La estrategia oficialista en el congreso saca una luz de ventaja

domingo, 14 de marzo de 2010

Por Hugo Grimaldi

Mientras la gente se mira el bolsillo, sufre por la inflación, teme por la inseguridad, pena por la falta de nafta y sigue fugando capitales, los políticos parece que sintonizan otra frecuencia. En la vidriera se muestran los dientes, pero en el fondo se mecen en un folclórico cachondeo digno de un Boca-River, donde buena parte de los protagonistas se comporta de acuerdo a cómo le haya ido en la feria.


Tal es el espíritu de riña deportiva que hoy impera alrededor de la actividad del Congreso que, cuando el oficialismo gana, inmediatamente se agranda en acciones y alocuciones, ya que reivindica el espíritu disciplinador que hace prevalecer siempre en la lucha del bien sobre el mal, pero cuando pierde, automáticamente sale a hacer pucheros con el remanido argumento de la desestabilización.

A la inversa, cuando se imponen los opositores, la que perdió es la soberbia kirchnerista, dicen, aunque cuando se mancan es porque los otros usaron la billetera. En realidad, no se conocen sociedades que logren salir indemnes de una lógica dirigencial tan enfermiza.

Salvo la fiereza de Elisa Carrió, la personalidad desbordante de Luis Juez o los discursos altisonantes de Néstor Kirchner, ¿dónde quedó aquella crispación que pretendieron apagar como bomberos Julio Cobos y José Pampuro, la semana pasada, para ayudar a acercar posiciones desde la racionalidad y el consenso?

En este aspecto, y pese a que ambos fueron soplados de la precaria mesa de negociaciones por el propio Gobierno, ya que a Pampuro se lo descalificó directamente, mientras que Cobos, al quedarse sin interlocutor, quedó anulado, para algo sirvió aquella experiencia de 48 horas. Ese atisbo de sentido común le ganó, al menos, a cierta anarquía de procedimientos y sirvió para enfriar las escaramuzas de la semana previa.

Sin embargo, los acercamientos que buscaban las dos máximas autoridades del Senado han encallado por estas horas y se han transformado en un toma y daca poco y nada conducente, ya que no se nota entre oficialistas y opositores ni un solo atisbo de acercamiento lúcido hacia acuerdos mínimos. Ahora, el péndulo parece haber virado hacia un juego de individualidades opositoras, con más espectadores que protagonistas, donde hay muchos que están esperando que los melones se acomoden al andar, mientras está claro que el kirchnerismo los ha primereado y rearmado la tropa con más coherencia y velocidad y que ya ha empezado a sumar aliados para engrosar sus números.

La situación favorece desde luego al oficialismo ya que ha mostrado, primero que nada y con toda crudeza, la atomización opositora y aunque las comisiones del Senado lograron conformarse con mayorías de este signo, la ventaja kirchnerista pasa porque muestra un discurso ultra-alineado, algo que contrasta notablemente, del otro lado, con la ausencia de una línea coherente de pensamiento y, mucho menos, de una voz común. La experiencia del senador de la UCR Gerardo Morales al frente visible de la tropa ha resultado muy desgastante para el polo opositor y aun para él mismo y su partido, tras las derrotas que sufrió la oposición en el Senado.

Ya había habido un primer triunfo kirchnerista hace tres semanas, cuando sus senadores se levantaron y dejaron sin sesión a la Cámara Alta, porque los opositores no pudieron reunir el número mágico de las 37 bancas necesarias para votar la conformación de las comisiones. La ausencia del riojano Carlos Menem le posibilitó siete días de respiro al oficialismo, que en la siguiente sesión perdió la votación.

En tanto, el primer triunfo de la ofensiva K de la semana pasada sucedió en Diputados cuando no se consiguió el quórum especial (dos tercios) que permitiera tratar directamente en el recinto, sin pasar por la Comisión respectiva, el DNU 298/10 que autoriza pasarle parte de las Reservas del Banco Central al Tesoro Nacional.

Con posterioridad, un proyecto de ley del senador pampeano Carlos Verna le dio al Ejecutivo la posibilidad de marcar, sin que se perciba su retroceso, ya que de inmediato la Presidenta lo aceptó y metió en un brete a los opositores sobre el contenido, ya que es un calco del DNU de la discordia.

Al mandoble de la Cámara Baja le siguió el jueves pasado la falta de número en Senadores, lo que impidió el tratamiento del pliego de Mercedes Marcó del Pont como presidenta del BCRA hasta setiembre, debido a la deserción de dos legisladoras que se contaban como opositoras, la santafesina Roxana Latorre y la rionegrina María José Bongiorno, a quienes se podría sumar, con su probable abstención, el senador Menem. Los números ahora están para ratificar a la funcionaria al frente de la autoridad monetaria.

En tanto, en la misma sesión, no pudo tratarse el proyecto de coparticipación del Impuesto al Cheque, una pieza de fuerza opositora para obligar al oficialismo a negociar, ya que hay 10 mil millones de pesos en juego en los que quedaría desfinanciada la Nación y nadie dice cómo se le van a reponer. Otro tanto sucede con la rediscusión del Presupuesto, algo que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, ya ha descalificado porque significa “ajuste” y porque la política del Gobierno es jugar al límite con la expansión del gasto, aunque la mala praxis ideológica pueda llevarlo a situaciones indeseables en materia inflacionaria.

