Cuando las sociedades pacíficas entran en erupción es señal de que algo muy profundo está pasando

lunes, 22 de marzo de 2010

Por Alfredo Leuco

Y un día estalló Baradero. Ardió Baradero, tituló Página 12. Ambito Financiero habló de “Día de furia y descontrol”. La Nación y Crítica coincidieron en utilizar la palabra “Pueblada” en sus portadas. Clarín definió lo ocurrido como “Rebelión Popular”. Siempre es conmovedor, inquietante, peligroso y misterioso el motivo o los motivos por los que un sector de una sociedad decide en un minuto transformarse en un huracán vandálico que incendia y rompe todo a su paso.


¿Qué lógicas se mezclan en ese momento? ¿Es solo la indignación porque murieron atropellados dos pibes de 16 años? ¿Fue una respuesta al incomprensible autoritarismo del jefe de los inspectores que ordenaba perseguir con las camionetas municipales a los chicos sin casco para asustarlos, sancionarlos y hasta lastimarlos?

¿Quien dio esa orden brutal tan parecida a ese concepto nefasto de que la letra con sangre entra? ¿Hubo un grupito de 30 jóvenes que prendieron la mecha y aprovecharon para robar motos y computadoras? ¿Había pibes chorros mezclados en el medio? ¿La política tuvo algo que ver? ¿Hubo una acumulación de motivos que un día explotan por un hecho que los detona?

El intendente de Baradero, Aldo Carossi fue vencido en la última elección. Salió tercero. Fue candidato testimonial siguiendo la orden de Néstor Kirchner y como consecuencia de esa derrota perdió el control del Consejo Deliberante.

Ya había pagado un alto costo político por respaldar al gobierno frente a la lucha contra el campo en la 125. Pero algunos dicen que el rechazo en las urnas fue por todo esto pero también por la mano dura que utilizó para afrontar estos complejos fenómenos culturales de pueblo. Me refiero a la locura que tienen los chicos por las motos y a la actitud casi suicida de no querer respetar las normas como las de usar casco.

Sin dudas la conducción política debe arbitrar todos los medios para educar a su población en valores que los protejan de tanta muerte joven y en accidentes. Pero los cambios sociales deben hacerse escuchando los reclamos y no imponiendo desde arriba.

El apellido Carossi es sinónimo de peronismo en Baradero. El padre del actual intendente también ocupó ese cargo durante el menemismo. Este desastre no natural fue producido por el hombre. Destruyó gran parte del patrimonio edilicio, histórico, cultural y hasta la memoria de Baradero.

¿Participaron pocos y miraron muchos? Los que miraron tampoco hicieron nada para frenar esas actitudes irracionales. ¿El que calla otorga o no intervinieron por miedo? ¿Tiene algo que ver en todo esto el nivel de crispación e intolerancia que se viene inoculando en toda la sociedad y por cualquier motivo?

No es tiempo de sacar conclusiones apresuradas. Es tiempo de preguntas y de investigaciones. La fogata en el valle no estaba de solo esta dice la canción. Por más grande que sea la chispa no enciende si no hay nafta.

Ojo con ignorar lo que pasó en Baradero y creer que se trata de solo de una trágica anécdota. Cuando las sociedades pacíficas entran en erupción es señal de que algo muy profundo está pasando. Que nadie mire para otro lado.

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