Por Silvia Naishtat
Acostumbrados durante décadas al auto con chofer, llegaron a la reunión unos en subte y otro caminando. David Stilerman (60) fue presidente de Accenture, Jorge Iglesias (63) se desempeñó en puestos gerenciales de Techint, Fredy Cameo (67) dirigió Siderar, Federico Elizalde (57) llevó las riendas en varias divisiones del Citibank, Miguel Kurlat (64) pasó por Acindar y Loma Negra y Jorge Mandelbaum es director de La Caja. ¿Qué tienen en común? Son ejecutivos que construyeron negocios exitosos y salvo Mandelbaum hoy están retirados.
Pero, en vez de dedicarse al golf, armaron un banco de talentos.
Lo bautizaron Aportes y pusieron su conocimiento de manejo de las corporaciones al servicio de las ONG y otras instituciones. No cobran un peso y bajo una asombrosa discreción ayudaron a superar dificultades a Caritas, la AMIA, Alpi, Fundación Huésped, Equidad, Defensores del Chaco y Manos Abiertas de San Miguel, que integran algunos de los 71 proyectos que pusieron en marcha.
"Esto es mucho más apasionante que el golf. Ilumina nuestras vidas", dice Cameo que asegura sentirse más que recompensado.
La idea nació en 2003 y hubo varios viajes para inspirarse en iniciativas similares de Inglaterra y EE.UU. En el camino, tuvieron su proceso de aprendizaje que pasó por implementar un lenguaje común con las ONG, donde sobra pasión y suele haber dispersión. "Nos dimos cuenta que podíamos agregar valor ayudando a resolver problemas a través de una manera de razonar", apuntó Stilerman. Elaboraron un método sobre la base de que ellos no sustituyen a nadie en la ONG y que los proyectos de cooperación sirven para sistematizar, impulsar la disciplina de trabajo, asignar roles, medir resultados. "Es una labor conjunta", añade Elizalde.
Se financian de su bolsillo, de los voluntarios y del giro de empresas amigas. A veces, su presencia en las ONG es motivo de controversias. Y encuentran resistencia.
Aunque coinciden, al fin, que gracias a Aportes pasaron de una vida profesional regida por relaciones jerárquicas, en las que se resolvía por autoridad; a dejar de mandar, a empezar a escuchar y a decidir por consenso.
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