Bajo la lógica del conteo futbolero que prevalece hoy en el Congreso, la cosa está 3 a 1 a favor del Gobierno, con la probabilidad de un cuarto tanto esta semana por el caso Marcó del Pont y con un descuento para los opositores, si consiguen rechazar el DNU de las Reservas en Diputados, este miércoles. Los legisladores más experimentados señalan que los cambios en el marcador se van a dar sesión a sesión de aquí a 2011 y que, por lo tanto, el resultado final está abierto. Lo cierto es que con cada gol a favor o en contra, los discursos de ambos lados se llenaron de justificaciones o denuncias.

Este mismo principio que se usa para descalificar o alabar cada paso del Congreso ha sido el caballito de batalla que también ha usado el Gobierno a menudo cuando los jueces fallan para un lado o para el otro, con menciones peyorativas hacia la “familia judicial”, tal como hizo el diputado kirchnerista de Santa Fe Alejandro Rossi.

En un raid de caza de brujas que mereció calificativos extremos de la oposición, en relación a la lógica fascista de la idea, Rossi ha dicho, pedido disculpas y vuelto a reiterar en la semana que pasó que la evaluación de los futuros jueces debería contener una investigación exhaustiva sobre su vida privada, por las dudas si provinieran de familias del “sector más conservador”, en una lógica muy parecida a la que emplean las Fuerzas Armadas cuando aprueban o rechazan el pedigrí moral, ideológico o aun religioso de las futuras esposas de los oficiales.

La semana anterior, un par de días antes que Cristina Fernández se despachara contra la jueza Claudia Rodríguez Vidal y su “pareja”, tras un “me cuentan” más de peluquería que de Jefa del Estado, la misma Presidenta casi le había jurado al Congreso que, aunque no siempre le tocó ganar cuando fue legisladora, “nunca que perdí una votación fui a ver a un juez o a demandar a la Justicia, para que la Justicia me diera los votos que yo no pude conseguir en este recinto”.

Pues bien, como la necesidad parece que siempre tiene cara de hereje, el kirchnerismo del Senado acaba de recurrir precisamente a los jueces para buscar remedio a la integración, a su juicio desbalanceada, de la Comisión Bicameral que debe estudiar los DNU, ya que hoy es diferente a aquélla que se había pactado antes del 10 de diciembre.

Pero lo doblemente patético de la situación es que la causa recayó en el juez Ernesto Marinelli, el marido de la jueza Rodríguez Vidal, quien deberá expedirse pronto, ya que este lunes debería comenzar a estudiarse el mismo Decreto 298 que amparó su pareja, texto que hasta el viernes bien tarde aún no había entrado al Congreso, debido a que el Ejecutivo se tomó los 10 días de rigor para remitirlo.

Entre los Óscares de la semana, el femenino le ha correspondido, sin lugar a dudas a Marcó del Pont, quien además de haber casi superado la instancia de la aprobación de su pliego, se ha probado el traje de ministra de Economía. Sus declaraciones en el ministerio de Trabajo, el último viernes, han demostrado al menos una cierta idea de lo que es una política económica con objetivos, aun con el controvertido uso de las Reservas como bandera, algo que el ministro Amado Boudou deberá defender ante los diputados y los senadores el martes y miércoles.

El masculino lo ha merecido Néstor Kirchner, por su enjundia permanente que le permite reciclarse y soñar con una vuelta decorosa y por haberse hecho organizar un acto pejotista en Resistencia y otro de número, en Ferro, con militantes no sindicales, de organizaciones barriales, lo que en otros tiempos se hubiesen definido como de “la tendencia”. Convencer a los convencidos no es lo mismo que volver a enamorar a los defraudados y ésa es la materia que debería aprobar el ex presidente si aspira realmente a reciclarse.

Claro está que si Kirchner quiere llegar a repetir deberá atravesar primero la interna del PJ, con Eduardo Duhalde lanzado y probablemente Carlos Reutemann y Francisco de Narváez, también. El razonamiento de todos estos candidatos es que por más que el aparato lo maneje el ahora diputado, como las internas son abiertas el no kirchnerismo se volcará a votar en masa para dejarlo afuera de cualquier candidatura, mientras que los justicialistas lo dejarían afuera ya que, con su probable arrastre, no pasaría un ballotage, como le sucedió a Menem. De allí que Kirchner haya hablado ahora de “compañero o compañera” y no de “pingüino o pingüina”.

Además, la aparición tan temprana de estos peronistas y también de radicales como Julio Cobos, Ricardo Alfonsín y Ernesto Sánz en puestos expectantes del alineamiento interno ya como presidenciables, les hacen pensar a más de uno que las elecciones generales de 2011 podrían ser finalmente adelantadas.

Mientras tanto, la opinión pública ha comenzado a saturarse de todo este desgastante juego que ya lleva tres meses y cada día, inflación mediante, le presta más atención al bolsillo que a los chisporroteos entre oficialistas y opositores, lo que tampoco es bueno porque esa desatención lleva al desinterés, que luego se traduce en falta de control social.

No sea cosa que con los senadores buscando llenar la banca número 37, con los diputados más rosqueando que consensuando y con la Presidenta y su esposo atizando el fuego, la situación se desmadre y otra vez se escuche nuevamente el ominoso “que se vayan todos”, con el que la sociedad trata de esconder cada tanto su propia responsabilidad en la situación y a todos los políticos se les venga otra vez la noche. Sería más que interesante que, mientras tanto, tomen nota que, en el pano de la ruleta, el número 37 es el cero.

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