Por Ricardo Roa
La inflación ya saltó al tercer lugar en el ranking de las preocupaciones de la gente, según encuestas recientes. Sin embargo, eso que los consumidores sienten cada vez más en sus bolsillos para Amado Boudou es, ahora, "tensión de precios" y antes "reacomodamiento".
No se entiende qué quiere decir el ministro con "tensión de precios", a menos, claro está, que sólo pretenda ocultar la realidad: una aspiración demasiado grosera como para que alguien se la trague.
Reacomodamiento de los precios relativos es cuando precios rezagados tienden a acercarse a los que han subido más. Otra falacia: hoy existe un corrimiento generalizado que ya ha tomado forma de inflación inercial.
Tal vez Boudou pretenda que minimizando el problema pueda desactivar las expectativas o que si lo admitiera, las potenciaría. Esto último puede ser cierto. Las expectativas, en cambio, están instaladas: el 2009 cerró con una inflación bien medida del 15% y éste, que arrancó con una proyección del 20%, se proyecta ya hacia el 25%.
Cuando se pasan ciertos umbrales, se hace muy difícil encarrilar el proceso hacia abajo. Y más, cuando no existe un plan antiinflacionario, inviable por otra parte con el actual INDEC: no habría con qué medir sus resultados.
Seguro que después de un llamado de Olivos, Moyano salió ayer a enmendar lo del jueves. Pero lo dicho, dicho está: "Nadie puede negar la inflación". De todos modos, fue una corrección a medias: "Todos se quejan por los precios", dijo.
Pronto arrancará la paritaria de Camioneros y el jefe de la CGT no se puede quedar atrás justamente con su gremio y con una de las fuentes de su poder. Pero la inflación ataca sobre todo a los más pobres.
Y si existe tensión con los precios, también es posible que se desate tensión social.
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