tímido maratonista que están empezando a respetar.
“Un hombre que traicionó con éxito dos veces seguidas merece nuestros respetos, es un diamante en bruto”, festejó un curtido dirigente radical.
La “bete noir” del vicepresidente
En la mesa de arena del círculo íntimo del vicepresidente una hipótesis se destaca, al analizar los probables conflictos que enfrentaría una presidencia de Cobos. El recuerdo de la salvaje huelga de camioneros que detonó la caída del chileno Salvador Allende hoy afiebra la mente de los radicales.
Es que en esos círculos se teme mucho más a Hugo Moyano que a Néstor Kirchner. Y la explicación se sencilla: el ex presidente es un político en retirada, que como Menem en el 2003 cosecha rechazos que rondan el 70 por ciento. Es decir no hay manera que pase una segunda vuelta. De manera que su capacidad de daño una vez que deje el poder será, como sucedió con el riojano, acotada.
“El peronismo no lo quiere y la sociedad lo rechaza, Kirchner no es el peligro mayor”, sostienen. En cambio el camionero tiene en un puño la red logística del país. Camiones, trenes, puertos le responden. Y en se marco ya organizó su plan de salida y resistencia si tiene que abandonar la CGT.
Moyano mantiene latente la CATT, una confederación del transporte que reúne a todos los gremios del sector y que en los hechos será su CGT paralela si al concluir el ciclo kirchnerista debe abandonar la conducción de la central obrera. Con ese instrumento puede decretar medidas de fuerza que paralicen la economía, el comercio exterior y el abastecimiento interno del país.
Frente a este poder, es que los operadores mas experimentados que hoy rodean a Cobos ya tendieron lazos con la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo y con los “gordos” de la CGT, que en una replica de lo que sucede en el peronismo con Kirchner, ya no ven la hora de sacárselo de encima.
Sin embargo, reconocen que incluso esas alianzas pueden ser insuficientes para frenar al camionero si este decide lanzar una batalla frontal. Ni siquiera hay que remontarse al caso de Allende. Fernando de la Rúa, otro presidente radical, vio evaporarse el poder de sus manos luego que Moyano hiciera estallar el caso de la “Banelco” en el Senado.
“Si entra en esa dinámica puede terminar preso, hoy ya se le conocen demasiado los trapitos sucios”, advierte sombrío uno de los hombres más fuertes del centenario partido. La frase confirma así la crónica inconsistencia de los planteos del radicalismo para enfrentar al sindicalismo peronista. Inexorablemente cuando se profundizan las preguntas, las respuestas siempre terminan en la fantasía de la prisión, para resolver un problema político al que no le encuentran salida.
Elecciones anticipadas sin internas abiertas
En la cúpula del radicalismo crece la percepción de un anticipo de las presidenciales para marzo o abril. “Kirchner sabe que no pasa el ballotage, pero necesita llegar a la elección con algo de poder y caja, con el país relativamente ordenado para negociar la transición”, afirmó a este medio uno de los asesores del vicepresidente.
Con el déficit y la inflación disparándose, los economistas radicales estiman que más allá de marzo o abril, la situación se deteriorará de manera acentuada con la consiguiente licuación el poder del gobierno. “A diciembre del 2011 llegarían en jirones sin capacidad de negociar nada, no se pueden permitir ese riesgo, hay gente que quiere verlos presos”, se sinceró la fuente.
Hipótesis que se completan con la sensación de que la promocionada reforma electoral finalmente quedará en los escritorios de Florencio Randazzo y Juan Manuel Abal Medina. “Kirchner puede ganar la interna a nivel nacional pero perder la provincia de Buenos Aires y si pierde la provincia pierde el poder, es otro riesgo que está imposibilitado de asumir”, agregan. Acaso el trabajo de zapa que Eduardo Duhalde está realizando en el Conurbano apunte a ese objetivo.
El atajo para sacar de la cancha a Kirchner sería así concentrar todos los esfuerzos en la interna bonaerense. Derrotado allí, su menguado liderazgo en el peronismo se evaporaría de manera definitiva.
Escenarios posibles que no ocultan la ambigua sensación de euforia por un regreso al poder que ya se palpita y la eterna angustia que se apodera de los radicales al vislumbrar los desafíos del poder. “Vamos a recibir una inflación del 30 por ciento, el país super endeudado, un déficit monumental, una red de subsidios imposible de mantener y tarifas ridículas”, se lamenta resignado el operador que ante la pregunta final: “¿Ya aprendieron a gobernar?”, se ríe cómplice y sólo suelta un murmullo inteligible.
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