El escorpión de los Kirchner

lunes, 29 de marzo de 2010

Por Osvaldo Pepe



Como en la fábula del escorpión, que sabiendo que se ahogaría si mordía a la rana que lo llevaba en su lomo a través del río, los Kirchner muerden aunque se ahoguen. Está en su propia naturaleza. Morder como sea, al precio que sea. La explicación habrá que buscarla más en su psicología como personas y en su concepción hegemónica del poder que en el rumbo de su administración.




Esa sabido que los opositores más duros, por ejemplo, han dicho que si hubiesen presentado a tiempo un proyecto de ley para el uso de las reservas, seguramente ya estaría votado. Pero eligieron morder. Como en el caso de la ley de medios, ahora suspendida y en un limbo judicial, con pronóstico de pantano indefinido. Prefirieron morder antes que acordar una ley que atendiera formas, reglamentos y reclamos opositores, que fueron muchos y variados.



Ahora mismo, vienen de una semana en la que han bastardeado el consenso más extendido de la sociedad argentina, como es el rechazo a las aventuras golpistas, génesis del fracaso argentino como Nación en el siglo pasado.

Es la primera vez desde la llegada al poder de los Kirchner que una conmemoración de la mayor tragedia política argentina encuentra una Plaza de Mayo dividida, copada por aparatos políticos y virtualmente huérfana de ciudadanos independientes.



La Presidenta y su marido se creen dueños y fundadores de los derechos humanos, pero no son ni Mandela, ni Mujica, que conocieron la cárcel en serio y no un par de días en una comisaría. Son apenas los Kirchner, que en dictadura, como cualquier ciudadano asustado, se refugiaron lejos del peligro, en este caso en el sur. Y se dedicaron a hacer dinero con la compra de propiedades, primer paso hacia su inmensa fortuna, de reciente y sospechosa multiplicación. También en este tema emplean una táctica conocida, de sello inequívoco: muerde, muerde, que algo queda.

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