Por Alfredo Leuco
La sorpresiva designación de Mercedes Marcó del Pont tiene sus luces y sus sombras.
Por un lado la cara positiva es que se trata de alguien que siempre defendió el modelo productivo y se opuso a las políticas neoliberales de la época de Menem que tanto daño hicieron al trabajo nacional.
Su pensamiento desarrollista e industrialista le permitió ser la jefa de asesores de José Ignacio de Mendiguren mientras fue ministro de la Producción del presidente Duhalde. No hay una sola sospecha de corrupción que ensucie su trayectoria y todos elogian su capacidad intelectual y la firmeza de sus convicciones. Esta mitad del vaso llena nos podría llevar a decir que se trata de una decisión muy buena de Cristina Fernández de Kirchner.
El tema es que las cosas no son tan simples. Está la otra cara, la negativa, la que arroja sombras y que también hay que plantear con todas las letras. El primer problema son los Kirchner. Esta visto que no tienen límites y que están dispuestos a avanzar sobre todas las cajas que encuentren para sostener su proyecto de poder basado en los premios y castigos en efectivo.
Y Mercedes no supo, no quiso o no pudo ponerles límites. En el Banco Nación aceptó castigar a periodistas críticos del gobierno. No se negó a esa acción punitiva. Tuvo obediencia debida. Tampoco se recuerda ni siquiera una suave crítica hacia los manejos patoteros y la malversación de datos de Guillermo Moreno en el INDEC.
Mientras fue diputada, tuvo el verticalismo necesario para votar todos y cada uno de los proyectos que los Kirchner enviaron al Congreso. Este es el principal peligro.
Mercedes Marcó del Pont no aparece con capacidad de poner algún freno a la voracidad monetaria del matrimonio ni al desprecio que tienen por las normas y las formas. Eso es grave en cualquier lugar y mucho más en el Banco Central. Una cosa es darle un perfil más político y popular al banco algo que no esta mal y otra es permitir que se convierta en una nueva chequera sin fondos ni controles de los Kirchner.
Otra sombra es la improvisación de su designación que demuestra el desconcierto del gobierno. Hace 25 días apenas, el ministro de economía Amado Boudou anunció que Mario Blejer iba a asumir como nuevo presidente del Central. En tan poco tiempo los Kirchner pasaron de una punta a la otra y en una actitud espasmódica designaron a Marcó del Pont.
Esas son las dos caras de la moneda. Esa es la gran incógnita que hay que despejar. ¿El Banco Central se convertirá en una gran ayuda crediticia para las pequeñas empresas como sueña Marcó del Pont o en un barril sin fondo para que meta la mano Néstor Kirchner? ¿Convicciones u obsecuencia?
Veremos. Mas temprano que tarde el pueblo sabrá de que se trata.
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