Pampuro entendió que la política es diálogo y si no es violencia

martes, 9 de marzo de 2010

Por Alfredo Leuco

Muchos de sus pares dicen que el presidente provisional del Senado es un pan de Dios. Es el tercer hombre en la jerarquía institucional después de Cristina y Cobos. José Pampuro, el que es puro pan, es médico pediatra y tal vez por eso está acostumbrado a tratar los problemas entre algodones. A ser amable, prudente y positivo .No hay un solo antecedente público en donde Pampuro le haya faltado el respeto a alguien.


Sus vecinos de Caballito dicen que es más bueno que el pan. Pepe, como le dicen sus pares de la política, cometió un pecado terrible en el mundo del kirchnerismo. Ofreció su mano negociadora, invitó un café para ver si hay mas espacios para los acuerdos y menos para las peleas furibundas de los últimos días. Y lo hizo sin consultar ni pedir permiso al matrimonio presidencial. Es que se trata de un pan integral. De alguien que ya tiene años en el peronismo y una trayectoria que lo habilita a manejarse con cierta independencia.

No está obligado a ser verticalista o a moverse dentro de la obediencia debida como hizo Mercedes Marcó del Pont. Es orgánico y respeta la investidura de Cristina o el liderazgo de Néstor, pero no se somete ni se arrodilla. Sabe que en política también tiene que ganarse el pan con el sudor de su frente.

Las cosas en el Senado, después del 28 de junio y de la elección de autoridades ya no son más pan comido para el oficialismo aunque el oficialismo se resista a digerir semejante pan duro. Pampuro entendió que la política es diálogo y si no es violencia. Verbal o de la otra. Sabe que para ningún gobierno es bueno aislarse. Quedarse solo y decir contigo pan y cebolla. Que si bien el horno no está para bollos hay que juntar voluntades, procesar diferencias, encontrar denominadores comunes y ampliar la democracia. Es muy conciente de que no solo de pan vive el hombre. Que hay que registrar la realidad y no ignorarla. Que flexibilizar sus posiciones y ceder en algo para conseguir otras cosas es parte del arte de la política.

Cuando no hay pan buenas son las tortas. Y hoy el kirchnerismo no tiene la mayoría en el Senado. El matrimonio tiene que aprender a gobernar con esa nueva realidad adversa. Les cuesta porque es toda una novedad. No están acostumbrados a pedir permiso ni a decir gracias o a sumar voluntades. Hasta ahora tenían los números para subirse a la topadora y pasarle por encima al que se le pusiera adelante con otras ideas y otros proyectos.

Pampuro sabe que asumir la nueva relación de fuerzas es llamar al pan, pan y al vino, vino. Asumir su condición de minoría. Reclamar y exigir que la oposición no les ponga palos en la rueda para gobernar pero reconocer las nuevas reglas del juego.

Néstor Kirchner sospecha de la gente como José Pampuro. Los considera débiles, cobardes e incluso traidores. Por eso mandó a frenar la operación dialoguista y ordenó que ocupara ese lugar Miguel Pichetto que cada vez tiene menos poder y recibe más retos de los Kirchner.

Pepe se corrió porque conoce al peronismo. Sabe que compañero significa compartir el pan pero no come vidrio. Sabe que si las conversaciones de Pichetto son hipócritas y un engañapichanga que solo busca comprar tiempo, el resultado será peor. Porque la confianza volverá a partirse en mil pedazos.

Sabe que si Néstor Kirchner está especulando para engañar nuevamente a la oposición todo se complicará. Será una victoria a lo pirro. Un autoengaño mas. Será pan para hoy y hambre para mañana.

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