Un dato causó moderada intriga en el mundo del poder, el repentino pase a un segundo plano de las intervenciones públicas de Aníbal Fernández, quien en las últimas semanas cedió cierto protagonismo al ministro del Interior Florencio Randazzo, como principal espada mediática del Gobierno.
Se atribuyó no el ostracismo, pero si cierta moderación en su exposición, a un orden directa de Néstor Kirchner acaso molesto por la sucesión de torpezas que protagonizó en el verano el jefe de Gabinete en la pelea con Martín Redrado y la Justicia, cuando por ejemplo no tuvo mejor idea que enviarle un patrullero a la jueza María José Sarmiento, ocurrencia que la Casa Rosada sigue pagando con fallos adversos.
Incluso, quiene sostienen la teoría de que su relación con el matrimonio presidencial no estaría pasando por su emjor momento, tratan de leer señales del poder en actos cotidianos: por ejemplo, que llegó tarde a la reunión de la Presidenta con legisladores kirchneristas en la Quinta de Olivos, algo por cierto inusitado para un jefe de Gabinete.
También es verdad, su estilo provocador y pendenciero ya cansa en la sociedad y el Gobierno en vez de ganar suele perder cada vez que el jefe de Gabinete ataca a los ocasionales adversarios del kirchnerismo. Al menos esa es la lectura que hacen en el bloque de diputados oficialistas.
“Tenemos que cambiar el vocero, si Kirchner de verdad quiere ser electo presidente, no puede seguir siendo Aníbal la cara visible del Gobierno, cada vez que habla perdemos miles de votos”, afirmó una importante diputada de la bancada que lidera Agustín Rossi.
La pelea con “Paco”
Sin embargo, como suele suceder con el kirchnerismo, el mal momento que está pasando el jefe de Gabinete obedecería más a cortocircuitos con el círculo de los “pingüinos” históricos que rodean al matrimonio presidencial, que con consideraciones sobre la opinión pública.
Y en esa línea, es bastante obvio que los “ruidos” en ese mundo no derivan de sesudas discusiones ideológicas o programáticas, sino por peleas de poder y negocios. Según comentaron fuentes del Gobierno, Aníbal Fernández hace bastantes semanas que comenzó a chocar con el número dos de la SIDE y en los hechos el verdadero jefe de esa repartición, Francisco “Paco” Larcher.
Como se sabe, el jefe de Gabinete es el único funcionario que logró formar su propio equipo de inteligencia por fuera de la SIDE y suele deleitarse acercando a Kirchner “informes reservados” que contradicen la información que surge de las oficinas de la calle 25 de mayo.
Esta suerte de auditoria externa, que Kirchner usa con deleite para descolocar a Larcher y los suyos, genera el obvio resentimiento de los hombres de la SIDE. Esa pelea cada tanto llega a la superficie con algún escándalo confuso de espionaje, como el caso de esos espías truchos que hackeaban mails y terminaron exiliados en Uruguay –que según las distintas versiones respondían a la SIDE o al Jefe de Gabinete-.
Sin embargo, ahora las diferencias se habrían agravado ya que ingresaron en el resbaladizo terreno de los negocios, materia sagrada para los kirchneristas. Es que Aníbal Fernández viene liderando una cruzada personal contra la empresa menemista Ciccone Calcográfica, a quien consiguió sacarle el contrato de confección de los pasaportes.
Esta firma, según fuentes del mercado consultadas, encontró en Larcher el compañero ideal para defender sus intereses, algo que en los noventa hizo con mayor eficacia un célebre ministro del Interior.
Lanzada así la guerra abierta, en el entorno de Aníbal Fernández acusan a Larcher de ser una de las fuentes de una reciente tapa de la revista Noticias que se metió con la vida privada del jefe de Gabinete, golpeándolo en un costado especialmente sensible.
Mientras que viejos conocidos de Larcher le atribuyen a Aníbal haber sido quien filtró a la prensa –en este caso el diario Perfil- la ubicación de la flamante mansión del número dos de la SIDE que al parecer le costó un millón de dólares.
Fuente: La Política Online
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