Para no reconocer su incapacidad, los Kirchner hacen lo que hicieron las dictaduras: "ajustemos con inflación, que no se nota"

lunes, 22 de marzo de 2010

Por Alfonso Prat Gay



La dicotomía que propone el Gobierno no es tal. El verdadero dilema es que el kirchnerismo haga bien las cosas para refinanciar deuda a tasas razonables o ajustar.

Para justificar su asalto al Banco Central, los Kirchner intentan convencer a la opinión pública de que Argentina enfrenta un dilema de hierro: "o pagamos con reservas o vamos al default".

Según esta lógica, quien se opone al uso de las reservas (los jueces, la oposición) es un "defaulteador", un enemigo de la patria.


Pero, ¿cómo es posible que Argentina, "uno de los países menos endeudados del mundo", el "único país del mundo con superávit fiscal en 2009 y en cada año desde 2003" y aquel que "salió del default en 2005 con la quita de deuda más grande de la historia" esté ahora a las puertas de un nuevo default?

Ni lo uno, ni lo otro. "Nos cobran tasas usureras por el default del 2001", dijo la Presidenta en su discurso ante la Asamblea Legislativa. Sin embargo, a mediados de 2007, el mundo ya se había olvidado del colapso del 2001 y los bonos argentinos rendían lo mismo que los bonos brasileros.

Si hoy el mercado le pide a Argentina una tasa de interés que más que duplica la de Brasil es por el default de las instituciones que ha ejecutado minuciosamente el kirchnerismo durante los últimos cinco años.

A saber: la destrucción del INDEC, la persistente erosión inflacionaria de nuestros salarios, las candidaturas testimoniales, la violación del federalismo fiscal, la presión sobre los jueces, el deterioro de la infraestructura de servicios públicos y recursos naturales, los ataques a la prensa y la manipulación de la publicidad oficial, la represión de nuestras exportaciones y el desmantelamiento de los órganos de auditoría y control.

Las "tasas usureras" no son el resultado entonces de un complot internacional contra Argentina sino el reflejo de la profunda desconfianza interna y externa que provoca un gobierno que miente hasta con las estadísticas oficiales. "Prefiero ignorar un fallo judicial que cometer el delito de malversación de fondos endeudando a Argentina a estas tasas", dijo Cristina Kirchner en cadena nacional.

Pues bien, el "delito" de colocar deuda al 13% (la tasa actual) o más ya ha sido cometido once veces por Cristina desde que llegó a la Casa Rosada. En esas once emisiones colocó más deuda que la que busca ahora cancelar con el Fondo del Desendeudamiento y ¡en más de una de ellas pagó tasas incluso superiores a las que aceptó Cavallo en el megacanje de 2001! "Las reservas (del Banco Central) rinden 0.5% y a nosotros (el Gobierno) nos cobran 13%", repiten como expertos en finanzas todos los funcionarios del kirchnerismo. Confunden rendimiento con costo y suponen que al Banco Central las reservas le llueven como maná.

Pues bien, resulta que para acumular reservas, el Banco Central emite pesos o letras. Cuando emite letras, "alquila" las reservas a un costo también del 13% anual, con lo que no hay ahorro. Cuando emite pesos en medio de un proceso de inflación, convalida ese proceso, deteriorando el poder adquisitivo de los pesos ya emitidos. Este costo no lo paga ni el Gobierno ni el Banco Central, claro, sino todos los argentinos, especialmente los más pobres.

A los niveles actuales, este impuesto inflacionario representa $24.000 millones de pesos al año, mucho más que el supuesto "ahorro" de US$ 1.000 millones. Lo que el Gobierno deja de pagar en intereses, se lo cobra al pueblo con inflación. "Estos pagos son tan urgentes que no podemos esperar a una ley" dicen los Kirchner. Pues bien, de los u$s 4.300 millones contemplados en el DNU 298 sólo el 10% vence en este primer trimestre y el 70% vence en los últimos cinco meses del año.

"Que no le mientan al pueblo y le digan cuál es su alternativa para pagar la deuda: el ajuste" azuza el oficialismo a la oposición. La realidad es que desendeudarse es ajustar. Pagar vencimientos de deuda con mayores impuestos es ajustar. Pagar deuda con el superávit de la ANSeS es ajustar las jubilaciones. Pagar deuda con impuesto inflacionario es achicar los planes sociales, que no se actualizan con la inflación.

Lo virtuoso es refinanciar la deuda a medida que vence, y no como hace este gobierno, pagar esos vencimientos con más ingresos corrientes o menos gasto.

Argentina no enfrenta el falso dilema de reservas o default, afortunadamente. Pero el kirchnerismo sí enfrenta el dilema real de hacer las cosas bien para refinanciar los vencimientos de deuda a tasas razonables, o ajustar.

La apropiación de cajas extraordinarias (AFJPs, PAMI, ANSeS, aumento de capital del FMI) les permitió a los Kirchner postergar este duro compromiso hasta hoy. Para no reconocer su incapacidad, los Kirchner hacen lo que hicieron las dictaduras y los gobiernos democráticos de los '70 y '80: "ajustemos con inflación, que no se nota".

Hay una alternativa a la salida inflacionaria y regresiva que propone Kirchner. En vez de repetir la historia eligiendo el camino fácil del impuesto inflacionario -moralmente inaceptable en un país en el que la pobreza roza el 30%- hay que respetar el libre juego de las instituciones.

Que el Banco Central sea independiente del Ejecutivo y dé cuentas al Congreso si no cumple con su mandato de defender la estabilidad de nuestra moneda. Que el presupuesto que se discuta en el Congreso sea realista y debatido para evitar sorpresas a través de un DNU sólo días después. Que el INDEC mida bien lo que tiene que medir, en vez de estar vulgarmente intervenido.

Sólo así el país podrá ir reduciendo las tasas de interés para refinanciar la deuda. Si lo logramos, seremos más creíbles y pagaremos tasas brasileras en vez de venezolanas, evitando de ese modo tanto el ajuste que oculta Cristina como el default que agita como amenaza.

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